Máster Mr. 2024


No hay nada peor que buscar un pretexto para hablar del pasado y justificar la pérdida del tiempo, sobre todo en el fin de la década de los 20:
Los años que parecen eternos.
Los años que parecen un acorde.

A esta altura no se puede ser serio.

La otra vez íbamos en el auto de un amigo y, mientras atravesábamos las calles internas, le contaba de la cantidad de horas frente a la pantalla buscando. Fue en mi época oscura.


Es la clase de amigo con el que se puede hablar de cosas sensibles e inútiles, como la juventud y sus tropiezos. Y le digo que fue ahí cuando se produjo el golpe.


A la vuelta nos quedamos pensando en lo que nos mantiene atentos y nómades, una especie de curiosidad latente que da sentido a lo que hacemos para evitar que nada se parezca demasiado.

En algunas personas, al conversar, se puede ver la máquina de pensamiento. Por eso hay espacio para quedarse en silencio cuando se trata de amistad. Pero no estoy seguro si se escucha, oye u observa.

En inglés “¡callate!” se puede decir ‘be quiet’, literalmente “quedate quieto”. En una charla es imposible estar quieto, porque el pensamiento, si bien entra en el silencio, anda rápido en la cabeza por pasillos negros.

Hace poco Milagros -una amiga que invita a pensar- me compartió un video que nos divierte y motiva:
El niño del máster míster se filma exhibiendo un pase de baile excelente.


El niño ejecutando originalidad.

El máster míster es una potencia escondida que hay que descubrir. Pierde emoción saberlo.


De eso hablaba antes, cuando junté las palabras adecuadas con los acordes necesarios para componer mi primer puñado de canciones.