🧉🧉Soy entrerriano, y esta es mi fiesta: crónica de un festival con sabor a hogar🏠🏠

Escucha el episodio acá

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El video más antiguo sobre la Fiesta del Mate en YouTube es de hace doce años. En él, aparece la intendenta de dos mil trece, Blanca Osuna, entrevistada por una cronista. De fondo, se ve el bigote de Jaime Ross, artista principal de aquella edición. Es el registro más antiguo que encuentro sobre la fiesta de mi ciudad. El video fue subido por Cynthia Elena y tiene 196 vistas.

La Fiesta Nacional del Mate de Paraná se inició a mediados de los 80, con el retorno de la democracia. Fue organizada por la Asociación Civil “Centro Comunitario Solidaridad”, fundada por los militantes peronistas Luis “Pacha” Rodríguez y José Cáceres. La Asociación y la Fiesta crecieron en paralelo, convirtiéndose en un punto de encuentro para los vecinos.

La primera edición fue en el Club Echagüe en 1987. Se caracterizó por la lluvia y la escasa asistencia. El espíritu era el de un evento familiar, donde los vecinos se reunieran con sus sillas y su mate a escuchar a artistas locales. Treinta y siete años después, esas sillas se venden por internet, pero hay un espacio gratuito para sillones.

Poco a poco, la fiesta creció y se trasladó a la esquina de Boulevard Racedo y Avenida de las Américas, y luego al Club Talleres. En 1995, se descubre que la provincia de Entre Ríos tiene el mayor consumo de yerba mate por individuo del país, lo que la posiciona y le permite quedarse, entre otras tres candidatas, con el título de Fiesta Nacional. En 2011, la Comisión Directiva transfirió la Fiesta a la Municipalidad de Paraná. Esto ocurrió durante dos ediciones, pero en 2013, el Centro Comunitario Solidaridad volvió a formar parte de la organización.

La fiesta del mate conserva el espíritu de Paraná. La logística gastronómica la manejan los clubes de barrio.

Me como una bondiola en un puesto del club de softbol de Paraná. Un conocido me dice que gastó ochenta mil pesos en dos sillas, está ofuscado porque dice que pagó de más, que del otro lado de la valla se ve igual y es gratis si llegas temprano con sillones.

La idiosincrasia de la fiesta del mate parece no caer en el sistema postfacista neoliberal. Hay sillas pagas, pero la administración municipal deja un espacio para que el vecino vea el espectáculo gratis.

Camino solo entre los paranaenses. No todo está perdido. La esperanza sigue viva si en toda la Argentina se siguen llevando a cabo este tipo de encuentros multitudinarios.

Encuentro a Ima y a Espe. Estamos por ver a Sig Ragga. Los músicos tienen la cara pintada y tocan reggae, pero tienen pasajes musicales muy variados, en el medio de un track se filtra un bit que parece producido por Bizarrap. Las letras son simples y claras. Los paranaenses cantan las canciones de la banda. Olor a porro y a woke.

Monti me dice que no entiende cómo el pueblo está tan sometido.

Solo los putos, trans, gays, lesbianas ofrecen resistencia ante el avance postfacista neoliberal con el apoyo tímido de la heterosexualidad. Pienso en el momento que estamos pasando. El pueblo está disfrutando de Luciano Pereyra. El progre a la paranaense está acá conmigo, escuchando una banda de fusión musical. Allá la tradición del mate, acá la hamburguesa, birra y faso.

Termina el día uno de la Fiesta del Mate. Vuelvo caminando a casa. Me duermo mirando el episodio diez de la segunda temporada de Lost.

Día dos es de mañana y encuentro en Internet una declaración de José Cáceres en el Diario Uno sobre los comienzos de la fiesta.

“Arrancamos haciendo peñas con el Pacha, como un aporte a la cultura nacional y popular: la Peña de los Cuarteles y la Peña del Antoñico. Me acuerdo que nuestro artista principal era el cura Mario Taborda, que en ese entonces estaba como párroco en la Capilla Del Divino Amor, en calle Ramírez y D’Amicis. Buen músico, Mario. Después se le ocurrió al Pacha hacer el Encuentro del Mate, Un Encuentro de Amigos, así se llamaba”.

La primera fiesta se hizo el 7 de mayo de 1987. “Perdimos como en la guerra, había 50 personas, ni nuestras familias fueron; hicieron varios grados bajo cero. Así que sacamos un crédito a 18 meses en el Banco Municipal para pagar las deudas. Al año siguiente hicimos el segundo encuentro, en la Plaza Martín Fierro, detrás de donde estaba el Mercado Charrúa, que ahora está la Terminal: nos llovió las tres noches”, dice José Cáceres.

La deuda a través de la financiación del banco municipal para llevar a cabo una movida, que para aquel entonces, era re under.

No hay demasiado del otro fundador de la FDM cuando pongo en el buscador de Google ¿Quién fue Luis Pacha Rodríguez? Me aparece un posteo emotivo del 2015 del Facebook de José Cáceres donde me entero algunos datos.

“El Pacha era un compañero militante de esos que dan todo por una causa, trabajador incansable, creativo, con iniciativas, jamás bajaba los brazos. La militancia que lo pudo conocer bien, lo puede atestiguar. Recuerdo que unos días previos a aquel 16 de abril de 1996, yo había estado junto a su cama. Nos turnábamos con Elsa para que ella pudiera contener estar también con sus cinco hijos. Y me decía, te vas a tener que hacer cargo de la agrupación. Anda pensando en la fiesta del mate el año que viene, etcétera, etcétera. No paraba el Pacha, siempre pensando en las tareas militantes que había que hacer. Cuando pienso en aquel momento, no puedo dejar de literalmente soñar con tener la posibilidad de hablar con el Pacha. De contarle todo lo que hemos hecho estos años. Contarle a dónde hemos llegado con la agrupación política en la que juntos militamos. Lo monumental que es la fiesta del mate hoy. O que el club atlético Paraná, ese equipo del que fue dirigente y era hincha fanático, está en el fútbol profesional luego de 107 años de historia en el Nacional B.”

Tomo mate en el trabajo la tarde del festival del mate. Tomo mate con yerba Rosamonte. El agua cae desde el termo marrón. En la oficina tomo mate con aire acondicionado y me acuerdo que de chico me sentía grande, cuando en la ronda del mate con mi vieja y mis tías, era uno más en el tour de la cebada. Prepararme mi primer mate a la siesta en esta provincia fue como mi primera experiencia filosófica.

Si no tomo mate me duele la cabeza. Mi organismo no soporta un lapso de veinticuatro horas sin que ingrese un poco de mateína. Lo descubrí hace unos años cuando viajé a Chile y no llevé el equipo de mate. Al segundo día estaba buscando yerba como un adicto. En Santiago la pude conseguir finalmente en una santería.

Ya se ha escrito demasiado sobre esta infusión. Vuelta famosa por el mundo por Lionel Messi. Y por la fuerte inmigración Siria en la Argentina, ahora exportamos yerba a dicho país de oriente medio. Con la diferencia que en Siria el mate no se comparte. Toman solos.

Miro por Instagram. Sigo la fiesta por internet. La gente se abanica por el calor. La tarde calor de locos y mate y abanicos y carteles que dicen vine de Quito, Ecuador por Babasónicos y otro dice Me obligó mi novia. El cantante del Kuelgue, banda que va a tocar hoy, se llama igual que yo. Veo carteles que dicen Julián te amo. Es raro ver tu nombre escrito y saber que no sos el destinatario de ese mensaje.

No me kabe ni ahí El Kuelgue creo que son ese tipos de bandas que escucha la gente que no tiene personalidad musical, onda Cielo Razzo, No te va a gustar, etc. Generalmente esas bandas las escucha las personas que nunca se fueron de la casa de los padres por un impulso rebelde y adolescente subyugado por una profunda pregunta del espíritu. Ese tipo de people sin pathos.

Hay una canción inentendible de El Kuelgue que se llama Bossa & People que la conozco porque forma parte del playlist funcional de la empresa donde trabajo. Habla de una traición de una chica a un chico. Más allá del llorisqueo omvristico de la letra, el tipo para rimar con la palabra río en una parte de la canción dice Tito. La estrofa en cuestión es esta 👇

Increíble de lo inentendiblemente bizarro. ¿Quién es Tito? Pero bueno, en fin, sigo.

Salgo a las 00 del trabajo. No creo que vaya a ver a Babasónicos. Voy a verlo por YouTube tirado en la cama lo que sucede a unas diez cuadras de mi casa. No sé si es muy digno de mi parte continuar la crónica desde la cama de mi casa.

Ahora le llaman JOMO (joy of missing out), algo así como estar feliz por perderse algo. Con los eventos masivos debo confesar que siempre fui medio Jomo. Capaz por plata o porque vivo en una ciudad de provincia, cada vez disfruto más de no ser arrastrado por la masa, igual te queda en el cuerpo la sensación de perderte algo que moviliza al lugar donde vivís. Pero trato de personalizar de alguna manera mis propios gustos, que obviamente son de un nerdismo anodino.

Llego a casa después del trabajo. Abro la heladera y destapo una Andes rubia. Canta Zoe Gotusso un tema que tengo que buscar por Shazam porque no recuerdo el nombre. La aplicación no logra descubrir el tema, pero me llega un WhatsApp del Correntino que está en la fiesta y dice que ahora hace un cover de Mario Luis con el cual termina el reci.

Babasónicos debe esperar a los ganadores del concurso de cebadores de mates antes de cantar. Acá un poco me confundí, a la tarde había visto que el ganador del concurso era Ariel del Barrio San Agustín y que el premio era un viaje a Río de Janeiro. Entre los cuatro hombres que aparecen como ganadores del certamen de cebadores que ahora suben al escenario, no estaba el tal Ariel de San Agustín, y el premio para el ganador, un chico de dieciséis años llamado Mateo, no es un viaje a Brasil, sino a Bariloche. O hubo dos certámenes paralelos o yo estoy crazy.

Suben los Babas al escenario principal de la trigésima cuarta edición de la FDM. Obviamente Adrián está más viejo de la primera vez que lo vi allá por el año 2003 en un Quilmes Rock en Santa Fe que se hizo en la UTN. Debo confesar que no soy tan fan de los Babas, de hecho, el último disco ni lo escuché, a veces simplemente las cosas nos gustan o no nos gustan. Cuando los vi tocar en 2003 yo no los había ido a ver a ellos, sino a Intoxicados y a La 25, hace exactamente veintidós años tenía pelo y me podía hacer el flequillo stone tranquilamente y se le gritaba de todo a las bandas como las de los hermanos Dargelos.

Mientras lo miro a Dargelos pienso que los cantantes pierden la voz con el paso del tiempo, algo que no les ocurre a los poetas. Las canciones que escucho son viejas y no me gusta recordar el pasado, por eso no me gusta ir a recitales de bandas a las que ya se les pasó el cuarto de hora. En realidad, no me gusta ir a ver bandas. Generalmente no suelo escuchar buena música si mis pasos atraviesan la puerta de mi casa o que salga de mi Spotify a través de los auris. La música es un placer egoísta.

Ya voy por la segunda lata de cerveza tirado en la cama y me entra el sueño. Iba a ver otro capítulo de Lost, pero me duermo. Así que apenas termina el reci de Babasónicos apago YouTube, ni en pedo llego a Luck Ra. Parece piola el pibe, pero prefiero quedarme con el recuerdo del Rodrigo de los dos mil.

¿Cómo olvidar la madrugada en que murió el Potro? Yo había vuelto de bailar todo roto y me acuesto en la pieza. No pasan ni una hora que mi vieja me levanta desesperada. Me dice ¿sabés quién murió? Yo todavía seguía en pedo y con el enano imaginario que golpeaba mi frente desde adentro, le alcanzo a decir ¿quién? Rodrigo -me dice mi mamá, lo están dando en la tele-. Ni le contesté, solo me di vuelta y seguí durmiendo como una morsa.

A propósito de Lost. Hoy escuché el temón que se llama Cumbia sobre el mar del Cuarteto Imperial e imaginé a Sawyer escuchando esa canción de frente al mar una noche cualquiera en la isla. Hubiera sido una buena escena, ¿no?

Creo que hasta acá estuvo cebado.

Nos vimos el próximo miércoles.