Culos de botella al otro día de la fiesta

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Estoy de vacaciones. Vivo un poco desordenado y sin horarios mientras los días pasan. Estoy leyendo varios textos a la vez. Todos quedan señalados en donde los dejé. Como culos de botellas al otro día de la fiesta.

Tengo libros empezados sobre la mesa de luz. En la cocina. En el baño. Arriba de la mesa de la compu en la que escribo. Conviven en el mismo ambiente. Conducción política de J.D. Perón, la biografía de Elon Musk de Walter Isaacson y la poesía completa de Daniel Retamar, Detrás de estos ríos, un poeta que no conocía, nació en Crespo, Entre Ríos, que murió en los 90’ y su poesía me hace acordar mucho a la de mi amigo Ariel Delgado que murió en 2011.

Y después veo películas y series. Enlaces de Youtube que me pasan por WhatsApp. Por ahora puedo manejarme sin problema tratando de consumir todo junto al mismo tiempo. Lo disfruto, no me hace mal. Aprovecho este estado anárquico de pasar las horas sin cumplir horarios de trabajo, ni lidiar con clientes, compañeros de trabajo o jefes.

Fui al cine, a nadar, al monte, dormí en carpa, tiré prohibidos en una fiesta en Bajada. Me enamoré y todo en enero, en lo que va del 2024. Todo es magnífico pero algo pasa. Con el contexto. Voy como a contramano. Pero yo no importo, pero a la vez los que estamos medianamente bien espiritualmente y con salud tenemos que mantenernos así. Para la batalla que se viene. No es momento para débiles. Ni para tibios. Eso me motiva. Porque me corre sangre árabe y caliente por la venas. Todo o nada. O blanco o negro, grises en este momento no, por favor.

Cómo hacés para ser indiferente si salís a la calle y ves una familia entera metida dentro de un container, caminás por la peatonal y no hay nadie, todo vacío. Hace más de catorce años que trabajo en el centro, empleado privado y nunca ví un enero tan así. Horas picos como las once de la mañana y las siete de la tarde sin demasiadas filas, negocios vacíos de gente.

Intentás buscarle la vuelta a la cosa, pensás que este mes tiene mil días, que es un chicle, que la gente se gastó todo en las fiestas. Tratás de buscar alguna respuesta en conjunto con tus compañeros de trabajo. Pero las caras de preocupación existen y siguen ahí.

Ayer fui a un banco a hacer un trámite. Aprovecho las vacaciones. El empleado que atiende me dice que no tienen sistema. Que entraron a trabajar y se encontraron sin internet. Un banco prestigioso y extranjero. Y el bancario me tira en tono de broma, pero ya sabemos que decía Freud sobre el chiste, –espero que no nos hayan rajado a todos– eso me dijo. Hay algo en el aire. Una tensión que vibra la cuerda floja de todas las personas que hacen a la Argentina más grande. Siento eso y me duele. No quiero que estalle todo. No quiero otro 2001. Los muertos los vamos a poner nosotros, no ellos.

Leo el portal digital de LPO. Una nota obscena sobre Macri. No dicen la fuente. Son todas voces en off. Pero de solo pensar que el Domador de reposeras es el armador territorial del nuevo horizonte político, me destruye.

Más que nada porque se me ocurre, idea mía igual, que el peronismo está quedando arafue de la coyuntura. No por la militancia, presencial y no presencial, que es una masa. Sino por los dirigentes. Que no parecería asomar en el paisaje inmediato ninguna cabeza grande onda Duhalde, como hace más de 20 años atrás. Ese rol parecería estar ocupado, hoy en día, por Mauricio.

Salvo por los gobernadores-radicales, aunque no sé si podría confiar mucho en estos dirigentes. Que son unos panqueques demencialmente nutritivos, de esos que comen los chetos, dictados por algún gurú nutricional de turno para ajustar una dieta sin tanta grasitas no saludables.

El Pichichi Scioli que entra por la ventana al nuevo gobierno Mileista como secretario de turismo, ambiente y deporte. Que no sé cómo tomarlo. Si se trata de una traición o será un infiltrado tipo Mata Hari que mantendrá un diálogo directo con el peronismo desde adentro, quizás esto último sea más una ilusión que otra cosa.

Por lo pronto hoy estará la vigilia, la de los ojos abiertos, de un 45% del pueblo que está harto. Que le exige a sus representantes, que se hagan cargo del tiempo histórico que les toca vivir.

Mientras tanto pasamos esta ola de calor espantoso un toque fritos y aplastados, en casa con aire o venti, en la playa o en alguna pile. Para zafarla como podamos. Como mejor nos salga.

Creo que hasta acá estuvo bien
nos vimos el próximo miércoles.