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Tengo miedo de volverme muy alcahuete del peronismo. De festejarlo demasiado. De no ser para nada crítico. De volverme un solemne de los días más felices.
Me acuerdo que cuando eramos chicos con mis primos, en el barrio San Agustín, nos burlábamos de un señor que andaba en bici y que tenía rasgos achinados en sus ojos. Le decíamos Cara con sol. Tengo miedo de ser ese señor del que me reía en la infancia de barrio. Y que el sol logre encandilarse demasiado, que la mucha luz no me deje espacio para moverme sin poder contemplar mi propia sombra.
Evitar aduladores. Es difícil pero es más saludable no tener en la vida bocas que solo largan para afuera, entre la amenaza del aire, palabras que queres escuchar.
Yo sé que es imposible taparse los oídos. Pero muchas veces es mejor que te den un cachetazo despertador, como en El club de la pelea, y no andar rodeándose de estúpidos que en vez de guiarte por el camino a golpes, te endulzar con suficiente glucosa que se vuelve venda sobre los ojos. Para después reírse de vos cuando estás en el piso tirado porque compraste terreno, por no ver el elefante que había en el cuarto y venía de frente.
Porque con el diario del lunes todos son grandes analistas. Y con cartas contadas golpeando los dedos sobre la mesa todos son buenos jugadores de blackjack.
La literatura es de los malditos como el dolor es la justificación que posee el corazón para latir. Lo que me pregunto es si ¿No será la política de los malditos? Y pienso en la frase que dijo alguna vez César Aira “nunca usaría la literatura para ser buena persona”. Entiendo lo de César onda sos buena persona o no, antes de haber pasado por el yugo de la literatura. Primero la existencia después la práctica de escribir. Pero la literatura es otro mambo, no tiene nada que ver con que si le comprás la casa a tu vieja o si le cagás la herencia de tus abuelos a tu hermana como Marcos en Nueve Reinas. Lo que se dice separar la obra del autor ¿Se entiende?
¿Perder lo maldito ante el apriete de la cancelación de tus mejores amigues? ¿Escribir de manera correcta para quedar bien con todo el mundo? ¿Hacer política no será, entonces, volverse un maldito? Me metí solo en este cañaveral.
La ofensiva tarea de escribir. De encontrar en la palabra el equilibrio de la fuerza comediante que desgarra. Porque también lo maldito llega a la saturación de brillos. Y es ahí cuando hay que agarrar el control, que está tirado en el piso, y presionar los botones apuntando a la pantalla. Cuando las palabras se acercan a la revelación se mueren. Ninguna definición se escribe con códigos de lenguaje. Ningunx nada nunca.
La sensibilidad no se negocia. La emoción sí. Y el peronismo para mí es una mezcla de José Barritta y Súper Hijitus. Y también es: un nene jugando unos pases en el parque Urquiza con el padre vestido con la 10 trucha del Inter de Miami. Una familia humilde, maravillados por el deseo, apuntando a un parlante enorme y chicharachero del otro lado de la vidriera de un Cetrogar. Un albañil saltando un molinete en Constitución con una mochila de Barbie.
Y como no recordar está parte del guión de Nueve Reinas (Fabián Bielinsky, 2000) en la voz de Marcos (Ricardo Darín):
“¿Qué querés ver chorros? Vení ¿Aquellos dos? Esperando alguno con el maletín del lado de la calle. Aquel. Está marcando puntos para una salidera. Están ahí, pero no lo ves. Bueno, de eso se trata. Están, pero no están. Así que cuida el maletín, la valija, la puerta, la ventana, el auto. Cuida los ahorros. Cuida el culo, porque están ahí y van a estar siempre. ¿Chorros? No, eso es para la gilada. Son descuidistas, culateros, abanicadores, gallos ciegos, biromistas, mecheras, garfios, pungas, boqueteros, escruchantes, arrebatadores, mostaceros, lanzas, bagalleros, pequeros, filos.”
Película por excelencia demasiado argentina que duele. La situación actual nos está llevando a alguna de éstas categorías. O a algunas muchísimas más densas como a un narcoestado. Empezás comprando zapatillas con un buen proveedor, llenás la Kangoo y las vendés en los pueblitos. Después pensás que la nafta está cara. Que no te rinde. Que no llegás. Que quizás trasladar otro tipo de merca te rendiría muchísimo más. Que probaste con las zapatillas y no te fue bien, que probaste con fideos y arroz y tampoco te rindió.
Las crisis sacan lo peor de nosotros. No digo nada nuevo. Y con la libertad de mercado y la dolarización que vendrá o no. No sería el contexto ideal para semejante cambio. Que la inflación se detenga, hay que saberlo, traerá calma al pueblo pero también quedará el tendal de clases postergadas que no tendrán una mínima chance de ascenso social por los próximos treinta años.
Porque como me decía mi viejo. Uno se acostumbra a todo. El ser humano se adapta para sobrevivir. Y si hay que pasarla, nos quedamos en el molde y nos arreglamos con lo que hay, volverse pobre sin llevar al hombro ninguna media res saqueada de un Carrefour de calle Almirante Brown. Por eso los paros no son huelgas. Y la gente tiene el televisor en la cabeza con la frasecita ultra procesada de por qué no hicieron paro durante los últimos cuatros años.
Esto no son los noventas. Menem tenía carisma y era un animal político. Hacía que la gente se entretuviera con el reality show de los famosos del poder y el despilfarro cuando todavía ni siquiera existía GH. El pueblo hambreado marchando sometido con lágrimas en los ojos a despedir los restos del hijo del presidente. Que usaba un helicóptero pagado, con guita que salía del ajuste a esos mismos pobres, para ir a comprarle cigarrillos cuando un amigo suyo se quedaba sin ¿Loquisimo, no?
Milei no despierta nada. Javier es un tipo triste. No tiene sentido del humor, lo peor que le puede pasar a un ser humano, lo peor que le puede pasar a un argentino. ¿Ustedes vieron cómo se ríe Milei? Es una risa forzada y falsa. Macabra sin ningún tipo de sensibilidad. El tipo está destrozado. Es posta lo que dice Cúneo. Te da lástima. Y encima ya no está entre nosotros el Diego para levantar la mano y pedir la palabra y decirnos “No, no, lástima no se le tiene a nadie, maestro. Si vos le tenés bronca, lo tenés que peliar, pelialo, pero lástima a nadie” ¿Por qué Maradona dijo esto?¿Por qué la lastima es la degradación máxima que no toleraba ni el Diegote? Le mando este mismo interrogante a un grupo de Whatsapp de amigos para que me ayuden a filosofar. No tengo todas las respuestas. Me encantaría leer un ensayo sobre la genealogía de la lástima para entenderla.
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Le chu Song me dice “oka, ta difícil, me parece, así en caliente nomás, que tener lástima es ponerse a priori en un lugar más elevado, creo que tb es ponerse en un lugar pasivo, decidir ser espectador a eso que nos da lástima. Pensaba en la foto del chico desnutrido y el cuervo que espera a que muera para comerlo, o sin ir tan lejos, las personas que buscan comida en la basura. Aunque ahora lo tenemos tan normalizado que ni siquiera nos produce lástima”.
Veintinueve me tira “A mi me da lastima igual alguien que sufre de una manera extrema como parece estar ese tipo. Pero el daño inhumano que está haciendo me da bronca al instante y la idea de lastima se va. No sé. Soy ingenuo seguro, muchos lo muestran como perverso más que sufriendo a Milei. No sé. Es difícil pensar en la idea de lástima con un tipo así”.
Creo que hasta acá estuvo bien
nos vimos el próximo miercoles
Bonus: Todos tambíen empezamos a soñar mal, les comparto uno que me contaron los otros días:
Soñé que vivía en una casa con techo muy, muy bajo. Necesitaba arrodillarme para entrar… estaba llena de insectos. Toda inundada.. le decía a mi abuela que no quería vivir así. #MILEITRAUMA*