El deseo duerme con el deseo

En la película que hicieron hace poco sobre los orígenes de El mundo de Craig, los niños que protagonizarán la serie se ven involucrados en la búsqueda de un tesoro simple, infantil y poderoso. El “cumple deseos”, hecho de papel, colores y números por los niños de antaño en horas de la Secundaria y sepultado luego en el interior del arroyo por los peligros que acarreó su mal uso. Craig, que acaba de llegar a la ciudad y recién conoce el arroyo, decide buscarlo para poder regresar a su anterior hogar aunque, como suele pasar en estos relatos, la parábola terminará por devolverlo al comienzo indicándole que allí está su casa ahora y a quienes conoció en el camino pueden ser sus verdaderos amigos.

Sin embargo, más allá de esa fábula sobre los orígenes, la película despliega con esplendor dentro suyo mecanismos que se repiten en el desarrollo cotidiano este dibujo como de otros que le resultan contemporáneos. Por ejemplo, la superposición de rasgos infantiles y adultos mezclados para crear al interior del arroyo un mundo autónomo donde cada misión, ocupación o travesura conmueve por la distancia entre lo que se ejecuta y cómo lo toman quienes intervienen en ello, es decir, los niños. El mundo de Craig muestra continuamente que a los niños se les va la vida en cada asunto que se proponen y que, mientras ni yo ni identidad son lo que serán, hay una ambigüedad hermosa donde todo puede ser enorme. De este modo, el cumple deseos estará escondido debajo de un juego infantil abandonado del antiguo parque de juegos. Para llegar a él, Craig deberá dar vueltas una calesita, bajar por un tobogán y no equivocarse mientras transita por una rayuela de metal sobre el abismo. Todo hecho con materiales infantiles, pero envuelto en las dinámicas de Indiana Jones. Al mismo tiempo cada uno de los enfrentamientos puede ser interrumpido por una llamada telefónica de mamá o la llegada del momento de cenar. Los niños continúan siendo niños pese al mundo en que se mueven, pero interesa la extensión que cobra ese mundo, tanto material como simbólicamente. Otros dibujos anteriores recuperaban ya esta idea, como sucedía en las misiones secretas de Los chicos del barrio (2002 – 2008), o las ambiciones Ed, Edd y Eddy (1999 – 2008).



El tesoro del cumple-deseos, la organización colonial del arroyo y sus alrededores, el planteamiento de una economía hecha de golosinas y trueques dan cuenta de la expansión de ese tópico del mundo infantil en, justamente, El mundo de Craig. La película nos coloca en los comienzos del contacto de Craig con ese mundo, la conformación de su propio grupo de pertenencia al interior de ese arroyo y su surgimiento como héroe. En un momento definitorio de este recorrido, cuando Craig llega al otro lado para obtener el cumple deseos atraviesa un pasa manos para subir hasta el escondite. Allí el artefacto mágico de papel escolar está acompañado por un colchón de brillantes y sutiles dientes de león porque Craig acaba de alcanzar el sitio de la metáfora. Cuando el niño protagonista contempla el tesoro, la película no nos muestra un objeto de papel iluminado, sino montones de gajos para pedir deseos con  que antiguos niños antes que él, poéticamente, han querido rodear el embrujo que abandonaban. Solo esos artífices de deseos, los dientes de león que al soplarse piden, podrían proteger al cumple deseos, un juego de números y manos para cumplir lo que pedimos.


El mundo de Craig, tanto el dibujo como la película, vuelven sobre esta cuestión tan extraña como son las tradiciones infantiles. Mientras somos los adultos quienes hemos inventado la infancia, han sido los niños quienes han debido atravesarla y al hacerlo han dejado sus huellas sobre un territorio (que es también y por definición un tiempo) que estaban destinados a perder. ¿Cómo han hecho? ¿Cómo hemos hecho los niños para tener esas comunidades, sostener esos mundos, crear esas tradiciones pese a lo transitorio y endeble de nuestra pertenencia a ese tiempo y ese espacio?


En la película, como pasa muchas veces en el dibujo, Craig utiliza un mapa encontrado -heredado en cierto modo- dentro de los diarios íntimos de alguien que ha sido niña antes de él. Al mismo tiempo, pasa toda la película hallando otros niños en construcción que aún no saben no qué adulto serán sino qué niño pueden ser. Niños y niñas que mientras lo son están deseando ser otros niños y niñas. La pirata que se opone a la búsqueda de Craig, su adversaria, y sus futuros amigos que le hacen de ayudantes en el camino, tienen conflictos respecto a este punto. Son niños que quieren ser otros niños. ¿Cómo funcionan, entonces, estos deseos?

El colchón de dientes de león es el corazón de la película. Después de su aparición están las peleas y desenlaces finales. En el desenlace, como corresponde a la línea en que este film se inscribe, pirata y héroe reconocen sus heridas y errores mutuamente mientras el arroyo se inunda. Intentan salvarlo, pero antes quedan atrapados en el interior del cumple deseos, un vórtice hecho por todos los deseos sin cumplir que los niños hayan pedido alguna vez y que la película representa en forma de triángulos de papel, como los del cumple deseos. Al tocarlos se oyen las voces del niño que alguna vez los pidió. La película pone en escena de este modo un archivo etéreo de búsquedas difíciles, como el que guardan nuestros ojos respecto a estas ficciones. ¿Qué se puede desear en la infancia? ¿Qué se puede fantasear cuando se es pequeño? ¿Dónde está guardado todo aquello? La idea más poderosa de estos relatos infantiles es la de que hay un orden a donde llegamos y en el cual debemos inscribirnos, y por eso me conmueve imaginar a los niños anteriores a Craig colocando cada una de las trampas en que esconder el tesoro, dando lugar a una ingeniería de juegos de plaza y juntando innumerables dientes de león, panaderos, quién sabe cómo le llamen en el país del que viene Craig, para que el deseo duerma en su propia similitud. El encuentro de Craig con el tesoro es un encuentro con la metáfora. El deseo duerme con el deseo, ¿cómo despertarlo?

El mundo de Craig (Craig of the Creek) (2018 a la actualidad) es un dibujo animado emitido para Latinoámerica por CartoonNetwork y su señal de streaming asociada Max. El inicio del mundo de Craig (Matt Burnet y Ben Levin, 2023) es la primer película de esta serie y puede verse a través de ese canal y plataforma.