El amor es algo extraordinario

Cuando con Cristina planeamos la cita que, sabíamos, iba a volvernos otra cosa, decidimos ver Paterson. Antes de eso pasamos un par de meses visitándonos, conversamos muchísimo, fuimos a las primeras marchas contra Milei, miramos películas y recitales por YouTube, todo un preludio de escenas lindas y miedosas. Pero ese día íbamos a ver Paterson y ella cocinaría risotto de hongos en mi casa que no tenía las ollas suficientes para la preparación.

Entonces, Paterson. Imagino que la mayoría de las personas que lean estos renglones sabrán de qué hablo pero por las dudas: Paterson es el nombre de la ciudad y del protagonista, es colectivero y poeta, tiene una novia hermosa a la que las tendencias de la autoayuda etiquetarían sin dudarlo de “intensa”. Obsesionada con pintar circulos blancos y negros por toda la casa, quiere una guitarra carísima que no aprenderá a tocar, sueña con tener un emprendimiento de cupcakes.

Paterson escribe temprano a la mañana, antes de arrancar el colectivo; escribe en el descanso del trabajo y en su cuarto propio al que ella no entra. El poema principal describe una caja de fósforos: Tenemos muchas cerillas en nuestra casa/ las tenemos siempre a mano/ actualmente nuestra marca favorita/ es Ohio Blue Tip/ aunque solíamos preferir la marca Diamond/ eso fue antes de que descubriéramos/ las cerillas Ohio Blue Tip se llama Love Poem. El espectador que guste de la poesía sabrá que la peli es un homenaje a William Carlos Williams, a su obra Paterson homónima de su pueblo natal e identificará entre los textos aparecidos el famosísimo Solo para decirte.

Pero este texto no es una reseña de la película.

-Hola Rocio. Cómo va? Te quería consultar si no te copás en escribir algo sobre el amor para este viernes para Mal. El tema es amplio pero bueno.

-Dale, me copo.

Hasta el año pasado venía practicando el consejo que Ferny Kosiak ofrece en su poema Oh! en el que recomienda no escribir enamorado, incluso esquivé durante seis años proponer a los talleristas del Toda Persona es Poeta escribir poemas “de amor”. La única vez que lo intenté hice el chiste de poner uno de esos poemas que José María Listorti leía en los sketches de VideoMatch al principio del siglo: Hay cuatro letras maravillosas/ la A/ la M/ la O/ la R/ con esas letras puedo formar palabras increíbles/ roma/ mora/ ramo/ horno/ hamaca,/ pero sin dudas/ sin temor a equivocarme,/ la palabra más linda que se forma con esas letras,/ es amor.

Pero después de Paterson nos hicimos novias con Cristina y escribí un libro de amor. Pasó una cosa que no había pasado con los libros anteriores: algunas personas nos escribían para contarnos que se habían leído el libro unas a otras, me asusté. Me dije: ¿y si ahora solo puedo escribir de amor? qué vergüenza!

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Anoche fuimos con los gurises a comer al Cervantes y les conté que tenía que escribir esto y que ya me estaba arrepintiendo de haber aceptado porque una cosa es un poema y otra cosa un artículo que un poco demanda una opinión no metafórica, algo como una propuesta, un postulado, bajar una línea. Les dije que lo que venía pensando sobre el amor se me anudaba justo ahora que el presidente nos puso en el blanco y conocimos que a una pareja de pibas un tipo les prendió fuego la casa y a otra, también un tipo, le acertó siete puñaladas. Pero antes de eso también venía complicada con las ideas críticas acerca del “amor romántico” que se lanzan desde hace algunos años, sin matices, como cuando los poetas hacemos el chiste de citar a Becquer y exageramos el gesto al recitar ¿y tú me lo preguntas?/ Poesía… eres tú.

Capaz ya está con el chiste y no estaría mal volver a la pregunta más vieja del mundo, darle un montón de tiempo a pensarla de nuevo y a ver por qué la derecha nos dice  que así no, que lo nuestro no es el amor.

Conversamos con los gurises sobre un reel que circula en instagram, es una fragmento de 30 segundos de una entrevista de casi una hora a Pedro Lemebel. La periodista le pregunta si es verdad que nunca se enamoró, él dice que no, que no es para él el amor así “individual” y dibuja con los dedos un corazón en el aire. Dice “ese amor es ordinario, hasta los pacos se enamoran”, lo que no se ve en el reel  es lo que antecede a ese fragmento:  “ a lo mejor la misión es reinventar el amor para los otros”.

Angel venía callado pero suelta “no, el amor es algo extraordinario, no es como ir a comprar el pan”, qué alivio, el artículo tiene título.

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No lo habíamos hablado antes pero estamos casi de acuerdo. Lautaro cuenta que leyó un libro de Anne Carson por invitación de Luz, le interesan Eros y Cupido, dice, y despotrica con su habitual desacato contra todo lo que está en el mundo para no ofender a nada. Entiendo que algo de eso hay en que nos ataquen, nuestro amor ofende porque no es el amor de los pacos ( ni de los pakis). Al contrario, como dice el poema de Fer Alvarez “sirve y embellece”.

Con ella también hablamos sobre el amor porque consiguió changa para llevar su Servicio de Cartas a un evento, le pidieron que escriba cartas de amor. El verso que da nombre a su último libro está en un poema que se llama La Sandra, es la verdulera del barrio La Sandra trajo al barrio/ sabores nuevos/ nueces pecan, coliflor, huevitos de codorniz/ y hasta un dosel verde agua para los mosquitos/ que no se come, pero sirve y embellece. Es de amor el libro de Fer.

También pienso en ese poema de Noe: Todos los días/ me levanto a las 6/ voy a trabajar y vos/ todavía dormís/ el mundo ya empezó/ incluso/ para cuando salgo de la casa/ vos todavía/ dormido.

El mozo del Cervantes sonríe tanto que casi no es creíble, pero a las doce levanta todas las mesas menos la nuestra y no nos queda otra que entender. Antes de eso, Chana tira su clásico “ por hoy lo dejamos acá” que esta vez es algo como que cada quien tiene su manera y nadie debería decir qué tan cursi, que tan ordinario, que tan romántico se puede ser.

Salimos e intentamos sacar una foto, sale mal, ofendería a cualquier community manager.

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Me voy a dormir con el celular, el algoritmo lo ha escuchado todo: en un auditorio Zizek pone un ejemplo. Dice que si una persona llegase a él y dijera que ha analizado todas las religiones, que las comparó en sus sentidos y lógicas y por esa vía ha concluido que la que mejor explica la existencia de Dios es tal o cual, no habría lugar para esa persona en religión alguna. Creer, sostiene, es antes que saber. Lo mismo con el amor.