En el año 2020 el videoclub de al lado de casa cerró. Sí, leyeron bien, año 2020.
El dueño del videoclub murió por covid. Solamente un virus volando desde China en el cuerpo de una persona en avión podía terminar con la empresa que resistía dignamente ante los tanques Netflix, HBO o Cuevana.
Hasta hace unos días todavía podía ver en una de las ventanas donde funcionaba el local posters de películas tapando el sector donde estaba el mostrador. Qué momento de felicidad única era ir a mediados y fines de la década del 2000 a alquilar algún DVD para ver los viernes o sábado a la noche. El dueño del videoclub era más bien parco pero dispuesto a intercambiar alguna sensación sobre las películas que elegíamos para ver.
Ya remil instalada la cultura del streaming, cada vez que pasaba por el local veía desde la calle gente buscando algo para alquilar (seguramente ya en formato blu-ray) y me sonreía sin poder creerlo.
En esto de ir a alquilar películas, también está Yolanda, dueña del único videoclub que había en La Paz en los años 90. Con Lucho, mi amigo,íbamos a elegir los VHS. Demorábamos bastante recorriendo los estantes viendo las carátulas de las películas y una vez que entregábamos la plata salíamos corriendo de felicidad directo a la videocasetera a mirar las películas. La espada en piedra, Goofy: El campeón Olímpico, Fantasía y hasta Los pájaros de Hitchcock eran parte de las maratones de pelis.
Este fin de semana vi Días perfectos de Wenders. Qué belleza para contar una historia tan simple como la de un tipo que limpia baños en Tokio (increíble argumento). Un cuento minimalista hecho de delicadezas, sutilezas y ambigüedades. Muchas de las escenas por momentos nos dejan la sensación de estar leyendo poesía. ¿Qué decir de la música? Es el bait que nos hace delirar cada vez que aparece: Lou Reed, La casa del sol naciente, los Rollings. Días perfectos está en Mubi, plataforma en la que jamás vi algo malo.
Otra película que se estrenó hace muy poco en cines es El viento que arrasa, de Paula Hernández. La adaptación de la novela de Selva Almada tiene escenas híper literales que van a festejar quienes leyeron el libro. Una hermosura de diálogos, fotografía y música durante los 94 minutos de duración, con actuaciones descomunales de Alfredo Castro, Sergi López, Almudena González y Joaquín Acebo. La historia de un pastor y su hija, contada con intensidad poética y narrativa. Lo emocionante de la escena final de la película es algo que nunca me voy a olvidar en mi vida.
Aguante el cine, aguante el cine argentino. Aguante el INCAA. Resistir, luchar, hacer política y crear para convertir la vida en poesía y para que vivamos mejor.