Estos meses en Entre Ríos son la temporada de ferias del libro. Ya pasaron Gualeguaychú, Paraná, Concordia y el mes que viene Concepción.
La semana pasada estuve desde el jueves hasta el domingo en Concordia en la primera feria provincial del libro. Es una feria organizada por la Secretaria de Cultura de la provincia. Es la primera vez que se hace, es una feria que promete ser itinerante y recorrer cada año distintas ciudades de Entre Ríos.
Este año se hizo en el Centro de Convenciones Concordia que es una estación de tren reformada para funcionar como un salón multiuso. Es un lugar grande y cómodo, Un galpón alfombrado con paredes plegables que permiten darle distintas disposiciones al lugar.
La feria es larga pero se hace más relajada entre charlas, mates y otras bebidas dependiendo la hora. Por lo general, en las ferias se arman islas rodeadas de tablones donde los feriantes se atrincheran entre cajas y prendas desordenadas. En mi isla estaban Imanol de la librería Vaporeso, Ramón Teruella de la editorial Mil Botellas, Julia de Serapis, Sofia de la librería infantil Barco de Papel, Lucas de Azogue y Gretel de la editorial La Ventana.
El árbol de botellas de Whisky
“¿Que te gusta leer?”, me preguntó Julia y me sorprendió porque generalmente soy yo el que hace esa pregunta cuando alguien entra a la librería. Me puse nervioso y empecé a enumerar los últimos libros que había leído. Julia volvió a preguntarme. Yo respondí: Lo oscurito, y Julia me dio de su mesa el libro El árbol de Botellas de whisky, de Katharina Bendixen. Leí el primer cuento ahí nomás en el stand y me gustó mucho. El cuento era sobre una familia en la que moría el hijo menor a causa de un accidente y entre todos los integrantes se dividían la responsabilidad.
Cuando terminé Julia me dijo tengo toda una colección que yo le digo Las oscuritas… y cuando estaba por empezar a contarme cuáles eran alguien se acercó a su stand, después alguien me preguntó un precio y así nos olvidamos de seguir conversando.

Ley de juego
Aunque Ramón es de La Plata casi no lo conocía. Sí conocía su editorial por los libros de Martín Malharro, que era profesor en una de las últimas materias de la facultad. Yo no llegué a tenerlo pero sobre Malharro corría el mito de que era malo, exigente y polémico.
Mientras charlábamos con Ramón yo chusmeaba sus libros. Levanté Ley de juego, de Miguel Briante. Que es un autor del que siempre escuché mucho pero nunca leí. Como era un libro de cuentos me fijé en el índice para ver si tenía el único cuento que conocía y lo tenía.
“Habŕa que matar los perros” es un cuento sobre un payaso retirado que consigue trabajo para cuidar una estancia que pronto entrará en venta.
El relato lo escuché muchísimas veces en una serie de audiocuentos de Lucrecia Martel que recopila una antología de cuentistas argentinos. Pero nunca tuve la oportunidad de leerlo porque cuando lo buscaba en internet nunca daba con un archivo bueno. Y entre escuchar un audiolibro y leer hay una diferencia sobre todo en la fugacidad; una de las características de la radio es que el sonido es dinámico y fugaz, al contrario de un libro que es estático y le permite a uno leer, releer y volver las veces que quiera sobre una misma frase. En la radio el mensaje pasa nomás y no es habitual volver sobre la frase.
Así que me lo traje nomás para poder leerlo.

Hecho Social Total
Hace rato que vengo pensando que tengo que leer algunos de los títulos de Neutrinos. Imanol se la pasa hablando de Julián Bejarano, dice que es el mejor poeta de Entre Ríos, que es fresco y divertido. Alejo que justo se acercaba dijo que había leído Hecho Social Total de Bejarano este verano de una sola sentada en una hamaca paraguaya y que le había encantado y le había divertido y entre los dos se pusieron a recitar unos versos de memoria. Tengo una copia para llevarme pero me falta la hamaca paraguaya.

Tulang Pinoy
Por lo general en las ferias siempre tengo la misma sensación frente a los libreros y editores, es la culpa de no haber leído lo suficiente. Daniel Durand es uno de los autores que me falta leer. Sé que es uno de los poetas importantes de la generación del 90.
Daniel es de Concordia, o era porque hace más de 30 años vive en Capital. Él estuvo de invitado a la feria para leer y para dar un taller. Con Imanol nos turnamos para que él pueda ir a verlo y mientras tanto yo atendía su puesto. Con Daniel compartimos algunos ratos mientras pasábamos del restaurant donde comíamos hasta el Rolo bar, que fue el lugar que elegimos los feriantes para relajarnos y tomar algo después de la feria.
En esas caminatas yo trataba de esquivarlo a Durand para no dejar evidencias de que no había leído nada suyo. Pero en una de esas caminatas de ranchada nocturna pasamos por el colegio donde Daniel hizo la secundaria. Se sacó una foto en la puerta de entrada y después descubrió entre los grafitis de fibrón en los pilares uno anónimo que decía: “No sabía que era tu novia”. Y a eso también le sacó una foto.
Esa escena me conmovió y como influenciable por ese tipo de cosas me traje para leer un libro de Durand editado por Fadel & Fadel que se llama Tulang Pinoy y es una serie de poemas sobre su vida en Filipinas.