Las fuerzas del cielo vs. Las fuerzas del pueblo

Vamos a la marcha en Paraná escuchando en la radio las noticias sobre los controles y requisas en los accesos a Buenos Aires. Las fuerzas del cielo vs. Las fuerzas del pueblo.  

No hay catering dice un movilero porque todavía no ve puestos de choris cerca del Congreso. Ahí nos damos cuenta de que pusimos por error a Longobardi. Se ríen.

Hablan de la Ley Ómnibus, el DNU y las negociaciones, y todo el tiempo pensamos que nos van a traicionar los legisladores de uno y otro lado. Deme el vuelto de diputados.

En el grupo de wsp del barrio les indignades piden a la comuna que arregle las calles. Estoy a punto de responder que los que votaron a este gobierno anti Estado deberían pagar la obra de su bolsillo, porque eso votaron. Pero no lo hago, guardo las formas. Y me pregunto por qué y hasta cuándo.

Una jubilada le dice al empleado de la estación de servicio que ya se arrepintió de votar como votó y el empleado le dice que hay que darles tiempo. Nos preguntamos cuánto tiempo tiene y qué es el tiempo para una jubilada.

En la plaza un pibe me apunta con el teléfono a la cara. Le pregunto qué onda y me dice que se está sacando una selfie con la marcha al fondo, a punto de salir. Paranoia.

La marcha sale y llega a la otra plaza que está rodeada de las dos castas, la política de un lado con la Casa de Gobierno y la Legislatura; y la de la justicia del otro, con el opus dei del STJ. Café Martínez, sede del nuevo rosqueo local y el inmenso y cuadrado CGE.

Una periodista desganada se guarda adentro del auto, mira el tel como si quisiera estar en otra parte.

Nos encontramos amigos, conocidos, desconocidos, abajo de pancartas y banderas, al rayo del sol del mediodía, recostados a la sombra. Organizaciones políticas, sociales, sindicales, de la cultura, becarios del CONICET, gente que va sola y ahí se agrupa. Hay alguien con una remera que dice “Soy del 45% que no entregó el país”. Acá también me pregunto cuántos habrán votado a Mi Ley.

Una cuerda de policías prohíbe la entrada a Casa de Gobierno. Deberían estar al revés, pienso, cuidándonos a nosotros de los de adentro.

En una encuesta de un canal local una mujer dice que el paro es para los haraganes. Pasa un pibe y grita Aguante Milei. CGT cuasigolpista. Está bien que les descuenten el día. El país se saca adelante trabajando. El paro no soluciona nada. Son parte de la fuerza que genera “más de 1500 millones de dólares por día”, pero hablan como los empresarios que se la llevan toda.

Una amiga militante me dijo una vez que más allá de los dirigentes y las contradicciones, los errores y las traiciones, lo más importante es el movimiento. Hablaba del peronismo pero yo ahora pienso en el pueblo, el pueblo como movimiento. Se marcha por el que está al lado, no por los que están arriba.   

Suenan los bombos, se leen documentos, se canta el himno. Todo lo que molesta a la ultraderecha me emociona. Hay bronca pero también una expresión popular que es la que odian. Y algo parecido a la alegría que da el desahogo, aunque sea momentáneo. Después veo fotos de gente en la marcha, en todos los lugares, todxs con sonrisas. Y no veo ninguna sonrisa del otro lado.

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jpg del IG de Santi Candioti