Los otros días fue el día del trabajador municipal así que tuve libre toda la mañana para ocuparlo en estar sin hacer nada. No sé por qué, pero me levanté contento, casi como si fuese mi cumpleaños. Me llegaban los saludos en el grupo familiar.
Después de desayunar, salí para hacer unos mandados. Plata alquiler, Comprar verduras, Editorial de Entre Ríos, decía la lista que hice en el block de notas del espejo negro. El día anterior había visto en el IG de la editorial una historia donde se enfocaba una pila de libros y un cartel en hoja A4 que decía OFERTA $500. Alcancé a ojear en la pasada un libro de Veiravé, otro de Ofelia Sors y uno de José María Díaz.
Al llegar a la casa antigua donde funciona la editorial, una mujer limpiaba con blem la mesa central del sector librería. Fueron apareciendo y turnándose distintas personas que me consultaban qué necesitaba o para decirme que podía ver tranquilo. Agarré sin pensarlo uno de Veiravé y el de José María Díaz. Por 1000 pesos me llevé los dos y además me regalaron un mapa de Entre Ríos para colorear.
Cartas al desamparo dice la tapa de color rosado pastel, con letras negras y un dibujo de figuras humanas también en tinta negra. José María Díaz, su autor. Me sonaba de nombre, seguramente Julián en algún momento me lo había comentado de sus cacerías en librerías de viejos.
Cuando lo abrí, el libro me explotó en mil pedazos como una bomba. Se trata, ni más ni menos, de cartas que fue escribiendo Díaz a personas que veía por azar en las calles del barrio Macarone, en el norte de Paraná, donde vivió, al parecer, casi toda su vida (la contratapa dice que residía en calle San Luis 880). El libro fue publicado en 1989 por la legendaria editorial santafesina Colmegna, dentro de la colección “Entre Ríos”, según se lee en la solapa del libro.
Son cartas de hace casi 40 años de un veterano José María Díaz (nacido en Paraná en 1916) pero que parecen escritas hace veinte minutos. Las epístolas van armando reels cotidianos en textos que además de estar en el género cartas son poemas, crónicas y perfiles. Qué escritores del recontra carajo tenemos en la provincia, por favor.
La prosa de Cartas al desamparo tiene esa sabiduría de los grandes escritores universales pero en este caso con el idioma entrerriano como partitura para la composición: “Porque en este país el que burrea está condenado a seguir en la huella, y casi siempre condena a sus descendientes a seguirla”, escribe en una de las cartas a Coco Quintana, productor de miel en la costa del río Uruguay.
Esas cartas enviadas imaginariamente por Díaz a los vecinos nos permiten ver que JMD se movía como un drone por las manzanas del mítico y famoso Macarone, pero también por otros barrios (El Morro, Villa Sarmiento), por el gran Paraná y otras ciudades de la provincia.
Es como si Díaz se hubiese puesto dos antenas parabólicas en las orejas y dos telescopios en los ojos para detectar ondas y retratar en primer plano la vida de cientos de vecinos. Le escribe a un barrendero, a viejos de un geriátrico, a una empleada doméstica, a un canillitas, al cuidador de un caballo, a una madre soltera, a un jugador de una canchita de fútbol. A los desamparados como los nombró en el título del libro.
A partir de ahora, voy a divulgar, cuando pueda y donde pueda, tu obra, estimado José María Díaz. Y te voy a chorear, claro.