🔥 Bad Bunny y Silvio Rodríguez: El sample secreto que nadie notó (¡y que lo cambia TODO!)

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Quiero hacer dialogar a dos discos. Uno de este año, 2025, que salió el 5 de enero, titulado DeBí TiRAR MáS FOToS, de Bad Bunny, y el otro de 1986, de Silvio Rodríguez, que se llama Causas y Azares. A estos discos los separan 39 años. Podemos decir que son dos discos caribeños.

La distancia entre San Juan, Puerto Rico, y La Habana, Cuba, es de aproximadamente 1800 km, o sea, 5 horas y media en avión. Una curva atlántica, poco más abajo que Las Bermudas, al son de la Nueva Trova cubana, latin jazz y rock de 1986, frente a la música caribeña, reguetón, salsa y dembow del Conejo en 2025.

¿Por qué quiero cruzar estos dos discos? Porque a la distancia de casi cuarenta años, siento que se hablan entre sí. Se hablan tanto que en el track N° 4, PERFuMITO NUEVO, de DTMF, descubro un sample del tema Canción de harapos, de Silvio, track N° 6 de CYA.

Escuché una sola vez el álbum de Bunny ayer, tirado en el sofá, como escuchaba discos en mi adolescencia. Me tomé una hora entera del día para escuchar las letras y los sonidos. Me arrastró la ola tiktoker que resalta la inmensa magnitud de la obra conceptual que logra el ex trabajador de un supermercado en Vega Baja. Debo confesar que al oído me cuesta entrarle al reguetón y a la voz del Conejo. El otro disco, el de Silvio, lo escuché miles de veces. Cada año vuelvo a escucharlo; me lo hizo oír por primera vez mi tía Marta, esa tía del PC, solterona y militante que supo tener mi familia. De hecho, guardo el cassette original, que me quedé después de su fallecimiento en 2007.

No me quiero quedar en el Caribe, quiero bajar a la Argentina y ensayar sobre la batalla cultural que se está desatando en mi país con la LLA de Javier Gerardo Milei.

La importancia cultural que tiene sacar un disco con repercusión a nivel global, como el de Bunny, cinco días antes de la asunción de Trump. Cómo eso mueve un poco el piso sociocultural y geopolítico de algún modo, más que nada tratando el tema de los inmigrantes y el poder cultural que viaja con ellos en la gentrificación.

Argentina. Milei y su lucha contra la ideología woke. La batalla cultural de Milei. No paro de pensar en eso. Benito saca un disco de folclore caribeño. No quiere olvidar sus raíces, a sus panas les vacila que no olviden de dónde vienen. Guerrea a su modo con el arma revolucionaria del reguetón.

Hablo con amigos acerca del tema. Ima me dice: “La cultura de cualquier pueblo es irremplazable; fíjate en los tradicionalistas que creen o sostienen que son los guardianes de la diferencia. Es muy loco. Sostienen que protegen la diferencia de los pueblos, su esencia, y defienden la idea de que todo tiende a permanecer en su ser. Entonces, ¡viva la doma, el folclore, la bombacha de campo, Rosas y la soberanía nacional!”. Sigue: “Entonces, los tipos te dicen que los talibanes son un ejemplo porque a cohetazos, uñas y dientes lograron expulsar a los yankees de Afganistán, por ejemplo. Y los locos, con tal de seguir manteniendo su cultura, su religión y seguramente sus extraños intereses económicos”, puntualiza finalmente Imanol.

Ima también me recuerda que EEUU y Argentina tienen casi los mismos años como nacimiento de una nación. La semana pasada visité el Palacio San José y me puse a pensar si en Estados Unidos, en la misma época del siglo XIX, habrán levantado semejante arquitectura.

Pero la guerra civil norteamericana la gana el norte industrial frente al sur terrateniente y esclavista. Urquiza entrega el poder al porteño Mitre. Acá pasó lo contrario. Quedó el país de unos pocos terratenientes patricios, contrabando porteño y esclavitud financiera.

Con Perón se pudo dar vuelta la historia. Fabricar autos en vez de vivir del arrendamiento, el ganado y la renta. Pero todo terminó mal. Ese Estado de país financiero impuesto por los militares, que tuvo su origen en la campaña al desierto de Roca (después discutamos lo del orden nacional de Julio Argentino), quedó prendido fuerte en la cultura argentina.

Siempre vuelve el neoliberalismo. Lo estamos viviendo hoy con Milei. Lo vivió mi tatarabuelo en la década infame, mis padres con Martínez de Hoz, mis abuelos con Menem y mi yo adulto con Macri.

Causas y azares fue editado tres años antes de que caiga el muro de Berlín, el mismo año que Diego le hace el gol a los piratas, el 22 de junio; ese día, quizás, empezó inconscientemente en El Diegote a correr la tinta del tatuaje del Che en su hombro.

Es un disco de amor romántico y nostálgico; presagia el último vestigio de un paradigma de mundo que se va para siempre: el socialismo. El de Benito, en cambio, no es de un amor tan romántico. A pesar de que está dedicado a su expareja, Gabriela Berlingeri, su sentimiento da la sensación de que es más líquido, al estilo Bauman. El mundo cambia y con él las formas del lenguaje. Es mucho más sexual y cachondo que el de Silvio. Pero los une, de todas maneras, el son caribeño.

De hecho, la frase más linda del disco de Bad sobre el amor no la dice precisamente él, sino que la dice en off un sample de Jacobo Morales: “Mientras uno está vivo, uno debe amar lo que más se pueda”. Todos conocemos el mielero cortés de los versos de Rodríguez en Sólo el amor; si lo hubiera escuchado Lenin decir semejante dictamen, se levanta de la tumba y se vuelve a acostar: “Debes amar la arcilla que va en sus manos/debes amar su arena hasta la locura/y si no, no la emprendas, que será en vano/solo el amor alumbra lo que perdura/solo el amor convierte en milagro el barro”.

Uno es cortés y el otro más liviano. Cuba hizo su revolución, pero Costa Rica no es ni siquiera un país, ¿habrá una respuesta ahí? Más allá de todo, lo mismo da; los dos, como todo el mundo, y a su forma y modo, se mueren por amar y ser amados.

De fondo en los dos discos está la revolución, a su manera, puesta en la vibración del aire. No importa si un disco utiliza instrumentos musicales mientras que el otro, digitales. Los dos son discazos memorables que me ayudan a sostener algún tipo de esperanza frente a la gentrificación norteamericana.

Cada uno batalla como puede contra los yankees, hasta con medidas locamente extremas. Por ejemplo, Kim Jong-un arrancó el 2025 prohibiendo el hot dog por ley en Corea del Norte. Cualquiera que la policía sorprenda tragándose uno será condenado a trabajos forzados en un campo de concentración.

Argentina es como ingobernable. Mientras Javier Gerardo baja línea aguilera roja y azul, en primera fila en la asunción de Trump, cerca de Elon Musk, Sergey Brin, Shou Zi Chew (CEO de TikTok), Mark Zuckerberg, Tim Cook, Sundar Pichai, etc.; el streamer argentino Spreen trae al famosísimo Speed, streamer norteamericano, y lo lleva a La Boca a comer milanesas y probar el mate mientras se enloquece con una remera de Messi.

El próximo 1 de febrero se llevará a cabo en CABA, en Plaza Congreso, panza arácnida del país, una marcha federal del orgullo antifascista, antirracista y LGBTIQNB+. Una respuesta de la calle con el cuerpo frente a los dichos contra el wokismo de Milei en Davos.

Así que así estamos. Un quilombo.

Me llega un WhatsApp de Mati, al que le mandé el video de Benito preguntándole qué piensa, y me dice: “Pero ¿qué sería reemplazarla? ¿Y cuándo sucedió que una cultura reemplace a otra? Por otro lado, ¿qué es la cultura de EEUU? Porque no es solo McDonald’s; los negros de Nueva Orleans no tienen nada que ver con los rednecks de Minnesota ni los progres de Santa Bárbara”.

Termino como siempre, no entendiendo nada o teniendo mucho más por entender sobre culturas. Pero con esperanza.

Creo que hasta acá estuvo argentinísimo.

Nos vimos el próximo miércoles.