Anoche hubo un cacerolazo cultural en Paraná y otros lugares contra el DNU y la Ley Ómnibus, en rechazo a la “eliminación del Fondo Nacional de las Artes y el Instituto Nacional del Teatro”, y el “desfinanciamiento de las bibliotecas populares, el INAMU, la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares y el Instituto Nacional del Cine y Artes Audiovisuales (INCAA)”. Lo que además generaría miles de nuevos desocupados.
La derecha se alimenta de la tristeza, dije o escuché por ahí, no me acuerdo. Hablábamos de estar o no en la calle, del enojo, del peligro del desastre, de la depre. De que muchxs están en una, pensamos. (Y otrxs en otra). También hablamos de lxs que votaron en blanco. Y nos preguntamos por qué este país siempre explota en diciembre.
Una de las consignas de la convocatoria fue “Diputados y Senadores, ¡legislen a favor del pueblo!”. ¿Y qué será el pueblo para Diputados y Senadores? Y un cartel decía “la cultura no es un negocio” (pensé en millonarios invirtiendo en obras, recitales, libros, películas. Diciendo “y además gano plata. Ganamos todos”).
Al final se cantaron canciones (“en los aleros de la mente con las chicharras”, ese verso increíble de Inconsciente colectivo, de Charly García, con la imagen del transformador que consume y tira para atrás). Y a la vez alguien se preguntó, “no se por qué en vez de cantar no estamos prendiendo fuego todo”.
A la vuelta, a la altura del INTA de Oro Verde, un gendarme en un operativo nos paró y nos preguntó si estaba “todo tranquilo”. Ni bien ni mal. ¿Todo tranquilo? Y nos apuntó con una linterna.