Entrega especial del diario de miércoles
Desborde del peruano Advíncula centro atrás casi al punto penal. Gol de la bestia Merentiel casi finalizando el primer tiempo. La Bestia corre hacia el banderín del córner, se besa el escudo de la casaca y tira tiros con una ametralladora invisible.
Gol de Cavani. Cabezazo fuerte a quemarropas después de un centro con pie de guante que le mete Zinedine Zenón como diciéndole tomá y hacelo. Me levanto de la mesa como un loco y grito el gol con el alma posible. Un pibe con la 6 de Marcos Rojo me palmea la espalda muy alegre. Cierro los puños y golpeo muy feliz al aire.
Veintiún minutos pasan del segundo tiempo. Se vieneeeee Bocaaaaaaa, se vieneeeeee Bocaaaaaaaa. Ataque por derecha de Edinson que remata al arco, da rebote el arquero y la empuja otra vez sobre la red el uruguayo Merentiel. Otra vez se besa el escudo y tira tiros con un arma invisible.
Se terminó la riberización de la república Argentina. Y el payaso que nos preside que le dice soccer al fulbo. Deporte preferido que nos construye como pueblo con un superyó fuerte del ser nacional.
El domingo se cierra con una cortina de goles. Un efusivo abrazo xeneize que nos bosteriza para siempre. Vi el clásico con Juli V. y Manu en Liverock. Como en viejas epócas pagar por una consumición en un bar para poder ver fútbol codificado. El fútbol argentino es propiedad televisiva de Disney. Manu me dijo mientras ibamos al encuentro “cómo puede ser que el pueblo le guste vivir así”. A mí se me venía todo el tiempo a la cabeza un decodificador trucho que se le enchufaba atrás a la ficha del tele, que habíamos comprado con mi viejo, para ver los partidos en la década vendida de los 90′.
No paro de pensar que se finaliza la socialdemocracia de la pelota de la banda y su técnico importado desde Alemanía que desdeña todo lo nacional, o sea todo lo bostero.
Está volviendo todo a la normalidad. Arranquemos con Boquita ganando clásicos dejando a su eterno rival afuera de las competencias deportivas. El pueblo está feliz. Mañana la mitad más uno del ispa se levantará contenta para ir a laburar. Cuando Boca le gana a Riber, el país deficitario se ordena. Boca es el estado de ánimo nacional. Dios, Boca y familia. Cambia el humor y nos da más fuerza para ir a la marcha del 23/4 en favor de la educación pública gratuita.
“Los números no deben cerrar nunca” dice Juli V. durante el entretiempo del doparti. Hablamos de política en Liverock sobre la mesa hay dos petróleos en jarrita mediana y una sprite. “Todos los estados del mundo son deficitarios” aporta Manu que duda de la racionalidad de la cámara del VAR en el segundo gol anulado de Riber apenas arranca el segundo tiempo.
Se me ocurre pensar mientras escucho a mis amigos en darle otra vuelta a la palabra déficit, no demonizarla y hacerla amiga. ¿Y si creemos en el déficit?
¿Y si la deuda es esperanza y porvenir? ¿Nos pusimos a pensar para qué queremos que los números cierren? ¿Para quién queremos hacer las cosas bien?
Si el desorden estructural de las mil cosas malas que tienen las universidades gratuitas nos traen en brazos al primer universitario de una familia de obreros, quiero que siga el desorden. El arancelamiento solo expulsará a las nuevas generaciones del conocimiento. Mi primo mecánico va a poder mandar a su hijo a la universidad.
El 23/4 todos a la marcha. Porque mi hijo el doctor. Y porque nacieron hijos nuestros, hijos nuestros morirán.