Mi papá se empinaba el vaso de Marcela y soltaba el dedo meñique. El aperitivo negro le entraba como la nafta de una F100, hacía “aaaahhh” y dejaba el vaso de nuevo en la mesa.
Mi tío se prendía un cigarrillo con lo quedaba del otro (fumaba tres atados por día), agarraba el vaso de Marcela, también, soltando el dedo meñique, hacía “aaaahhh” y se secaba el bigote. Después dejaba el vaso de nuevo en la mesa
Se juntaban al mediodía después de trabajar; mi papá en la quinta y mi tío en la carpintería. Los dos, en patas, picaban un chorizo seco comprado en el mercado central, sentados abajo del parral. Cada tanto me llamaban para alcanzar cosas (cubetera, cuchillo, más pan, el diario, ¡la guía!) y más después, cuando se iban y dejaban todo más o menos tirado como buenos hombres del siglo XX, yo probaba lo que quedaba de Marcela porque con soda y hielo parecía una coca. La coca de los niños pobres.
Historia
Nicolás Miloslavich creó en 1889 el Aperitivo Argentino, que el 7 de mayo de 1907 cambió su nombre por el de Gran Aperitivo Argentino. Estaba hecho en base a hierbas de la flora entrerriana como la yerba del lucero o lusera, marcela, arazá, angélica, quina, miní, centaura, entre otras. Su fórmula fue aprobada en la oficina de química de la provincia por certificado Nº 24.931 serie A, que lo declaró “apto para el consumo, puro, con soda o con agua, según se desee”.
Así nació SIBSAYA SA que creció y se instaló en el antiguo edificio de la ex fábrica de caramelos, en el bulevar Yrigoyen, entre Isaías Torres, Ruíz Moreno y las vías del tren. Con los años se agregaron otros productos como el Amargo Cambá, caña Palanca y el champagne popular con el increíble nombre de Veranol. También el licor Rossolis y los vinos Ciudad Real (¡otro nombre increíble!), en sus variedades tinto, rosado y blanco.
El documental
El documental La Marcela, dirigido en 2013 por Esteban Corazza (con asistencia de Sonia Signes y Adrián Pino), con testimonios de sus asiduos bebedores, información y archivo histórico, cuenta el origen y el camino a la fama del “mítico brebaje de color oscuro”, las versiones sobre si enloquecía o no a la gente (cuentan que a un hombre lo estudiaron y la Marcela le había comido el cerebelo; y que a otro lo hacía chiflar, que se la pasaba chiflando hasta que la mujer lo dejó y se quedó chiflando, solo). También cuenta sobre el “pavoroso incendio” de 1989 y el fin, en 1994, cuando la SIBSAYA SA no aguantó más y fue vendida a la Empresa Licorera SABA, productora del horrendo Gancia.
Dicen que todavía quedan algunas botellas de Marcela (con la clásica etiqueta blanca, negra y verdeamarela), arriba, en las góndolas de los bares de pueblo, por ejemplo ahí por Caseros, San Justo o Colonia Hocker. Y sí, ahí se ven las botellas, como monumentos negros de la historia de una ciudad, todas sin abrir.
El docu se puede ver acá: