La gran estafa
Me crucé con un loco con el que siempre nos picanteamos por política. Llamativamente esta vez no buscó la chicana. Debe ser la debacle de la mega estafa, que el muchacho defensor acérrimo de Milei (antes radical, antes macrista, antes de Bullrich) ni lo intentó. Solo con un par de miradas y gestos con las manos se fue derrotado tan solo a los cinco segundos de vernos.
Un ex solado yanqui por Paraná
Caminando por calle Perón con unos amigos, ellos pararon para saludar a un tipo y una mujer. Después de despedirnos nos contaron que él era un norteamericano viviendo en Paraná, ex soldado que estuvo en Irak. Conoció a una paranaense por Internet y se vino a vivir con su hijo de cuatro o cinco años.
¿Levrero en Concordia?
Hace unos meses de visita en la casa del Señor de los Telescopios, me contó que Mario Levrero estuvo a pocos minutos de instalarse a vivir en Concordia. Es algo que hubiese agregado un ladrillo más a la leyenda de la literatura entrerriana, al menos por un roce. Parece que el creador de La máquina de pensar en Gladys se tomó un colectivo desde Montevideo hasta Salto y ahí, en la terminal o deambulando por las calles esperó que un tipo de Concordia vaya a buscarlo. Nunca fue y Levrero se volvió a Montevideo otra vez.
La letra H
Virginia Woolf escribió en su diario del año 1918 que tuvo que ir a comprar letras hache mayúsculas. Cuenta que se sentó en las oficinas de tipos móviles a esperar a que las busquen y se las traigan. Una de las escritoras más grandes de la historia, una mente colosal, esperando letras H fundidas en acero para su proyecto de imprenta hogareña y editorial. Esta anécdota escandalosamente bella la leí en Dedos de coliflor. Diario de una editora artesanal, recopilación y traducción hecha por Eric Schierloh a partir de diarios y cartas de Woolf. La edición de lujo es de Barba de abejas.
El escudo de Chacarita defiende a los jubilados
Nosotros tenemos que ser muy cagones para no defender a los jubilados. Diego Armando Maradona. La barra del Funebrero acompaña a los jubilados a reclamar por un vida digna después de décadas de darle de comer a la patronal. Los Policías los cagan a palos, pero esta vez nuestros viejos y viejas no están menos solos. Vestidos con la casaca tricolor roja, negra y blanca a bastones (¿la más linda del mundo?), los hinchas son un escudo protector para los jubilados, bajo el sol tremendo de marzo. Un Funebrero se le caga de risa a un poli por el protocolo defensivo que tienen que imponer cuando un momento de la manifestación lo requiere. La muestra de valentía de los hinchas dio resultado porque miles de personas con camisetas del fútbol argentino se sumaron el miércoles y recibieron la salvaje represión. Pero esto sigue.
Anora
Voy subiendo las escaleras hacia la butaca del cine después de meses y meses de no ir y me parece increíble que por fin le hayan dado a una película buena el premio principal del Oscar. Al mismo tiempo también pensaba cómo puede ser que ninguna de Tarantino haya alcanzado el máximo galardón, es decir a Mejor Película. Antes de ver Anora solo sabía que la historia era sobre una trabajadora sexual, y absolutamente nada más. Estoy convencido que Sean Baker metió un homenaje a Sacrificio de Tarkovski, pero con la sensibilidad singular que tiene Baker para contar historias de lxs trabajadorxs. Nos fuimos del cine mirándonos a las caras.
El prócer
La obra Artigas, el otro, hecha íntegramente por el colectivo Teatro del bardo, es una fiesta de sentidos. Es una bendición tener a semejantes artistas produciendo obras tan buenas en Paraná. Dos actores, y la historia del prócer de los pobres en una línea de tiempo que va y viene de una punta a la otra, en un juego atrapante. Escenas magníficas. La historia y el arte. El espectáculo de las ambigüedades. Si sos de Entre Ríos, de Argentina o de Uruguay, la experiencia es cien veces más emocionante.