ENCUESTA (poema de Francisco Bitar)

La manija es total. Nadie puede dormir tranquilo. Estamos viviendo un momento histórico de nuestro país. Ayer Francisco nos envió este poema que escribió sobre cómo está transitando el inminente balotaje. Gracias Fran querido. (Julián Bejarano)

ENCUESTA

Vino el desobstructor.
Metió su larga manguera (y también gruesa)
en el caño maestro del pasillo
y desde allí destapó los pluviales
que drenan el agua
de lluvia hasta la calle.
Luego cotejó en el celular
el impacto de la transferencia
en su cuenta bancaria
y con un pie en el estribo del atmosférico
dijo que iba a votar a Massa

En la verdulería
me contó la empleada menos hosca
que había detenido una pelea
entre un peronista y un libertario
diciendo que en su negocio
no se hablaba de política.
Igual me confesó por lo bajo
ante la mirada desviada pero acusadora
de la otra verdulera
que iba a votar a Massa.
El otro se volvió loco
después de la primera vuelta, agregó,
queriendo decir que también su voto,
más cuerdo que Milei, había cambiado

La panadera vota a Massa,
los dos panaderos también.
Uno de ellos
claramente gay
dijo que Milei
es un peligro para la democracia

La vecina, de quien a veces
llega hasta el pasillo
una voz joven y juguetona
y otras veces llega
el olor dulce de una
marihuana autocultivada,
tiene en el zaguán un afiche
que dice: no rompas lo huevos
hacete vegano, y por encima
de la puerta de entrada
una bandera desplegada
de Unión por la Patria

A Juanjo le mandé un mensaje:
Vieja, le puse, ¿cómo está repartida
la cosa entre tus amigos
programadores
que votan en Argentina?
5 a 1 gana Milei, me puso.
Una manga de garcas.
Uno si no fuera por la UTN
estaría manejando un taxi
y de golpe se cree
un paladín de la meritocracia

La secretaria del pediatra
adonde llevé a Rosita por un chequeo
dice que el león
va a terminar con lo que queda
del Estado benefactor.
Al pediatra no le pregunté
y él hizo lo mismo conmigo
quizá porque ambos tuvimos
miedo de que la respuesta
abriera una herida entre nosotros

Al negro de bolso deportivo
que me encontré en el camino
de vuelta a casa
le compré un par de bolsas
de bolsas de basura
y le pregunté si iba
a votar el domingo.
¿A quién?
A Massa, me dijo, y agregó:
mejor malo conocido
que malo por conocer

Mi vieja, a Massa
igual que sus amigas.
El tatuador también
pero dice que la abrumadora
mayoría de su generación
vota a Milei

Otra vez la misma sensación
de que tomados de uno en uno
prevalece la cordura
pero afuera, el montón
se inclina hacia la tontería

Como otras veces en casos parecidos
fui hasta la peluquería,
pero no a pensar en otra cosa:
fui a la peluquería
para pensar en lo mismo
pero más tránquilo
sentado en la cómoda butaca
que dispone para mí
mi amigo Alejo

¿A quién votás, Alejo?
le pregunté una vez ahí
a lo que él respondió
con una mirada rápida en el espejo.
Le dije que no se preocupara
que estaba haciendo una encuesta.
¿Te dedicás a la estadísticas, ahora?
Es una encuesta poética, le dije,
a lo que él respondió
dándole un saque a la vapera

Yo quise decirle que sí,
que era posible que la poesía
se hiciera cargo de la consultoría
pero que la encuesta resultante
sólo sería representativa
si llegaba a relevar a cada votante
de los millones que hay en el país,
sin desviarse a pesar de ello
de su naturaleza metafórica

Una encuesta poética
sólo podría hablar de la realidad
al decirla por completo
pero de modo figurado

Y creo que eso mismo
es lo que va a pasar
con estas elecciones:
darán un resultado ajustado
a la decisión de cada elector
y sin embargo el total
no dará cuenta del total de su voluntad:
siempre habrá de más
o de menos de lo deseado

O para decirlo de otro modo,
existen dos clases de votos:
el voto preocupado, es decir,
el voto representativo
de otros como él
y estandarte frente
a otros votos distintos.
Este voto contempla entonces
a la generalidad de los votos,
es el voto total
incluso cuando se inclina
por una de las opciones,
y corresponde a quien
estudia las estadísticas
y, ansioso porque llegue el día,
improvisa encuestas, va a la peluquería

  1. El otro voto,
    el voto disminuido o de bajo voltaje,
    es el voto al que hay que restarle
    en todo o en parte
    la vida del elector,
    la clase de voto
    que queda por debajo
    de lo que se ha decidido,
    el voto que no alcanza su propia estatura.
    Puede ser que este voto decrépito
    se acumule con otros
    igual de menguados,
    de modo que todos
    queden unidos
    por una disminución

Y bien, ya sea
por exceso o por defecto
de lo que hay de voluntad en un voto,
uno por adelantarse a los resultados
en el carro volante de la fantasía política;
el otro por quedar muy atrás
sin preocuparse siquiera
en ofrecer una versión aproximada
de la propia realidad,

ya sea, decía,
que se pertenezca a uno o al otro
lado del electorado
en permanente tensión,
es necesario que alguien
ponga sus paños fríos;
alguien que nos diga
no son tan distintos,
pase lo que pase
todo estará más o menos bien

Por eso es que visito
a Alejo, mi peluquero,
cuando llegan las elecciones:
él hace de su voto
una fuerza justa
entre los dos extremos,
ni virada a la ilusión
ni carente de fantasía.
Aunque no lo hablamos nunca,
yo sé que el de Alejo
es el voto que sobrevuela
todos los otros votos,
el voto entendido
como acto de desprendimiento

Por acá pasa todo el mundo,
dice Alejo.
El rico y el pobre
el ladrón y el policía.
Te pensás que por la cara
vas a sacarle lo que piensa,
y no siempre funciona:
el que, por la onda,
parece que vota a Massa
al final vota a Milei,
y el que votaba a Milei
resulta que vota por Massa.
Incluso hay gente
que parece que vota por uno
!y al final vota por ese!
hahahaaa
Ya no se puede confiar en nadie

Aunque no lo creas
hay un lugar para el voto
en el corazón de todo el mundo,
sólo que algunos
muy pocos
tienen el corazón muy pequeño.
Más allá de esa gente
yo sé que en el fondo
lo que todos quieren
porque me lo dicen
sentados en este mismo sillón
es que no le rompan las bolas

Y ese es el candidato que va a ganar

De hecho
creo que esa sería
una buena plataforma
para un candidato:
conmigo la vida no va a ser
un rompedero de huevos.
Porque un presidente
tiene que pensar en mí
al punto de que yo
no tenga que acordarme
de él todos los días,
para que yo crea
que hago mi vida
—que soy artífice de mi vida—
olvidando quién está ahí arriba

Alguien no con ideas
sino con herramientas
finas y silenciosas,
alguien que no grite
que ni me hable,
que se corra del sol
y así se lleve lejos
su noche pasajera.