Conociendo a Steve Albini

Martes 7 de Mayo del 2024. Vuelvo a casa después del trabajo y mientras viajo en el cole como a las 19.30 aprovecho para pispear las noticias. Ahí veo y digo “Nooo!…” y la gente del cole me mira sin entender. Ese día a esa hora me enteré que Steve Albini había muerto.

¿Y cómo llegué a conocer a este tal Albini, un ingeniero de sonido, cantante, guitarrista, compositor, productor y a veces periodista? En los 90 yo vivía en Paraná 5, era un gurí como cualquier otro pero al que un día le prestaron un casette de Pixies: el Surfer Rosa que escuchaba a toda hora hasta que la cinta se enredaba. En la secundaria el Caño Villasboas me prestó ese y tantos otros como Ramones, Pistols, Janes Addiction. Gracias Caño!

Se podría decir que el Surfer Rosa me cambió la vida pero ese fue uno de los tantos cambios. Con la llegada de Nirvana (Nevermind) la cosa se puso más punk, porque según Albini “el punk no era un estilo o un sonido; era un despertar de la percepción y la unión de todos como un artista que querían ser uno. No me puedo imaginar revolcándome en una mentalidad estancada o con un estilo único y estar contento”. Toda una generación preguntándose ¿Qué es eso? La belleza.

En el 93 Albini produjo el In Utero y es ahí cuando uno quiso sacar más info pero internet no era lo que es hoy. Igual, de una manera u otra, logré acceder a la discografía de Big Black y es ahí donde se produce un clic. La música ya no es convencional, ya no es lo digerido y procesado en radios FM. La percepción es otra: “He escuchado otras bandas que la gente suele asegurar que están influidas por Big Black, y suelo decirme “no suenan a Big Black para nada. Probablemente sea porque después de estar en la banda, mi percepción de la misma es completamente diferente de la del resto de la gente. Sé que hay algunas personas que creen que nosotros somos como una especie de máquina de rock industrial recargada, oscura y aterradora, y yo pienso que esencialmente sólo éramos tres tipos raros que tocaban una versión un poco retorcida de la música rock que nos interesaba y que siempre estábamos escuchando. En la banda no existen segundas intenciones o algún plan, ni nada parecido”.

Mientras tiraba ruiditos con Big Black, Albini se recibe de licenciado en periodismo al tiempo que se dedica a ser un provocador que ocupa su tiempo escribiendo para fanzines locales y reseñando la escena punk de Chicago. Todo bien hasta allí, pero ahora, ¿cómo llega a ser productor? “Llevo involucrado en la grabación de discos desde que empecé a tocar en bandas o algo parecido. Lo hice porque todos mis amigos estaban en bandas que necesitaban ayuda en el estudio, tenían como una especie de miedo a ser maltratados por los ingenieros de grabación de las casas de discos. Me solían pedir que acudiese y mediase entre la banda y el personal de la casa. Cuando empecé, yo solía grabar un montón de cosas utilizando mis propios medios, porque era mucho más barato que acudir a un estudio profesional. Muchos de mis amigos me empezaron a preguntar si podían grabar con mi mismo equipo porque era lo único que había en ese momento”.

Eso sí, no le gustaba esa palabra: productor. Más bien lo suyo era la ingeniería de sonido, colocar micrófonos en distintos ángulos, en diferentes instrumentos o estructuras, como un nene con juguete nuevo. Es más, la palabra Productor le causaba un rechazo por lo estereotipado del personaje en cuestión: “Cuando pienso en un productor, se me viene a la mente uno de esos perdedores de la industria con barba y cola de caballo que se sienta en una silla y le dice a la banda lo que tiene que hacer. He oído hablar sobre grupos que llevaban como diez años juntos y que entraban en el estudio y allí estaba el productor diciéndoles que su batería no era lo suficientemente bueno, así que quería traerse uno de sesión. Yo eso no lo entiendo. Pienso en el grupo como en una unidad que me parece sagrada. Son esos chicos los que realmente quisieron ponerse a tocar, a componer las canciones y almacenarlas en sus cabezas”. En fin, creo que los que estamos en el ámbito musical y sobre todo del under sabemos a quienes se refiere.

Pero lo que lo hacía único en este ambiente era su accesibilidad para obtener sus servicios.  Una banda como Fun People se hacía de sus servicios a cambio de cero $. Nekro recuerda: “Steve nos dijo que quería hacer el disco (The Art(e) of Romance)  y que no nos cobraba nada, solo el hospedaje en el estudio. Pero que solo tenía 6 o 7 días disponibles. Grabamos 20 tracks en poco más de media hora. Me contó que con lo que ganaba en el mainstream podía darse el gusto de grabar bandas como la nuestra”. Y para echar un poco más de luz sobre el asunto, es el propio Albini quien declararía: “Yo no cobro dinero por usar el estudio de mi casa. Cobro por mi tiempo. Así que si una banda tiene un amigo que sabe cómo funciona el equipo, entonces no les costará nada. Si le dan a ese amigo ganchitos y cerveza, entonces eso será todo lo que se gasten. Creo que es muy importante hacer un disco con una cantidad de dinero razonable. Si estoy trabajando en un disco que va a costar más de mil dólares, entonces empiezo a ponerme incómodo”.

Jugador empedernido de póker, llegó a ser profesional de ese juego ganando cientos de miles de dólares en una sola partida. Gruñón, entusiasta, gran conversador, consumidor de videos de gatos y, por encima de todo, un referente ético para una industria obsesionada con los números por encima de la obra. Su pérdida por un fulminante ataque al corazón llegó a unos tempranísimos 61 años, apenas unos días antes de la publicación del nuevo disco de Shellac, To All Trains, que estará disponible el próximo 17 de mayo.

Y hablando de Shellac, cuando se hizo el primer Primavera Sound en Argentina (2022), me mandé solo para verlos pero se bajaron del cartel y en su lugar vinieron Los Planetas. Una pena porque cada vez quedan menos genios como Steve.

jpg Todos los discos que produjo Albini

*La imagen de portada es una ilustración de Leo.