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Mami todavía espera a Milei. Eso me dice mientras sirve las milanesas con fritas, hay que esperarlo. Que hace falta tiempo.
Entonces me pongo a pensar en la espera. La sociedad está en pausa ¿Dónde está la espera? Imagino a la espera como una pelota enorme que viene desde muy lejos viajando a dedo por eso tarda tanto en hacerse ver.
Así se decía en el barrio cuando alguien se agrandaba, como la espera ahora, “dejá de hacerte ver” también se sabía decir “no te hagas el otro” o el famoso “aquel otro que se hace el qué”.
La vida económica de la era “liberal” Milei es pura espera. La mano invisible que se regula sola en la fiesta del mercado está frenada. No llega nunca o todavía hay que esperarla. Hay que darle tiempo. Tiempo darle a la espera. Esperar lo que se espera con tiempo. Que hace falta más tiempo.
Entonces espero yo también. Salgo de casa. Camino dos cuadras. Me paro en una esquina y espero un cole. Voy al super. Elijo unas pepas Trío de la góndola y me voy a la fila para pagar y espero. Espero y espero. No hago más que esperar.
¿Por qué se tarda tanto la espera? ¿Y qué esperamos que suceda cuando nos ponemos a esperar? Lo que espera el pueblo, o una parte atomizada de él, es que mejore. Que nos vaya mejor. Que no nos levantemos todos los días pensando en que no llegaremos a fin de mes. Y que encima ese pensamiento se alargue toda la tarde hasta que por la noche entra por los ojos.
Y ninguna luna despeje ese pensamiento incisivo, no brillante, de que con la plata no se llega a fin de mes.
El pueblo entonces lo único que hace es esperar. Mientras tanto pierde peso y enflaquece estéticamente a mate. Piel y hueso mientras espera. Aesthetic.
Este mamarracho económico no revienta porque se hace larga la espera. Que es una burbuja en el aire que sube y se infla, como un chicle.
La espera es solo espera. En la era del arriesgarse y de la new age del propio jefe no hay más valentía que la que puede darnos la famosa espera.
Mientras la actividad se frena. Algunas empresas, las últimas que van quedando, no echan empleados pero tampoco contratan. Ocurre un susto ante el mínimo movimiento. No vaya a ser que una práctica incorrecta en la mala praxis genere déficit fiscal. Es como si el país fuera ese negocio al que entrabamos de chicos pero solo a mirar. Y nuestros padres nos decían “mirá, pero no toqués” o el famoso verso “cuando cobre, lo compramos”
Argentina nunca fue otra cosa. Quieren cambiarla y es imposible. El país juguetea un poquito a la derecha pero después vuelve a su cultura. Vuelve a lo que siempre se es.
Vamos a volver y no saben de qué forma vamos a volver. No se dan una idea de qué manera vamos a volver. Y más fuertes. Porque parte del pueblo vuelve. Más allá de la atomización, de las redes sociales y de la IA vamos a volver. El peronismo es cultural. Y lo cultural se rompe pero no se dobla. No desaparece. Nunca.
No espero nada de este gobierno. No espero la espera de que le vaya bien a este gobierno. Quiero que este gobierno se termine. Espero al que tiene que volver y no a este gobierno. Lo único que espero es que esto se termine.
Me pongo ansioso ante la espera, que encima no espero sino que hago otra cosa. Que no me saque la comedia. Estoy encaprichado emocionalmente con que esto se termine.
Abrieron las puertas al mercado y ni siquiera salió a retozar. Pareciera como un mercado inválido, incapaz de moverse. Con espíritu de gallina. Un neoliberalismo tibio, propio de la época de cristal. Un sistema económico más hablado que otra cosa. Pura teoría. Nunca a los bifes. Parece como esa moda de ir de levante a un super con la ananá dada vuelta y el tinto en el chango a las ocho y todo ese bardo para solo sacar un ig.
Es tanto lo que se justifica la explicación de que esto va a salir bien, que se pierde en el propio academicismo y al final no va a pasar nada, como siempre.
Facto: el único movimiento que puede hacer un mercado interno capitalista en la Argentina es el peronismo.
No le tengan miedo al capitalismo. Comprar es vivir.
No estoy contra de la deuda. Para mi la deuda es futuro. Lo que tiene que haber es trabajo para que la gente pueda salir a comprar. Pero ni eso puede hacer este gobierno en materia económica. Del quinto piso sale más humo que cuando se elige un nuevo guía espiritual en la Capilla Sixtina.
A veces me da fiaca escribir del lugar común de lo que se dice en la calle. Que todo está mal y que esto no es vida. Lo que intento es pensar al revés. Ponerme a dudar con la cabeza apoyada en el piso. Lo que pasa es que engordé en los últimos meses y no hago tanto equilibrio. Había que frenar un poco la inflación. Habría que frenar con los pensamientos panaderos.
¿Cuándo nos vamos a empezar a mover? Nos vamos a olvidar cómo era hacer negocios, mercadear. En la era del emprendedurismo no vendes una torta negra en el medio de un recreo. Los tiktokers terminan laburando de albañiles.
Todos vamos al gimnasio pero el mercado pierde masa muscular en un mundo que desayuna cada vez peor. Un país cada vez más flaco que se conforma con cada vez menos.
Había que quemar los ahorros en dólares de la clase media en la calle. La casa con diez pinos del ahorro en moneda internacional. Pero esa guita no vuelve. No circula. Fue un traslado en dólares y deuda desde las clases más bajas hasta los pocos ricos que quedan. Eso es lo que estamos viviendo.
El auto que anda con la reserva pero porque no le queda otra. No es que confía que va a poder pagar y que por eso se endeuda. Argentina está jugando a la ruleta rusa económicamente hablando. Total los muertos no pagan.
Nada se mueve. Todo es espera. El gostheo económico del uno por ciento que no gotea. El cambio climático desvió la sequía del campo para todos lados. Y no se vio la lluvia de inversiones ni con la entrega cipaya de la ley de bases. Al pedo me puse mal la noche de los traidores del congreso. El mercado cagón que no avanza. Parece Boquita que ya ni ataca. Miedo y plata nunca tuvimos.
Cómo va avanzar un mercado sin pueblo. Nos necesitan vivos. Nos necesitan con plata. Los muertos no compran, los muertos no pagan.
Vamos a tener que volver para que todo de vuelta empiece de nuevo otra vez.
Hasta acá creo que estuvo bien
nos vimos el próximo miércoles.