Crónica del FIPR 2024

Una mochila y una terminal, así empieza el viaje hacia un festival de poesía. La ciudad destino es Rosario. Ya ni me acuerdo cuántas veces fui al FIPR. Como invitado esta que pasó fue la segunda. Otras veces fui cuando tenía con Manu Podestá editorial Gigante. Y la última anterior a ésta fue la del 2019 cuando fue Durand recién llegado de Filipinas.

Volvió el prime de la organización, volvimos nosotros.

Nada. Como se dice ahora. Llegué a las tierras donde supo nacer el Pibe Cabeza el jueves a la tarde. Camino por Cafferata hasta Córdoba donde espero el bondi que me lleve al centro. No sé si los rosarinos le dicen centro como les decimos los paranaenses al menjunje de comercios estampillados de gente y peatonal. Son tipo las siete de la tarde.

En lo que va del año fui varias veces a Rosario así que arriba del bondi no tengo la necesidad de agarrarme al Google maps por miedo a perderme. Me pasa lo mismo cuando voy a CABA. Medio que ya se me hacen familiares algunas ciudades.

Entonces en los auris voy escuchando Mati Fisher y mirando la ciudad por la ventanilla del cole. La tarde está flama. Hay gente por todos lados en la calle cuando paso por Oroño. Ya no estoy en Paraná, ya estoy en la tierra de los versos. Hay demasiada gente y la tarde de noche es hermosa.

El hotel que me espera es el Urquiza. Alto hotel. Hago el check in, ok. Digo mi nombre y mi apellido, pelo el DNI diciendo que vengo al Festival Internacional de Poesía. Keeeeeeee. Ya me empiezo a sentir raro. A la mañana estaba en Farmacity en Paraná resolviendo el inconveniente de una crema Nivea con un tapón averiado, a una clienta bastante endemoniada que había extraviado el ticket para el posible cambio, y a la tarde estoy en otra ciudad, acodado a un hall de un hotel cuatro estrellas y media diciendo que soy un poeta invitado a la edición número 32 del famoso FIPR. Así es la vida. A veces estás comiendo un roll de canela y después en cualquier otro lado.

Dejo la mochi en la habitación. Re grande la suite. Pienso que puedo vivir tranquilamente acá de una. Dos teles. Dos aires. Un sillón cama. Cocina. Pava eléctrica. Cama enorme. Todo piola. Amago un baño pero no. Me voy a perder las lecturas en Lavardén. Me mando derecho a pata para allá por Corrientes.

Llegó a la Lavardén y me los encuentro a Ariel Aguirre y a su novia. Les mangueo un pucho y nos quedamos ahí hablando al pedo. Ya me empiezan a convidar birra. Le mando un mensaje a Tomi Fadel y me dice que llega mañana. Me dice mañoso, le digo que lo extraño.

Miro el antiguo bar Oui ahora es una hamburguesería. Recuerdo la escalera del patio del fondo. Este año no va haber escalera. Las lecturas de trasnoche van a ser en Lavardén. Es imposible que no recuerde la famosa noche de la presentación de la antología 30.30 cuando subí a leer recontra borracho en ese mismo lugar en 2013. Ya tengo 40 me digo a mí mismo, ya no puedo hacer esas cosas que hacía de pendejo. Me acuerdo que Manuel esa noche se enojó conmigo, con justa razón, porque lo dejé tirado vendiendo libros en la feria de editoriales abajo mientras yo como siempre haciendo sociales con todo el mundo, tomando birra y hablando de poesía. Me olvidé el bolso con la recaudación de ventas. Los fuimos a buscar al otro día a la mañana, por suerte estaba.

Los festivales básicamente son eso. Tres días a pleno. Hablando, escabiando, escuchando, hablando, tomando mate, caminar, comprando birra en kioscos, ir al baño, escuchar leer poesía, fumar, hablando de nuevo, comprando birra, ir al baño, prender un cigarrillo, hablar con alguien que te paró mientras otro te espera afuera con la lata fría de birra, volver a entrar para ir al baño, hablar, entrar a escuchar versos, tomar birra, hablar de vuelta, mirar libros, dejar de escuchar la lectura para ir al baño, para ir después de nuevo a comprar birra a un kiosco, para volver a entrar a escuchar poesía. Bah, mis festivales son así.

Pero bueno sigo. Subo el ascensor, solo tres personas. Quinto piso. Llegué y justo subió a leer Martín Prietto. Lo encuentro a Monti y a Santi Pontoni. Más allá estaba Marian que lo saludo de lejos. También estaba Luki pero no lo conocía en persona. Si de nombre. El Gonza Vega escucha sentado al lado de Julita. Me quedo parado con los pibes escuchando la lectura. Me muero por una Santa Fe bien fría. Lo veo a Garamona que pasa por atrás y va al baño. A la vuelta me da un abrazo efusivo.

Subimos a la terraza de Lavardén a fumar y ahí se arma la ronda más grande. Nos saludamos, nos preguntamos cuándo llegamos y cómo estuvo el viaje, ya vamos mirando el cronograma de las lecturas. Me pongo a mirar la cúpula hermosa que está ahí no más. Rosario tiene unos edificios increíbles. No soy Leila Guerriero uso palabras bastantes absolutas para describir. Es que mi educación primaria fue en los 90’ durante el menemismo.

Me toca leer en la trasnoche. En la terraza Gonza le pregunta a Blatt si se pone nervioso antes de leer. No me acuerdo la respuesta de Marian pero creo que dijo que todavía un poco sí. Escuchar esa conversación me dio un poco de cagazo. Igual como eran muchos los que tenía antes en la lista, había espacio para tomar birra y zafarla un toque. Nada. Me uno al grupo de Anaclara, Paula y Flor Giusti me quedo ahí charlando y tomando y hablando y tomando. Hay una fila tremenda de gente esperando comprar cervezas o fernet.

Rosario tiene algo que otra ciudades no tienen. La cantidad de gente que va a escuchar leer poesía da impresión. Si Martín Piroyansky hubiera ido alguna vez a Rosario se llevaría otra sensación de lo que es un recital de poesía. Hubiera sido otra la escena que hace en el bar de Porno y Helado en la temporada uno. No solo que los recitales son concurridísimos  sino que la gente está muy en silencio. Eso es flashero. Litúrgicos como es la poesía.

Me subo al escenario con una lata de Santa Fe que dejó apoyada en un banquito. La mochila queda a mis pies. Tardo bastante en sacar el papeleo con los poemas impresos. Ya había elegido el poema para leer que se llama Comprar es vivir (el que habla que estoy endeudado) creo que es un poema que se van a sentir identificados en esta Argentina de Milei.

Pancho Casas de pollera negra no se la hace fácil al Marian que tiene que cerrar la noche. Igual Blatt no defrauda nunca. Nació para eso. La gente lo escucha hipnotizada. Es libre y se siente como Román en la cancha de Argentinos Jrs. Juega en el patio de la casa arriba del escenario entre las luces. Cierra la noche leyendo la letra de un tango. Crack.

Bueno terminó la primera noche del festi. Pasa Garamond y me tira al oído una dire. Jamaica no sé cuánto. Que se seguía ahí. Yo estoy con Santi Pontoni que me dice que mepa que no da. Que al otro día tenía que ir con Luki a leer a la cárcel a las ocho de la maña. Yo estoy piola. Re quería irme al hotel a dormir a esa super mega cama. Además en la mesita de luz me estaba esperando Topología de la violencia de Byul Chul Han que ya me había enganchado.

Igual tomamos unas birras más en la vereda de Lavardén y con un grupo de pibes y pibas nos volvimos pateando al Urquiza. Cuando llegamos quedamos veredeando con Dai, Monti, Berni, Dani Zelko, la novia de Berni, Julieta y Ana Wandzik. Perdón si me olvido de alguien. No soy cronista no uso libreta. Había un kiosco enfrente donde recargábamos las latas. Yo le empecé a quemar el gorro a Berni con Néstor Sánchez. Berni me escucha y se rie. Es difícil sacarle data pero siempre algo logro que me cuente. Tiene un archivo en la cabeza.

Nos despedimos tipo una y media de la madrugada y cada chancho a su casa, perdón a su habitación.

Día dos viernes. Me levanto a las seis. Tomo un Sertal y el Foxetin diario. Me doy cuenta que no traje ni cepillo de dientes ni pasta. Espero hasta las ocho y pico que abra una farmacia que está a un par de cuadras. Cuando bajo lo veo al Santi con Luki sentados firmes e impecables esperando a la combi que los lleve a cárcel a leer.

Vuelvo y encuentro a Garamond en el ascensor.  Me invita a fumar a la terraza. Le digo que voy después del desayuno.

Los alimentos del desayuno no continental están sobre una barra. Hay de todo. Tímido agarro una bandeja le pongo un platito y me mando a los huevos revueltos. Le sumo una ensalada de frutas, un trozo de sandía. En eso me lo cruzo a Fisher que me pregunta cómo es la onda del desayuno, le explico y elijo sentarme solo en una mesa.

La veo a Lucia Bianco con ella leí en una mesa en Buenos Aires hace como diez años, ni se debe acordar de mí. Después más allá está desayunando solo Franquito Rivero. No lo conozco salvo por nombre. Le tengo que comprar los libros, me digo. desayuno. Voy a la terraza a ver si todavía sigue Garamond.

Lo veo sentado solo con un atado de puchos, un libro y un vaso de cerveza. Me siento con él. Me cuenta que hoy es su cumpleaños, 48 años y lo saludo. Nos ponemos a hablar, él me pregunta cómo ando y yo respondo con monosílabos. Se suma Roberto Jacoby a la mesita. Tiene un bolsito color Naranja.

Hablan de la noche que todavía no terminó aunque el sol está fuertísimo. Hablan ellos y yo los escucho. Fran empieza a hablar de un escritor ecuatoriano de apellido Carrión que está invitado. Dice que la noche anterior le contó la novela que escribió de 600 pag que va a editar Planeta en breve en Argentina. Es media bolañesca dice Garamona. Parece que el ecuatoriano investigó durante 10 años la vida del Che. Y sacó la conclusión de que era gay. Escucho que ellos cuentan anécdotas famosas del Che. Me entero de una que no conocía. Que Allen Ginsberg cuando llegó a La Habana dicen que dijo que se quería recontra culear a Guevara. Ahí no más lo subieron a un avión de vuelta a USA.

Yo pienso. Algunos van a la clínica de poemas de Daniel Helder. El desayuno con Garamona y Jacoby no es eso, claro está. Pero me copa y aprendo. A mí modo tuve una clínica, cavilo.

Yo me tengo que ir a las diez porque tengo un evento en un hogar de día junto a las poetas Julieta Novelli y Fernanda Jurado.

Vamos caminando desde el hotel con Julieta Novelli hasta el Instituto Chicos, yo le digo hogar pero en realidad es un instituto que se llama Chicos, donde se desarrolla el taller de lectura y escritura que se llama Luces. Nos encontramos en la esquina de San Lorenzo y Corrientes con Lequi que es uno de los coordinadores del taller. Lequi cae con unos chicos que participan del taller, no recuerdo los nombres de los pibes y es un garrón que no recuerde.

Vamos caminando y Lequi nos va contando más o menos lo del taller que ahí participa una banda de gente que va a ese lugar en donde se juntan y comparten por sobre todo la amistad pero a través del poder de la palabra. Esto a mí me emociona bastante porque generalmente el ambiente de la poesía o de la literatura no es gente de mi misma clase social o sí, pero generalmente es otro tipo de clase.

Entonces cuando voy a estos lugares me gusta y me siento un poco, no quiero decir cómodo, porque también en el ambiente de la literatura desde hace muchos años también me siento cómodo. A lo que voy es que es distinto. Lo que sucede en este lugar es como que me une ideológicamente más a lo que yo empatizo con el arte y la sociedad, que no es leernos entre nosotros y quedar como encerrados en una esfera ahí encapsulada. Sino que lo que hacemos, ya sea la escritura o la poesía, se une más al pueblo se podríamos decir.

Entonces llegamos y era un montón de gente y de distintos palos o de distintas tribus o no tribus no sé cómo llamarlo para que no quede despectivo. Chabones y chabonas que laburan, obreros informales, pibes que viven en hogares o en residencias de distintas edades que pasan necesidades. Se armó una ronda enorme donde todos leímos un poema así como cada uno y eso estuvo buenísimo porque los tres invitados al festival no es que dimos cátedra ni nada sino que fuimos de igual a igual ahí con ellos y en realidad somos eso.
Me pareció una experiencia increíble, eso no pasa en la ciudad en la que vivo y es lo que más por ahí me emocionó y obvio que Rosario es una ciudad muy grande con más apertura mental en todo sentido. Nadie se discrimina y no sé si discriminar es la palabra correcta,  me estoy cuidando de decir algunas palabras para no quedar como no sé, despectivo. Pero a lo que voy es que lo que ocurre, ahí en ese lugar, me hizo pensar que no todo está perdido, no sé, mágico.
Pibes jóvenes, pibas, mujeres, había parejas había drag queen con desenvolturas que leían sus poemas sexuales tipo performance como los poetas invitados al festival que veíamos a la noche y en una parte no entendía por qué esos chicos no tenían la posibilidad de estar invitados al festi, tenían una performance muy parecida a los poetas invitados al festival. Pero a ellos no sé si les interesa la poesía y está bien, se lo toma más como un lugar de encuentro de amistad, de compartir un momento, de escucharse. Me pareció genial, la verdad quisiera volver alguna vez a ese lugar para compartir y seguir.

Después nos prepararon un almuerzo comimos todos juntos seguimos hablando me puse a hablar con una pareja de unos chabones me contaban que él colaboraba, su novia estaba al lado. Él tenía una campera de Rosario Central y me hablaba de que vivía con su mamá y con su abuela pero bueno que los chicos querían mudarse porque la abuela tenía Alzheimer y había un par de problemas en su vivienda, ellos querían hacer su vida pero a la vez la situación económica no se los permitía, los alquileres estaban caros, solo escuchaba y metía algún que otro bocadillo pero me gusta escuchar las historias de las personas más que nada.

Después había otro pibe que contó que no recuerdo el nombre, yo le puse Chulo intergaláctico, contó un sueño increíble, un sueño que era como una película en donde él había viajado a supuestamente otro planeta en donde estaba Messi y hablaba con él, nada no recuerdo exactamente bien el sueño como para explicarlo en palabras solo quedó en mi mente una sensación agradable y que para mí fue una de las cosas más lindas del festival.

Es muy importante esa rama que tiene el festival, de unión con la ciudad me parece que es lo que lo hace distinto de alguna manera a otros festivales, en donde no todo queda en el ambiente de la literatura sino que se expande a otros sectores de la sociedad. Rosario tiene una especie de fanatismo por la poesía y la escritura y no es que van dos o tres gatos locos a esos lugares, sino que va un montón de gente.

Yo creo que no sé si se da en otra ciudad eso o sí, hablando con otros poetas me decían que sí, que en Buenos Aires a veces se da y va mucha gente a dar talleres a clínicas de rehabilitación y todo ese tipo de cosas pero esto era bastante, veía al pueblo ahí, veía a todo el pueblo en esas personas, no eran residentes tampoco del lugar, era gente que iba ahí, no exigían presencia o no tomaban asistencia era como que iban si les pintaba y después iban otros y eso lo hacía como algo muy libre y buenísimo, la verdad que increíble. Sumado a que hay un apoyo del estado obviamente que les edita todas las cosas que ellos escriben y tienen fanzines y tienen libros impresos y nada, me regalaron y me traje.

Vuelvo al hotel me tiro un siestón. Me despierta el teléfono de la mesa de luz. Es la recepcionista del hotel que me explica que por un corte de luz en casi todo Rosario, el evento programado para el Parque España se traslada al Centro Cultural Fontanarrosa. Me quedo un rato más tirado en la cama. Me pego un baño armo la mochi y encaro para el Fontana.

Tomi me mando un mensaje, trae churros broder me dice. Camino por Corrientes compro facturas en una panadería, no había churros. Voy con el mate en la mochi. Llego y me mando para la feria de editoriales. Me encontro con el Tomi, mi amigo. Tomamos mates y facturas. Se arma alta ronda de mates con los pibes. Le hacemos el aguante ahí a los feriantes.

Compro libros en la feria. Le compro a Gerardo de N direcciones el Archivo 0, traducción de Petrecca. Le compró a Luki el último Diablada que le queda, edición boliviana. Empiezan las lecturas de la tarde del viernes.

Acá quiero hablar del presentador oficial del festival, el Perry. Me mata escucharlo, tiene un aura especial para el trabajo que hace. Antes de que arranquen las lecturas da una explicación detallada sobre el corte de luz en toda la ciudad y el traslado del evento al nuevo edificio. Otra cosa que destaca al festival de otros es que tiene un presentador oficial. Y no es cualquiera, es el presentador. Tiene timing. Lo escucho maravillado. Un genio el Perry. Me cuenta que desde 2019 que no participaba del FIPR. No Perry, no FIPR. Y tiene larga jornada laboral por delante.

El otro personaje que aparece en el festival es el eventero. No es un termino que inventé yo, me lo dijo Anaclara y desde ahí no paro de pensar o construir el personaje de eventero. En todas las ciudades los hay. El eventero es el que está en todas las lecturas, no se pierde ninguna. A veces hasta se lo puede ver con una libretita anotando andá saber qué cosa. Se come jornadas tipo laborales de ocho horas seguidas escuchando leer poesía en voz alta, una tras otra. No toma alcohol, no fuma. No va al baño y no se lo ve hablando ni molestando. De hecho mira de reojo si nota una actitud incorrecta en el público parlante que cuchichea mientras el poema suena.

El eventero no habla con nadie. Solo contempla, escucha y analiza. A veces da miedo detectar un eventero pero creo que en el fondo es una persona piola aunque tendrá como todos algún mambo. El eventero no quiere dejar el puesto y ascender a artista con micrófono. No es un personaje público, más bien se oculta y es muy difícil detectarlo. Su cara aparece y desaparece fantasmagóricamente. Es como un espía. Un agente. Tierno eventero.   

Yo no soy, claro está, eventero. Así que me pierdo la mayoría de las lecturas. Ando afuera escabiando. No es que no escuche ninguna.

Me siento en una colchoneta al costado en el piso y escucho toda la lectura de Jacoby. Es distinto al resto. Sobresale el barroco y cuando usa el yo construye una historia que te deja atrapado como una película. Lee muy bien y entrás en su portal. Lee un último poema sobre sus padres que es buenísimo.

Yo leo más tarde y también quería leer un poema que justamente se llama Mis padres, de mi libro Dinero. Le preguntó a Berni si daba. Sobre todo porque toca también el tema de la Amia y los noventas. Pero yo soy más jovén y se me mezcla esa explicación con el corte de trasmisión de los dibujos en la tele de los 90’.

Julita me había pedido que lea el poema del vendedor de sandía, le digo que es re largo que no quiero extenderme. De grande ya no quiero leer tanto. Tres poemas y listo. No quiero aburrir. Pero bueno al final leo el poema sandía. Y también el de mis padres.

Vamos a comer con los pibes al Cairo. Tomi, Fran y su novio, Nachito, Marian y yo. En el Cairo hay un tributo a Pink Floyd, la puta madre. Nos morimos de hambre. Nos sentamos lo más lejos posible del show. Voy al baño y paso por la mesa de los galanes, donde se sentaba Fontanarrosa. Todavía hay un viejo amigo suyo ahí medio embalsamado no entendiendo nada. A Marian le da risa una publicidad sospechosa que está sobre el mantel de papel, publicita negocios inmobiliarios detallando hora y día exacto y mesa específica del mismo Cairo, nos suena turbio. Explotamos de risa, imaginando situaciones bizarrisimas. Masacre terrible de milangas y papas fritas y birras.

Volvemos para la trasnoche al fontana. Lee Santi Pontoni y Luki. El santafesino tiene un saco y un sombrero y lee sus poemas entre el público moviéndose performático. Es como un mago de las metáforas, fusiona el litoral y el metal. Me cuesta escribir de un amigo. Tengo miedo que se vuelva loco. Que el lenguaje se estire tanto al llegar a la imaginación, pero me dice que no, que me quede tranquilo. Santi es un pibe trankilo y piola, del litoral de río metálico.

Después lee Luki lo escucho desde afuera. Performance y desenvoltura. Tiene cancha y los poemas suenan increíbles. A lo último se deja llevar y apoya el micrófono un poco fuerte y el sonidista se enoja pero no pasa nada. Además es altísimo.

Era la noche para reventarla. La seguimos en el Bon Scott. Vamos en uber. Y un par van en otro auto. Era tarde, llegamos cerca de las tres de la madrugada. El bar está a punto de cerrar. Compramos la cantidad de birras posibles para tomar que nos vendan. Pero los empleados se quieren ir. Levantan las mesas y nos ponen las birras en envases plásticos. Estamos sentados en una mesa donde hablamos de poesía y del taller de clínica de Helder.

Se habló del poema batucada y del poema milhojas. Definiciones de Dani.

Con Tomi decimos que vamos a ir de oyentes al otro día, pero al final ni fuimos. Teníamos ganas pero nos levantamos tarde.

Hubo una migración de pibes que paraban en el hostel al hotel Urquiza y otras casas de chicos que viven en Rosario. El hostel estaba picante.

Sábado ahora sí Parque España y jardín con árboles de jazmines gedes. Llegamos temprano. Armamos las mesas de venta de la feria editorial a la sombra de los arbolitos.     

Las lecturas se escuchan desde el patio. La tarde empieza con mate hasta las seis de la tarde. Después la birra. El kiosco queda esta vez más lejos, cruzando el puente. Cada vez que alguien va tiene que traer un pack.

Escucho la lectura de la mesa de Territorios de la lengua. Franco Rivero lee lento y genera un ambiente religioso único, la acústica del Parque España ayuda increíblemente. Victor Zárate viene de las tierras de Gildo Insfrán, lee los poemas duramente, con el libro pegado a la cara. Tiene una aura curtida como si fuera un guerrero qom poderoso e inquebrantable, la poesía lo sensibiliza demasiado, lo saca de eje. Vanesa Gallardo Llancaqueo lee un poema en Mapuche recordando viejos nombres de mujeres injustamente cambiados por la historia europeizada.

A la próxima mesa de lengua europea no entro ni la escucho.

Lee Pancho Casas la sala está repleta escucho los poemas desde afuera. Miro la infraestructura ladrillera del Parque España, más allá el río acarreando barcos con contenedores Maersk que van para Europa. Los poemas del chileno rebotan en las paredes, levanto la cabeza y escucho la influencia en algunas barras a lo Rodrigo Lira.

Mariano Blatt lee más tarde. A sala llena. Lo veo desde atrás. Un padre reta a su hijo que juega con algo tirado en el piso. Marian objetiviza una puertita de alambre típica pero olvidada por mi memoria, de las casas de provincia, recordada ahora por la imagen del poeta hincha del bicho. Poemas cortos. Juegos del lenguaje. Dominios de la respiración al pie de la tonalidad de la palabra, bien pasada entre una y otra.

Garamona que el día anterior no pudo leer en la trasnoche ahora a la tarde lee poemas de su libro odio la poesía objetivista. Tiene el mismo problema que yo. Digo porque en un poema cuenta que la novia lo reta si habla de otra chica en los poemas. Me identifico. Pienso en la chica que me gusta y en sus celos. Y en que muchas veces no puedo mostrarles poemas que escribí  antes de conocerla. Si uno quiere de verdad no hace cosas que sabe que al otro le molestaría. El amor es el anti ego.

La noche llega. Toca Perro fantasma. Van y vienen las birras en el Parque. Es un mundo de gente. Todo está explotado. Camino y al que veo que está con una lata de birra le jeteo un trago.

Estamos sentados en los bancos escuchando la banda. Surge el interrogante de que ya no existe ni un sólo poeta menor de 25 años heterosexual.

Se va terminando el festi. Tenemos un hambre que da calambre. No hubo vianda de cena y venimos tomando birra desde tempra. Vamos a comer algo con los pibes. Elegimos algo cerca. Pizzeria las tortugas ninjas. Cierran en media hora. Pedimos rápido. El encargado del local fue a la clínica del taller de Helder. Nos invita a la mitad de la cena. Es fan de Mariano Blatt, se acerca y le dice que leyó sus poemas. Marian se pone tímido, pero le agradece, todos le agradecemos la buena onda y la atención.

Comemos como unos animales. Yo me clavo 5 porciones, Tomi 4. Marian se cuida más. Después de comer fumo un armado que quedaba arriba de la mesa. No me doy cuenta y era un porro. La marihuana me cae mal. No soy de fumar. Nos empezamos a reír todos. Caen unas chicas de la residencia y se quedan ahí, piden para comer pero después se van a Bon Scott. Parece que toda la gente del festival la sigue en ese bar.

Nosotros ya estamos medio cansados. El turco quería ir pero yo tenía bondi a las 9 de la mañana para volver a Paraná. Nos fuimos a dormir. Al otro día nos enteramos que Santiago Motorizado hizo karaoke en ese bar luego del festival de música Bandera.

Al otro día nos levantamos temprano. Desayunamos agua. Ya no me entraba más comida. No tenía hambre. Tomi se quiere ir tempra para CABA. Marian carga un termo lumilagro ploteado de Argentina. Nos ponemos a charlar sobre la final con Francia del 2022.

El poeta Carrión habla con la poeta cubana en la mesa de atrás.

Le dejo la tarjeta a Tomi y le digo que se haga pasar por mí y que haga el check out. Pido un Uber. Llego a la terminar. Me duermo, despierto en Paraná.