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¿Cómo puede un empleado de comercio olvidar sus dos semanas de vacaciones en México durante el gobierno de Milei? ¿Acaso no es comparable a la situación de aquellos empleados estatales que, en la “década ganada”, fueron sorteados en los Procrear y hoy abonan cuotas irrisorias, desfasadas por la inflación, por terrenos amplios donde construyeron sus casas? Bien merecido lo tienen.
El conurbano puede ser Vietnam, como le dijo Fantino a Rosemblat, después de que Pepe intentara explicarle teóricamente el significado de la justicia social. Sorprendentemente, titubea y divaga mientras articula una respuesta que suena maldita y peronista en este presente mileísta. La escena recuerda a un profesor, el “gringo” de San Francisco, Córdoba, frente a un alumno que quizás no estudió lo suficiente, oriundo de algún barrio de las sesenta manzanas que conforman CABA.
“¡Te tiene que correr Fantino, maaaamiiiitaaaaa!”. Siento un gran respeto por Alejandro Jorge. De hecho, en mi adolescencia quise ser periodista deportivo por él. Seguía con fervor sus relatos de Boca por Radio Mitre a principios de los dos mil. Y ese “sueñito argentinito” de un joven del interior que conquista la capital, digamos que me mantenía optimista en aquella Argentina económicamente destrozada. Luego lo seguí en “Mar del Fondo” e incluso lo defendí a capa y espada en redes cuando, en pleno macrismo duro y puro, tenía un libro de Juan José Saer apoyado sobre la mesa en “Animales Sueltos”. Le tengo mucho aprecio, quizás porque es hijo único como yo. Quién sabe.
Es innegable que es un tipo preparado. Resulta increíble cuando, en la nota de YouTube, entre tantos giros narrativos, culturales e históricos que Fantino le refriega a Rosemblat, menciona a Aldo Manucio. Un nombre que, hasta ese momento creía yo, solo conocíamos los fanáticos de las impresiones, ediciones, diseños, etc.
Pero volvamos al punto para que me entienda mi tía del barrio San Agustín.
Ya no sé qué pensar. “La paranoia también puede ser buena compañera”, decía un gran amigo y maestro. Pero explíquenme qué sentido tiene que “Gelatina” lleve al “gringo” Fantino y lo ponga mano a mano con Rosemblat, quien lo supera bibliográficamente durante las casi dos horas que duró el stream. ¿Acaso “Gelatina” también transó con el libertarismo y fui operado o “baiteado” (no sé cómo se dice ahora)?
Porque ver esa entrevista no hace más que evidenciar que si el peronismo depende de los consumidores de “Gelatina”, Javier Milei se quedará mil años y le harán una estatua gigante de miles de metros de alto y de oro, como la de Mao en China, en el medio de La Matanza.
Ya no hay hechos, quizás nunca los hubo, al nivel de la interpretación que se hace de ellos, diría el viejo bigotón alemán del siglo XIX. Lo que siempre existió es el lenguaje. Entonces no hay hechos, hay lenguajes, narrativas, oralidades. Y hoy más que nunca, capaz que fue así ontológicamente siempre, gana el que tiene más labia, chamuyo, épica, llámalo como quieras.
“La verdad no está en ningún lado”, bien lo dice Alejandro Fantino en la entrevista. Pero Pepe, hermano, podrías contrarrestar de mil maneras al oriundo de un pueblito de Santa Fe, hijo único de un cosechador de campo, con ejemplos de justicia social peronista. Vivís en la “Suiza argentina”; brother, recursos no te faltan.
Por ejemplo, las miles de casas que se repartieron en los tantos Procrear en todas las provincias durante la “década ganada”, a tasas de interés francesas. Eso le tendrías que haber dicho cuando el “gringo” te chicanea con lo de Vietnam y La Matanza, y ustedes gobernaron cuarenta años. “La verdad no está en ningún lado”, te lo dijo en la cara, solo existe lenguaje, chamuyo, oralidad. Pero para eso tenés que estar formado.
Es muy interesante que los pibes entiendan que a estos tipos “libertarios” se les gana bibliográficamente, estudiando como ellos nos ganaron a nosotros. Nunca me olvido cuando escuché decir que nunca vieron a Milei sin un libro bajo el brazo. Los subestimados serán los primeros. Ya no alcanza con las veinte verdades peronistas ni con ofuscarse frente al celular diciéndole “burro” a Milei por alguna tontería que haga.
La gente que está al frente de los canales de stream de comunicación y que tiene miles de views debe ser muy consciente de esto. La historia se los pide, muchachos. Porque si no, va a ser muy complicado todo.
Volviendo a la chicana Fantino vs. Rosemblat.
Hoy es fácil pegarle al progresismo con eso de que “pudiste casarte con una oveja o autopercibirte robot en tu DNI argentino”, pero nadie te dio la posibilidad de un crédito hipotecario para la casa propia. Un caso que, dependiendo de cómo se lo analice, arrojará conclusiones dispares. Pero teniendo en cuenta el mundo que se viene –la guerra comercial entre Trump y Xi Jinping–, comprarse una casa hoy en día, año 2025, quizás sea más difícil que viajar a Marte en mil trescientas ochenta y cuatro cuotas.
Los costos de las viviendas en lugares dignos, esos hermosos terrenos del Procrear que se dieron durante el cristinismo, van a tener un valor más que simbólico, quizás hasta pasando a un terreno teológico, como bien dice Fantino cuando se refiere a los ismos.
¿Por qué mi abuelo era peronista? Porque Perón le quitó el hacha con la que talaba árboles en Chaco y lo vistió con un mameluco en un frigorífico de Santa Elena por más de cuarenta años.
Hasta acá creo que estuvo bien crítico.
Nos vemos el próximo miércoles.