En horizontal, acostado, con la luz prendida. No quiero dormir, pero llueve, estoy solo y hace frío. Cada tanto una palpitación. Un dolor sobre el ojo derecho. Cambia de ritmo. A veces dos dolores en un minuto. A veces un dolor cada diez minutos. Es una luz sin brillo que golpea mí interior. Sobre el ojo derecho. Dos veces cada diez minutos.
He escuchado mucho estos días. Dos días llegando con la cabeza hecha el repique de Porá Purajhey. Mucho lenguaje, muchas veces sin sentido. Palabras, palabras, palabras: me han escrito alguna vez en un papel. Las palabras quedan después de pronunciadas. Dando vueltas. Se depositan sobre el ojo derecho. Entonces duele. Palpita. Cambia de ritmo el dolor.
Busco Lo que el pájaro bebe en la fuente y no es el agua de Chantal Maillard. Porque nadie la lee. Sólo Franco, Maia y gente que no conozco. Nadie la lee. Se está a salvo. Sólo. Busco el poemario más raro. La tierra prometida. Sé que Chantal va a ayudar con el dolor. En Hilos ella hace puro presente. Despeja la paja del trigo. Palabras para despejar las palabras paja de las palabras trigo.
¿El Ulises de Joyce es aburrido? Me pregunta un cliente de Vaporeso. Lucidez desciende con tu oro. La lectura del Ulises se juega en otro plano. No es un libro que entre en el péndulo aburrido o divertido. Hacer eso es aplanarlo. Como un colega que una vez me dijo como chiste: leer En busca del tiempo perdido fue tiempo perdido. Un juego de palabras malo con un sentido aún más malo. El psicoanálisis crea buenos lectores o malos lectores, parece que no hay punto medio. Pierdo una venta.
La tierra prometida (2009). Tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas sea posible nunca. Un animal. Otro animal. Otro animal. Otro animal. La tierra prometida se juega en dos planos. Por un lado una repetición que nos calma. Un mantra infinito. Tal vez aún apenas sea posible nunca. Por otro los animales de la tierra prometida. Me calma imaginar que Chantal se pasó días escribiendo miles de veces el mantra. No lo copió y pegó. Lo escribió millones de veces. La literatura no salva, a veces sí, pero casi nunca.

Cien páginas leyendo nombres de animales. Cuando el pensamiento va a desbarrancar, volver un rato al mantra. Tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas sea posible nunca ¿Dónde comienza? ¿Qué ritmo tiene? Tal vez aún apenas sea posible nunca. Jabirú. Ñandú. La selva del lenguaje. En la selva del lenguaje están todos los animales escondidos. Dentro pero fuera del lenguaje. Mono viudo, anécdota, le mando una foto al Gonza. Un audio tranquilo. Estoy tranquilo. Las palabras sin sentido nos ocultan la visión de los animales. Una aspiración a atravesar la selva del lenguaje. Por eso Franco es uno de los poetas más grandes que existen.
En mí edición hay dibujos. Ni leo el prólogo ni miro mucho los dibujos. Son groseros: ciempiés, garras, dientes, pelos. Cuando algo del dolor vuelve, cuando algo del pensamiento vuelve, voy al mantra tal vez aún apenas sea posible nunca tal vez aún apenas sea posible nunca. La espesura de la palabra visita al hombre pocas veces. Cierro el libro. La palpitación frena. Después vuelve más repiqueteante que nunca. Me curo con palabra de palabras que me descuajeringan. Cierro el libro. Tengo sueño. Por suerte estoy acostado. Cacatúa fúnebre.
