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Los graduados

Ahora que Rafa Nadal se va y que el tenis cambia para siempre, o mejor, se le hace un agujero enorme, lo que más me gusta es que Federer hable de “graduarse” y no de un “retiro”, triste y final. En esa carta increíble que habla de una de las mejores historias de amor en la historia del deporte mundial. “Mientras te preparas para graduarte del tenis…”.

Y sigue: “Todos esos rituales. Juntar tus botellas de agua como soldados de juguete en formación, arreglarte el cabello, ajustar tu ropa interior (…) En secreto, me encantó todo el asunto. Porque era tan único, era tan tú”. Es como un gran y hermoso TE AMO.

También está esa foto con los dos llorando, cuando RF se graduó del tenis hace dos años. Dice Federer que fue un segundo en el que quiso mostrarle su agradecimiento. Entonces apoyó su mano encima de la de Rafa.

Capaz es cierto que no hay un lugar más solitario que la cima de una montaña. Alguien escala y mientras sube, se da cuenta que quienes están en la base van desapareciendo. Entonces se queda ahí arriba, solo en el silencio, con una corona y una gran capa, como ese video de Depeche Mode. Bueno, yo creo que ahí arriba estaba Roger solo, hasta que un día llegó Rafa.

Y creo también que eso es lo que hace única su relación. Siendo rivales, eligieron acompañarse. Como si compartieran un secreto que solo ellos conocen. Y no es el éxito, es el otro lado de una montaña. Los dos con sillones, con sus coronas y sus capas. Agarrados de la mano, llorando, mientras en el cielo el Dios del tenis proyecta imágenes de sus carreras y sus grandes jugadas.

Si, tenían dos estilos antagónicos. Roger atacaba y Rafa contratacaba. Roger era más un estilista y Rafa un luchador. Parecían diseñados como un lado A y un lado B. Pero esos primeros años de Nadal daban miedo, sobre todo para los que amábamos a Federer. Era como un “ok, se terminó la fiesta”. Rafa era una fuerza que arrasaba. Con ese enorme brazo izquierdo, esas horribles bermudas tres cuartos y las remeras sin mangas. Ahí tienen otra diferencia, la ropa: Nadal se vestía como un chico, Roger se ponía un trajecito cuando ganaba Wimbledon.

“Me hiciste reimaginar mi juego”, dice Federer en otra parte de la carta.

Hay un partido en Wimbledon 2008, una final que vi en vivo por la gloriosa ESPN. Nunca me cansé tanto sentado en un sillón, sin hacer nada. Llegaban como 1 del ranking (Roger) y 2 (Rafa). Habían ganado 14 de los últimos 16 grand slams. Federer era el rey del césped (con 5 títulos consecutivos en Wimbledon); y Nadal, el rey del polvo de ladrillo (con 4 títulos consecutivos en Roland Garros). Cada uno tenía su patio. Pero esa vez cambió todo. El partido duró 4 horas y 48 minutos, empezó de día y terminó de noche. Fue 6–4, 6–4, 6–7(5–7), 6–7(8–10) y 9–7 para Nadal. Esa vez se corrió el eje del mundo. Un delirio.  

Me gusta el deporte pero menos por los resultados y más como literatura o como cine. Una de esas formas es cuando se sale de la narrativa de archienemigos. La amistad de Riquelme y Aimar. Los hinchas de River y Boca abrazados el día que murió Maradona. Todo eso hace a un mundo mejor. Y supongo que la carta de Federer la escribió un equipo de marketing y demás parásitos. Pero también creo, elijo creer, que RF la leyó y aprobó antes de publicarla. Que dictó algunas palabras. Me imagino que lloró y Rafa también. Los dos graduados. Una lloradita y a seguir. Porque después de la graduación viene, al fin, la vida.

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LA CARTA: https://www.atptour.com/es/news/federer-mensaje-retirada-nadal

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