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Monet en el aire

Dijo Monet: “Otros pintores quieren pintar un puente, una casa, un barco. Yo quiero pintar el aire que envuelve el puente, la casa, el barco”.

A la luz de los resultados, puede decirse que Monet logró su propósito. No porque el aire se hiciera patente de manera inequívoca, lo que quizá sea imposible por ser el aire una cualidad de lo presente y no de lo representado.

Si le creemos a Monet es porque, en sus cuadros, transgredió el arte representacional, hizo algo más que pintar el puente, la casa o el barco. Y a ese elemento —que está, por cierto, en todo el cuadro, como el aire, a la manera de una impresión general—, a ese elemento excedente lo llamamos, a instancias del artista, aire.

En todo caso, Monet se ha propuesto un imposible, que es la paradoja en la que cobra impulso la obra de los grandes.

Para captar el aire y traducirlo intacto al cuadro —es decir, para captar el aire en el momento de ser captado, de modo que captación y ejecución pictórica sean lo mismo—, habría que reproducir la imagen del aire con lentitud extrema, hasta que el aire mismo se transparentara en presencia del espectador. Es más: el cuadro debería hacerse mientras se mira, algo imposible de hacer desde que un cuadro está siempre hecho.

Es justamente eso lo que aparece a título de aire en Monet. Con él, el arte moderno incorpora como valor aquello que está siempre en vías de hacerse, en perpetuo proceso, que es el artista mismo.

Este hacerse incesante del artista necesita de un imposible, quimera que en Monet recibe el nombre de aire.