Dos poemas del taller Gestión Sensible

ego tantum hoc sum
Santino Guglieri 


pase años cambiandome para ser un idolo de tu agrado 

corte piel y músculo y hueso 

igual que sísifo empujo esa roca 

y nunca fue suficiente 

y todo ese tiempo supe que el resto nunca tuvo que hacer todo esto que ellos eran más queribles que yo, que ellos no tenían que esforzarse así por lo mínimo que sus pieles y carnes y huesos estaban intactas 

¿porque ellos eran tan mejores que yo? ¿Cuál era el truco, el secreto especial? un muro impenetrable nos separaba, hecho de ladrillo y sangre 

pero para vos nunca corte lo suficiente 

solo en preciosos cortos momentos fui ese ídolo 

me importaban demasiado las cosas 

no tenía la misma naturalidad que el resto 

no quería de la manera correcta y quería las cosas equivocadas 

era un ridículo porque cuestionaba lo que decías, porque tenía que luchar por algo cuando según vos tendría que haber aceptado todo, haber dejado que cualquier cosa pasara 

para no ser patético tendría que haberme dejado de importar todo 

¿sabes que? tenías razón sobre mi 

soy un fracaso de mierda 

soy un enfermo mental, soy un imbécil 

no se hablar bien 

no soy el tipo de persona qué la gente quiere 

tengo en mi coleccion 1000 y 1 errores que no se pueden olvidar 

pero prefiero eso a ser como vos, mundo asesino, mundo cruel 

prefiero una vida imperfecta a la muerte en vida que vos ofreces 

dejar que un mundo cruel te moldeé, que te convierta en ese ídolo, es rendirse ante la crueldad

Me derrito
Brian Emanuel 

Al otro lado de las serpientes.
Me derrito.
Repito.
Me derrito.
A lo dicho me remito.
Por lo pronto.
A lo tarde confesado.
Arrasado.
Qué raro…
Si dólares no he depositado.
No entiendo.
¿Qué se hace con los dolores recibidos?
En principio, amalgamados.
Luego, si, a tiernos besos desarmados.
Desnudados.
Transpirados.
Encantados.
Más allá de lo que este lienzo
aguantaría.
Más acá de lo que este otro cuerpo
aceptaría.
Y por mentiras negaría.

Para empezar.
Acabo de llegar.
¿Cómo que es que ya soy un extraño?
¿Qué extrañan?
Algo que no está.
Evidentemente.

¿Qué extraño?
Hacia mí mismo,
Ensimismado,
que lindos se ven los espejitos de
colores
Prisma elocuente de cicatrices.
Lo roto.
Lo ronco.
Lo rojo.
Lo loco.
Yo ya no quiero volverme.
A otro poco.
Más de lo otro.
Y menos de lo mismo.
Lo cojo.
Más abismo pinto río tinto.
El lugar en una incógnita.
El hogar.
Doy la espalda.
Me nutro de horizonte.

De un revés.
Los pies sobre la arcilla.
Litoraleña.
O donde el desarraigo piensa.
Que ya no le atraparán.
Incontables veces con la misma red.
Una vez, seguro.
Dos, las vaquitas de dónde.
Strike tres, y espero fuera, ponéle.

Al cuarto, oscuro, vaya y pase.
Vote a inconciencia.

En fin, incansables.
Lo importante:
Me defiendo por genuino.
Por justo.
Los afectos me hacen terco.
Quizás se trate de mera estupidez.
De quién no pudo.
O tan sólo pudo lo que pudo.
Con lo que obtuvo de lo que hubo.
Más allá de unos futuros puros.

Ayer.
Saldrá el sol.
Conjuro.
Bajo la cama ya no me he de esconder.
Entre grasas capitalinas ya no voy a
correr.
Hola, dulce viento, que sacia la sed.
Que ampara con silvestre miel.
Acaricia la hiel, del temblor acorazado.
Verde aroma a preguntas de mi lado.
Azulado.
Alunado.
Menos por el quien es qué, quién es
quién.
Mas por el que hay pa ́ morder.
Bien.

Estrellado.
Demiurgo.
Ya no más cazado.
Sobre la cama digo.
Me derrito.
Y repito.
Me derrito.
Y a lo dicho me remito.
Por lo pronto.
A lo tarde confesado.
Arrasado.
Extasiado.
Sobre la cama.
Digo.
Sobre la cama solo habrá para comer.

***

*El taller de escritura Gestión Sensible fue coordinado por Ana Cornejo en Paraná, durante el 2023.