Episodio final


Me empezaron a hacer ruido en la cabeza. La noche, la mitad de la luz en el conocimiento de la noche.


Un viaje filosófico para conocerse a sí mismo, paradójicamente, hacia donde perderse. Permanecer. Estarse quieto.


Miro hacia abajo a ver si me encuentro. Y me encuentro perdido y tirado en el piso. También chapeo. Me agrando. No voy ni vengo a ningún lado. Chapeo de nuevo frente al río. No puedo encontrarme. A veces todavía no sé quién soy.


Como ese poema de Pasolini que no sé en qué libro está. Que se llama “¿Quién soy?”. Y que en internet tampoco lo encuentro. Y que se lo pido a Dani por Whatsapp y que me lo manda con una traducción de Arturo Carrera. El poema es larguísimo y yo lo recordaba más corto.


Capaz después yo me arrepiento de abandonar el diario y lo extrañaré. No sé, lo trataré en terapia a la tarde. Sol en Géminis. No me siento bien ni mal. Paso por El diario y lo veo acartonado a Milei y le tiró la frase en voz baja “¿vos sabés quién soy yo?”. Vuelvo a chapear siempre. Vuelvo a emborracharme y me agrando.


Debo tener un ego flaco. En esta semana me re acordé de un verso de Dani “Empecé de la peor manera posible/ por amor escribí mi primer poema”, tan real que me duele. Soy re sensible por eso escribo. Pero de las cosas me alejo y abandono y después arranco otras. Que no sé.


Ahora voy a tener más tiempo para ver los recortes de los Macanas en Tik Tok. Y para leer los poemas completos de Lezama Lima y Cómico de la lengua de Sánchez.


¡Feliz cumple Ima! ¡Que me olvidé de saludarte por WhatsApp!


Le escribí a Juli a la tarde que abandonaba el diario y me dijo “¡noooo!”. Alguien que no conozco me escribió este DM por IG:


“A veces el deseo necesita una pausa para volver a encenderse, te lo intenciono. Ese diario fue de gran compañía para mí en momentos oscuros, así que gracias 🧚🏽‍♀️✨️”.


Mari me puso que siente el culo en la silla y que me ponga a escribir, que nadie lo hace como yo. Pau me puso “¡noooo!, ¿cómo que se termina la columnita?”. Y Emi me dijo “¿qué pasó?”. Y concluimos después de unos chats que nos aburrimos de todo, pero es lindo aburrirse igual.

Juanjo me dijo que haga el diario de los sábados y que lo escriba borracho. Y Santi me puso que esperaba la próxima entrega de la forma que sea y me mandó un abrazo. Flor Méttola, la mejor poeta que conozco, me preguntó amablemente si se podía saber por qué lo abandonaba. Todo va a estar siempre bien.


Yo creo que fue porque siempre escribí por placer. Y escribir rutinariamente todos los miércoles durante casi más de un año sin descanso y publicar derecho sin tanto análisis, fue algo que nunca había hecho y un poco quedé vacío. Sin más que decir. Y nunca escribí de más. Ni por obligación.


Si algo caracterizó al diario fue la sinceridad emocional de quién lo escribía. Esa fue la forma. No era poesía, era puro sentimiento. Lo escribí en momentos super tristes y en momentos muchos más felices y quedó ese registro. Así que piola. Nada de qué arrepentirse.


Pero cada tanto abandono. Siempre abandono.


Por eso esta despedida, esos dolores dulces. Me pasé todo el día escuchando canciones viejas y “Presente” de Vox Dei. Y lloré mientras me bañaba.


Creo que hasta acá estuvo bien.
Gracias textuales.