Lo que nadie quiere ver

La música no necesita imágenes, ya las tiene. Se dibujan en lo negro, con los ojos cerrados. Y esa es la verdadera conexión, la más pura, que tiene para nosotros este bendito arte en el ritual de la escucha. Digo, en un tiempo saturado de imágenes de una sola dimensión (en los videoclips básicamente gente mirando a cámara en escenarios de riqueza y lujo vulgar, imbéciles haciendo imbecilidades), la película, si uno se libera de ese bombardeo, se multiplica en la cabeza y el corazón de cada unx, en un lugar sin tiempo ni espacio, que es donde está la magia.

Lucas Martí publicó este martes 2 de abril un nuevo disco. Se llama “El sonido de lo que nadie quiere ver, Vol.2: Operación Algeciras (Malvinas)”, y es parte de una saga de “documentales musicales”, un nuevo formato que invita “a no mirar, a cerrar los ojos por un rato y usar la creación”. Como hizo con el anterior (Asalto al regimiento de la tablada) pone música y palabras de archivo, sampleadas, rescatadas de viejos vhs, a distintos acontecimientos de la historia argentina.

En este caso la temática inicial (para después contar todo) es la Operación Algeciras, un plan militar argentino tipo comando ocurrido durante la Guerra de las Malvinas en 1982, en territorio español. Su frustrado objetivo táctico era sabotear a la Marina Real británica, tratando de hundir con minas submarinas un navío de guerra en su base de Gibraltar, impidiendo su marcha hacia las islas. Es una increíble trama de espionaje donde colaboraron ex guerrilleros (con experiencia subacuática) y militares de la dictadura argentina.

Un disco así suena como tiene que sonar: a jazz rock del 82, a documental de ATC. Suena como un televisor Talent brillante prendido en un living oscuro y un niño que absorbe todo eso (el mismo Lucas de la foto de tapa y también todos los que crecimos con esa data en esos años, jugando con aviones, soldados y barcos de guerra). Es una suerte de antropología musical, bellísima y emocionante, sin melancolía depre, conectada al 2024.

¿Qué es hacer rock hoy? Bueno, acá quizás hay una respuesta. No seguir a nadie, buscar un nuevo lenguaje, un lugar propio. Abandonar la rueda de hámster de hacer canciones, grabar un disco, especular con la promoción, tocar en lugares horribles. Es la libertad que da romper las formas. Estar en una. ¿No se trató siempre de eso?

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