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Cartas a Wisława Szymborska

Odiada Wisława:
¿Cómo escribo sin hacerme la sensible? Bueno, ya no empecé bien. Te estoy escribiendo una carta. Aunque no es una carta de amor. Es una carta de odio. Una debe pelearse con sus maestras. Siempre llega ese momento. Seguí el consejo de un amigo. Él dijo: hay que elegir un maestro vivo y un maestro muerto. Dos personas para leer toda su obra. No hace falta leerla entera de un tirón. Entre tanta fragmentariedad, la idea de una obra completa es como una montaña enorme que mirás por la ventana o que mientras vas escalando te da paz. Podemos guardar unos libros para después, pero siempre estará tu maestra en el horizonte. Como un cuadrito que ponés sobre tu escritorio. Y te mira. Y podés preguntarle cosas como, ¿qué harías vos, Wisława? ¿Cómo se escribe sin hacerse la sensible? Yo ya empecé mal. Escribo una carta. Te digo Wisława. Además estoy usando oraciones cortas. Le da demasiado peso a lo que escribo. Demasiada emoción contenida. Demasiado aire. Las cosas quedan suspendidas, colgadas como cuadritos puestos sobre un escritorio. Voy a empezar todo de nuevo.

A.P.

W.S:
Te odio porque hablás de talento. Eso es algo que se tiene o no se tiene. Algo con lo que se nace y es una realidad muy dolorosa, injusta. Debería borrar la carta anterior, porque mostrar el proceso de escritura también es hacer la performance de ser sensible. El poema como borrador de otro poema jamás escrito. Las palabras tachadas. El texto como cosita chiquita en representación de otra cosa muy superior, menos terrenal, pero que no existe. Tus poemas, en cambio, son enormes. Tenés una mirada de dron, todo es visto desde muy lejos, abarcando los límites internacionales incluso. O un siglo entero. Entonces, ¿qué puedo hacer? Para eso están las maestras, para hablarles y preguntarles cosas. Voy a volver a leer tu Correo literario, tus cartas a jóvenes poetas. En realidad no sabemos si eran jóvenes, pero querían publicar sus poemas y sus cuentos en la revista de la que vos participabas. Y vos fuiste muy dura con las razones por las que no editabas sus textos. Igual, cuando las leo, me dan ganas de vivir más intenso, de empezar todo de nuevo.

A.P.

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Selección de cartas de Correo literario o cómo llegar a ser (o no llegar a ser) escritor, de Wisława Szymborska

Eug. Ł., Inowrocław. De nuevo el argumento de la «juventud». En esta ocasión, tenemos que perdonarle al autor que todavía no haya viajado a ninguna parte, que no haya tenido ocasión de tener vivencias interesantes y que no haya leído todo lo que habría que haber leído. (…) Lo cierto es, sin embargo, que un escritor se forma en su interior, en el corazón y en la cabeza: gracias a una innata (lo subrayamos, innata) predisposición a abstraerse, a vivir de forma emocional las cosas más pequeñas, a asombrarse incluso ante aquello que a los demás les parece normal. ¿Viajar al extranjero? Se lo deseamos de todo corazón. En ocasiones, puede ayudar. Eso sí, antes de ir a Capri, le recomendamos que se acerque usted al primer pueblo perdido que encuentre. Si regresa usted de allí sin ninguna impresión digna de ser anotada, nos tememos que no va a haber grutas azules que valgan.

Ir. Przyb., Gdańsk. No intente ser poético a toda costa, lo poético es aburrido, porque siempre es secundario. La poesía, al igual, por otra parte, que toda la literatura, acá sus fuerzas vitales del mundo en que vivimos, de las vivencias realmente vividas, de las experiencias realmente sufridas y de los pensamientos pensados de forma autónoma. El mundo hay que volverlo a describir continuamente porque nunca es el de antes, aunque solo sea porque antes no estábamos nosotros. Es posible que El canto borrascoso lo pudiera haber escrito Tetmajer, pero usted tiene veinticuatro años y treinta millones de compatriotas esperan saber, con el corazón en un puño, qué puede contarles de sí mismo.

Tad. G., Varsovia. (…) Para usted, la poesía es un territorio donde coger aliento tras las dificultades de la cotidianeidad, un territorio en el que uno se puede olvidar un momento de muchos asuntos del día a día. Es así como nacen algunas de esas estrofas de una gracia un tanto ingenua e infantil que, sin embargo, parecen estar al margen de un tiempo concreto y de la personalidad del autor. Los poetas «de casta» hacen justo todo lo contrario: la poesía no es para ellos un entretenimiento y una huida de la vida, sino la propia vida. Por eso intentan expresar en ella todo eso que usted aparta a un lado: las experiencias, el desasosiego, los reproches, las preguntas que se hace una persona adulta. No siempre les bastan los moldes poéticos ad hoc, y sus aforismos rara vez son tan cándidos. No aparentan ser más jóvenes de lo que son, ni saber menos del mundo de lo que en realidad saben (…).

Esko, Sieradz. La juventud es verdaderamente un periodo muy duro de la vida. Y si a las vicisitudes de la juventud se les une la ambición de escribir, entonces sí que hay que estar en forma para poder con todo. A ese estar en forma contribuyen la perseverancia, el esfuerzo, las lecturas, la capacidad de observación, una cierta distancia con respecto a uno mismo, la empatía, el espíritu crítico, el sentido del humor y el firme convencimiento de que el mundo se merece seguir existiendo, y con más felicidad que hasta ahora. (…)

Bolesław L-k, Varsovia. Nos parece que esos sufrimientos existenciales le sobrevienen con demasiada facilidad. Para nuestro gusto hay demasiada desesperación y profundidad lúgubre. (…) Piense usted en la vida como en una extraordinaria aventura que le está sucediendo. De momento, es nuestro único consejo.

*Selección de Correo literario o cómo llegar a ser (o no llegar a ser) escritor, de Wisława Szymborska, Nórdica Libros, Madrid, 2021.