Las orgas

“El baile de los que sobran”, canción de Los Prisioneros, sirve para pensar la Marcha del 20 de diciembre, la crisis del 2001, y los posteriores asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki en 2002, se conmemoran los 20 años de la Masacre de Avellaneda. Es a partir del trabajo de Kosteki y Santillán, asesinados por la policía federal en medio de una feroz represión ordenada por el gobierno de la Provincia de Bs As, que se dio impulso a los entonces Movimientos Piqueteros. Tanto Darío Santillán como Pablo Kosteki militaron en el MTD Movimiento de Trabajadores Desocupados), esta agrupación y otras serían las primeras células de lo que después se convertirían en las Organizaciones Sociales.

La ideología del MTD eran una mezcla de la izquierda latinoamericana marxista de Mariátegui, los movimientos de los sin tierra, La reforma agraria, El Che, etc., pero el MTD no era solo ideología, esas ideas se llevaron a la practica en todos los campos del trabajo social y la militancia política. El MTD fue uno de los primeros movimientos piqueteros en estar donde la mano benefactora del Estado no llegaba. Los “intermediarios” de las orgas sociales, demonizados por la derecha, los medios de comunicación, y el sentido común de la clase media son una entelequia, la realidad nos muestra (aunque no se quiera ver) es como dijo Grabois, “las orgas han cumplido la función de la Cruz Roja en los sectores más desprotegidos”. La actividad de estos es mucho más profunda que la de solo mediar por recursos entre la pobreza más extrema y el Estado nacional. Hay un documental muy bueno sobre la militancia de Darío Santillán,”Darío Santiilán, la dignidad rebelde”, de Miguel Mirra.

Es útil enumerar algunas de las actividades que las orgas sociales vienen desarrollando desde el 2005 en adelante. Las orgas se multiplicaron por cien, como si siguieran lo que Leónidas Lamborghini decía: “a la violencia del poder se la devuelve cien veces multiplicada”, y las orgas se multiplicaron con herramientas intelectuales y materiales que le disputaron al Estado, crearon una especie de micro-clima de contención dentro de los barrios populares en todo el país:
la mayoría cree que las orgas sociales solo atienden merenderos, comedores comunitarios, además de esa tarea contra el HAMBRE, muchas se profesionalizaron en todo tipo de trabajo social, educativo, de salud mental, deportivo y cultural.

Orgas cuya actividades se centraron en el abordaje comunitario de consumos problemáticos en las poblaciones, a través del SEDRONAR, desarrollaron cientos de dispositivos de reducción de daños por el consumo de sustancias; en estas orgas trabajan todo tipo de profesionales de la salud mental y de la educación.

Otras orgas dedicaron su trabajo en la educación de niñxs, juventudes, adultxs y adultxs mayores, crearon bachilleratos donde se podía terminar la escuela secundaria, en medio de las barriadas donde no hay escuelas. Estas orgas amplificaron las campañas de alfabetización de todas las edades, además de trabajar en la educación con todo el espectro de lxs pibes-pobres-problema. Su base ideológica para enseñar es Paulo Freire, y otro pedagogo menos conocido, Fernand Deligny y su “Semilla de crápula”, la mirada de Deligny es anarquista, particular y muy poética, cito una de sus frases: “Vagabundos tenaces (….),vivos hasta el punto de que ninguna asistente social podría soportar su simiente en el vientre”.

Siguiendo las ideas de Deligny en el libro antes nombrado, algunas orgas sociales tuvieron la necesidad derribar la hipocresía de las relaciones sociales en las instituciones e impulsar la creatividad para componer relaciones donde lxs pibes y las orgas se potencien. ¿Por qué unxs reciben ayuda y otrxs ayudan? Porque trabajar en esos lugares, que el sentido común de la clase media ve como jardines del mal, es una manera de cuestionar quién dice que unxs son los ayudadxs y otrxs los que ayudan. No son intermediarios, las orgas practicaron una suerte de anarquismo estatal, que les permitió moverse por el aparato del Estado y luchar por recursos para el “territorio” al que pertenecen. La palabra territorio es peyorativa, ya que los barrios tienen nombres propios que forman parte de la identidad cultural de sus habitantes.

Otras orgas vienen trabajando con recicladores urbanos, plantas de reciclaje, fábricas textiles, productores de alimentos secos y agricultores, roperos comunitarios, acompañamientos a personas en situación de calle, se organizaron grupos de albañiles que construyeron bibliotecas populares, donde se puede leer a autores tan dispares como “Las Obras Completas” de J. L. Borges, el “Diario “de Alejandra Pizarnik, “El gato escaldado” de Nicolás Olivari, hasta una traducción de poemas de Ezra Pound: “Argentarium”, Zelarrayán, Luis Gusman, un hermoso ejemplar de “El cielo de Boedo” de Daniel Durand, y así se pueden nombrar más y más autores, Céline, Kipling, Ernest Junguer, de Urula K. Leguin “Los desposeídos”, los cuentos completos de Juan José Saer, obras completas de Guillermo E. Hudson, “El maravilloso mundo de G. E. Hudson” de E. Martínez Estrada, “El Tilo”. “Fragmentos de un diario de Los Alpes” de César Aira, todos de la editorial Beatriz Viterbo, y el Diccionario de autores latinoamericanos” de Aira. Trabajé alfabetizando en los mal llamados “territorios”, por eso leí mucho en estas bibliotecas populares. Trataron de llegar al corazón de las cosas como dice Asbhery en “La gran licencia”, y se llegó por medio de muchas y diferentes direcciones, también eso lo dice Ashbery en relación a elementos que potenciaran su poesía: en las orgas esa experimentación es política y surge de la adyacencia para potenciar el nivel de vida del pueblo.

Y ahora se vislumbra un horizonte represivo y una Patito Bullrich aplicando un protocolo estigmatizador y tal vez asesino para los pobres que corten calles. Hasta el gobierno más reaccionario debería reconocer el trabajo de las orgas sociales, que no es meramente un motivo “humanitario”, tampoco es una tendencia a la social democracia, sí es un valor político en el arte de negociar con el Estado. Las orgas han sido una de las direcciones para llegar “al corazón de las cosas”, en sus funciones de contención social en medio de las crisis económicas y sanitarias (COVID), porque toda crisis significa un retroceso en las condiciones de la vida popular. Esa contención es necesaria para la resistencia biológica y psicológica del pueblo, para que este no se rompa al primer choque con la nueva realidad, el Estado que va a ser destruido paulatinamente, y lxs habitantes del país van a ser explotados hasta el extremo consentido por las condiciones de poder o sea hasta reducir a las masas a la vegetación biológica y el trastorno psicológico.

La crisis planteada por el gobierno de los falsos libertarios consiste en que le viejo Estado muere y el nuevo Estado reducido no puede nacer, en esta situación se verifican los fenómenos morbosos más diversos: Protocolo Bullrich contra las manifestaciones populares, un aura zoofílica de Milei, Caputo el timbero sin formación teórica económica nombrado Ministro de Economía con la única función de salvar a los bancos, el cambio ideológico de las juventudes de todas las clases sociales, condicionado por la crisis de autoridad de las viejas generaciones de dirigentes y por el mecánico impedimento que se colocó a quienes podrían dirigir algún tipo de proyectos con reformas reales del Estado sin deshumanizarlo. No es la muerte de las ideologías, es el escepticismo hacia las teorías, hacia las hipótesis generales, y la política es vista como una manifestación cínica inmediata.

No quise en este texto hacer un barroquismo intelectual, donde para tratar un problema se expone todo lo que se sabe y no solo lo necesario de un tema. Lo necesario es que para el 20 de Diciembre las orgas sociales van a marchar para defender sus trabajos, sus conquistas y sus construcciones políticas-comunitarias, muy cercanas a las formas organizativas del anarco-comunismo. Después no se sabe qué va a pasar, pero sin esos “intermediarios”, el pueblo pobre, los descamisados de Eva, vamos a sufrir mucho. Pero estas políticas despiadadas, de un pragmatismo sin muchas expectativas para los humildes, pueden ser, también, una dirección a lo impredecible.