Quizás sea así, como dijo Julián Bejarano en la redacción de Mal.ar. Hay una diferencia entre quienes nacimos antes de la caída del Muro de Berlín con quienes nacieron después, en cuanto a la relación con nuestros ídolos y en la vida misma de esos ídolos. Algo así como millennials versus centennials, años más, años menos.
En el mundo bipolar, el comunismo soviético de la URSS, China, Alemania Oriental, Cuba, eran además de un modelo económico, social y político, un modelo romántico: nos recordaban que había otra cosa (¿amor por la camiseta?) más allá de los negocios. Nuestros ídolos deportivos no parecían ser máquinas diseñadas para generar dinero; y tampoco los clubes eran empresas financiadas por petroleras y grandes marcas. Entonces también nuestros ídolos eran ídolos rotos, podían equivocarse. Y Maradona se equivocaba, y Messi pareciera que no.
Con la escuela del neoliberalismo galopante de Reagan en USA y después el fin de la guerra fría, quienes hoy mueven los hilos del mundo, más explícitamente que antes, tuvieron vía libre para comprar todo. Incluso la alegría y la tristeza de un fan en Paraná que se indigna cuando Messi decide, como ayer, irse a jugar al Inter de Miami, un club que es como una empresa en una liga “menor”, con todo lo feo que tiene una empresa en todo lo lindo que tiene nuestro recuerdo romántico del fútbol.
Contrato
En el contrato en Miami intervienen: David Beckham como uno de sus accionistas, Adidas que es patrocinador de Messi y la Major League Soccer, y los ingresos por televisación entre la MLS y Apple TV+ para la retransmisión global de la liga por 10 años y US$ 2.500 millones (además de una serie documental de cuatro capítulos que repasa los cinco mundiales jugados por Messi). El contrato también incluye, dicen, una opción para que Leo pueda comprar acciones de una franquicia de la MLS al final de su carrera.
Algunos CEOS que hablaron en estas horas opinan que la MLS y Beckham fueron los más creativos a la hora de ofrecerle el contrato a Messi (hay una premonitoria foto de David con Leo juntos en París, en abril pasado). Así, el conglomerado Miami le ganó la puja a los otros dos interesados: una montaña de dólares en Arabia Saudita, donde Messi tiene negocios; y la vuelta al Barcelona, la opción más romántica.
Messi / Maradona
Messi es, evidentemente, alguien humilde (o sólo tímido) que mira para abajo en las entrevistas y casi no despega los labios para hablar. Que todavía habla rosarino. Que muestra fotos con su familia en una casa limpia y ordenada, lujosa aunque sin estridencias, con hijos hinchas de Argentina aunque vivan afuera; un gran padre, que toma mate, que tiene una parrilla increíble, aspiracional. Que tiene una vida prolija y una buena imagen con la que se puede exportar la Marca Argentina. Que hizo una fundación para ayudar a los niños de todo el planeta. Y que, finalmente, aprendió a cantar el himno y ganó un mundial.
Maradona se vestía con esas camisas de Versace llenas de colores y leopardo, se drogaba, tenía una vida desordenada y, fundamentalmente, opinaba de política. Hablaba y se equivocaba, estaba lleno de contradicciones, mientras generaba su propio mito narrativo (era, además, un enorme poeta).
Messi no opina de política y bueno, evadió impuestos, pero en todo caso era un millonario delito financiero donde nadie vio la obscena cantidad de plata en papel. Y además se viste mucho de blanco, como con un manto santo, con ropa carísima pero como cualquier pibardo. Una de las noticias es que ayer tenía una remera Louis Vuitton que decía “Do a kickflip” (un truco del skate donde la tabla gira 180 grados). ¿Ese fue su mensaje mientras anunciaba un cambio de vida? Un mensaje de autoayuda para el mundo.
En cuanto al fútbol: Maradona jugaba como un bailarín ruso del siglo XX. Messi como si lo manejara un joystick de Playstation.
Entonces, de nuevo, los más grandes entendemos más el romanticismo imperfecto de Maradona; y los más chicos, el diseño perfecto ultracontemporáneo de Messi. Obvio podemos amar a los dos. Podría decir, sin embargo y desde mis 43 años, que Maradona volvió a Boca y Messi todavía no; dijo alguna vez que le gustaría jugar en Ñuls, el club de su infancia, pero por ahora prefiere los shoppings de Miami.
Entonces, ¿Messi es un grasa? ¿Un cipayo? ¿Alguien que elige lo mejor para su familia, desde sus mega privilegios? Simplemente el mejor jugador de fútbol del mundo, que cuando anunció su llegada a Miami hizo que volaran los precios de las camisetas de su nuevo club, de las entradas y de todo lo que gira a su alrededor. También de la remera del “Do a kickflip”. El Ministerio de Transporte, incluso, anunció un vuelo directo de Aerolíneas Argentinas, desde Aeroparque a Miami. “Here we go”, publicaron en Twitter.
La vida del fan. Indignarse desde Paraná por la decisión de un desconocido en otro mundo. Chiqui Tapia, nuestro futuro presidente, dice en un sticker: “No trates de entenderla, disfrutala”. Y ayer posteó que ya se hizo hincha del Inter de Miami. Bueno, creo que es por ahí. Let it be.