joven de pelo rubio con buzo azul
jpg Alexandra Gavillet

Basta de canciones lentas y tristes, Lewis Capaldi

“Lo ordinario es algo extraordinario”, dice Lewis Capaldi al inicio del documental How i’m feeling now (Netflix). Tiene 25 años y maneja por Whitburn, un pequeño pueblo cerca de Glasgow, en Escocia. Parece un joven con una vida común: se viste con ropa deportiva sin pretensiones, se junta con sus amigos en un bar (un ingeniero, un sepulturero, hablan de los que ya tienen hijos) y tiene un humor recurrente basado en sus propias inseguridades y el sexo.

Pero es una super estrella.

Su historia es casi una alegoría de esta época: toca en bares donde nadie lo escucha hasta que en 2017 un video suyo, en vivo, se hace viral. Sorprende especialmente su voz, un instrumento grave y poderoso lleno de vibratos y colores. Poco después firma un contrato con Virgin y lanza su primer sencillo, Bruises. Le siguen Lost On You; su primer extended play, Bloom; los singles Tough y Grace; y el primer bombazo con Someone You Loved. Después Hold Me While You Wait; el álbum de estudio, Divinely Uninspired to a Hellish Extent; y el segundo bombazo con Before You Go.

En una de las primeras escenas su manager lo llama y le cuenta que llegó al número 1 en los rankings. “Basta de canciones lentas y tristes”, le dice. Atrás, en una de las paredes, se ve una placa que certifica mil millones de reproducciones en Spotify. Y varios discos de platino y oro. Capaldi todavía vive con sus padres y compone y graba sus demos en una pequeña habitación, en la parte de atrás de la casa.

Entonces empieza el nudo: después del éxito global, tiene que grabar algo nuevo. “Te lleva una vida hacer el primer disco y el que sigue, tenés que terminarlo en seis meses o un año”, explica. Carga en sus espaldas (especialmente sobre su hombro izquierdo) las expectativas de todo el mundo, pero sobre todo las propias: “Me di cuenta de que hay muchas personas que dependen de mí”, dice en otro momento.

En poco tiempo compone más de 50 canciones pero ninguna lo convence. Hay una donde cuenta que se siente un “impostor”, como si no mereciera todo lo bueno que le pasa. Elton John le escribe y le dice que estuvo hablando con Ed Sheeran sobre él y le pide que confíe en sí mismo, que tiene muchísimo talento. Lewis Capaldi hace lo de siempre: un chiste y cambia de tema. “Me agrada escucharlos, pero no los entiendo”, dice sobre sus fans.

Más tarde comparte la canción del impostor con su padre y su madre, recostados en la cocina, con un parlantecito puesto en la mesada. Y le dicen que sí, que la canción es una mierda y no está a la altura de las anteriores.

El tic

Lewis Capaldi tiene un tic que se intensifica en momentos de mucha presión y ansiedad. Mueve el hombro izquierdo y le cuesta respirar. Cierra los ojos, tuerce la cabeza. Esta es la pregunta que plantea el documental: ¿podrá? ¿hasta cuándo? O peor, ¿se está volviendo loco?

En plena crisis, lo mandan a Los Ángeles a trabajar con los mejores productores. Prueban, hay buen clima, pero ya tiene el tic a mil y en una entrevista, eterna, llega su peor momento (y del documental también). Un golpe bajísimo en el que el entrevistador casi no puede mirarlo a los ojos.

Finalmente tiene un brote en vivo y frena.

Se cuenta ahora lo oscuro, una especie de por qué. Ataques de pánico, mareos. Muertes familiares, un suicidio. Lágrimas de su padre y su madre. Un largo zumbido negro en el que Lewis Capaldi cae. Y en esa caída, caemos con él. Porque ya es nuestro amigo y la pregunta ahora es si alguien va a tener un poco de compasión por él. Queremos verlo de nuevo feliz. Esta sensación de que ningún sufrimiento vale la pena y que la música (y cualquiera cosa que hagas) debería ser sólo eso, música. Nada de sueños ni planes, ni éxito ni fracaso. Sólo personas haciendo lo que les gusta, aquí y ahora.

Hasta que sus padres dicen: “Su salud es lo más importante”. Y empieza un camino de redención.

Pide ayuda. Cambia su alimentación, hace ejercicios físicos y de respiración, va a una psicóloga. Descansa. Desaparece un tiempo. Lo diagnostican con Síndrome de Tourette. Pasan tres años desde su última grabación hasta que vuelve con una melodía fresca. Una canción que no es ni lenta ni triste. Se llama Forget me y es un mensaje de Lewis Capaldi al mundo, a la medida del momento: “No estoy listo para entender que te olvidaste de mí”.

Lo que pasa después ya se sabe: la máquina sigue y vuelve a romperse. Pero ahora el público lo ayuda a cantar cuando sufre sus crisis. Es un momento emotivo, pero también para decir basta y cancelar todos sus shows hasta fin de año.

¿Qué es el síndrome de Tourette?

El síndrome de Gilles de la Tourette (síndrome de Tourette o ST) es un trastorno neurológico que se manifiesta primero en la infancia o en la adolescencia, antes de los 18 años. Se caracteriza por muchos tics motores y fónicos que perduran durante más de un año. Por lo general, los primeros síntomas son movimientos involuntarios (tics) de la cara, de los brazos, de los miembros o del tronco. Estos tics son frecuentes, repetitivos y rápidos. El primer síntoma más habitual es un tic facial (parpadeo, contracción de la nariz, muecas). Pueden reemplazarlo o agregarse otros tics del cuello, del tronco y de los miembros.

Más info en https://tourette.org/