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“Te acordás cuando escuchábamos Almendra/ en el winco desinflado de una siesta/eran tiempos en que navajos preceptores/ perseguían nuestras nobles cabelleras”. Así arranca el tema Tanguito de Almendra de Alejandro del Prado (1984). Te acordás cuando en la pandemia decíamos “te salva el estado, no el mercado”, te acordás cuando escribimos orgullosos en nuestros estados “quedate en casa”.
Todo eso mientras a los trabajadores esenciales les crecía un odio tan grande que explotó el diecinueve de noviembre del veintitrés. Al ombligo de la Argentina le creció un hongo enorme y blanco, que cuando el agua le sube al cuello, hace ¡glu!¡glu!¡glu!. Y encima todos ya nos habíamos subido al tren fantasma de Sergio Tomás Massa.
Anoche le dije a E. mientras cenábamos en la Papoña, que los eternamente postergados nos tiraron de la cuerda desde más abajo e hicieron caer a los que estábamos un poquito más arriba, no mucho, solo un poquitín, más arriba. Tal vez lo hicieron, no de forros, sino quizás, para no sentirse tan solos y tirados de la mesa. Para que nosotres, los de un poquito más arriba, sintiéramos, al igual que ellos, el dolor.
Yo pienso que el diecinueve ellos habrán dicho, esta es la nuestra. Que bajen con nosotros y que vivan el infierno. Estamos hartos de llevarles pizzas y helados a las casas. De limpiarles el culo a sus padres. De cuidar sus autos mientras se divierten. Los queremos acá con nosotros. Acá abajo con nosotros. Los re queremos acá abajo con nosotros. Por eso, nosotros, el pueblo sabio, les vamos a dar una lección. Porque a los que están más arriba que ellos, nosotros no los vemos, vemos solo lo que tenemos más cerca, no entendemos de campaña financiera, ni de teoría del derrame. No sabemos quién carajo es Nancy Fraser o Mark Fisher. Nosotros nunca pasamos rápido la onda verde del dólar. Y sí, claro, que hubo un poco de resentimiento. Si es la flor más hermosa de la pobreza. Claro que lo hubo y lo hay todavía.
Imagino, neurosis mediante, que todo eso pasaba mientras nosotres escuchábamos la BZRP Music Sessions #38 y posteabámos con orgullo en las redes la anécdota de Elian Angel Valenzuela haciendo música con la compu, comprada en Marketplace, de Conectar Igualdad.
Esa figura de estado endeble. Que cada vez que viene un liberal la destruye. Y que después viene el peronismo y la construye. Para que después vuelva a venir un neoliberal y la vuelve a chocar, para que después venga un gobierno peronista y la vuelva a levantar. Y así el famoso movimiento pendular infinitamente dañino y argentino.
¿Pero es realmente como digo? ¿Es el peronismo el hecho maldito del país burgués? ¿O ese peronismo romántico ya no existe más? Y nunca más va a volver 🥹
¿Es el nuevo peronismo el hecho culpable del país inflación? Y cuando las cosas salen mal decimos que son socialdemócrata, no peronistas.
¿No son todos unos viejos meados? en el mejor de los casos. El carpetazo que se come el último gobernador de Entre Ríos es para apretarse los dedos con la puerta del auto y que te quede la uña negra. Lo digo por la declaración jurada que se publicó hace unas semanas atrás. En una provincia prácticamente empobrecida, declaró un patrimonio hereditario de 33 millones de dólares. Casas, departamentos y terrenos a rolete en una provincia donde alquilar cuesta lo mismo o arriba del salario mínimo, vital y movíl. Y vos juliancho que sacás de una tarjeta para pagar otra 🤦🏽♂️
¿Y si el pueblo tuvo razón al votar al síntoma Milei? Como bien lo definió Cavallo a Milei “no es un líder, es un síntoma”.
No quiero dejar de mencionar algo que me llamó la atención con la narrativa de Milei en redes con su famoso “fenómeno barrial” que el Papadas escribe sobre la piedra en El muro de los lamentos. Y que es una respuesta al bullying que sufrió de que no le iba a dar para llegar donde llegó. Toma esa frase y la da vuelta y se la apropia, muy inteligente movimiento narrativo de combate. También pienso en otro presidente que también escribió aunque en francés, sobre la última roca argentina antes de pasar la frontera exhiliándose en Chile“On ne tue point idees”, cuya traducción es “Las ideas no se matan”. Domingo Faustino Sarmiento la escribe en idioma franchute para que los gauchos no la entiendan.
Siempre me queda la sensación de que no hacemos nada con tenerle asco al presidente. Y si se me permite la filosofía barata y llantas Nike, no dejo de pensar que se lo subestima demasiado.
Vuelvo a la razón del pueblo sabio. A ese grito, a esa bronca que fue ese domingo diecinueve de dos mil veintitrés. Y pienso:
El estado es como una casita hecha de naipes en la arena.
Ni siquiera los artistas sumamos políticamente convencidos a esa idea de estado fuerte. No seamos caretones. Siempre ocultamos los logos de las municipalidades en cualquier edición de libros financiados por el estado. Lo mismo que los intendentes “peronistas” se hacían los moderados con la coparticipación que siempre les mandó el gobierno kirchnerista. El escritor/a argentino sueña más con ser un empleado de Radom House Mondadori que con ir a la feria del libro de Oncativo en Córdoba a presentar su última novela.
Me gustaría saber cómo es en Europa esta situación. Es imposible comparar apenas doscientos y pico de años contra añares de siglos. Pero también se vieron protestas de rurales alemanes tractoriando ante sus palacios góticos por la suba de impuestos. Me pregunto si es un fenómeno mundial que pasará de moda o estos freaks, sacados de las pelis de Korine, cayeron a la política para quedarse y parasitar.
La gente también tiene esa ideita del “transar” que le recae al pobre grupo ínfimo de cualquier localidad que se junta para armar una movida y le pide al municipio una moneda para pasar una peli con un proyector y el público sentado en sillas de plástico. Le chu song me dijo hace poco que esa línea la bajó el menemismo en los 90´ y no se fue nunca más. Esa idealización muy argenta de la “independencia-ricotera” como lo mejor. Que ahora perdura más que nunca en los canales de Youtube que le manguean a la gente una suscripción, membresías para no escracharse con un patrocinador de cualquier candidato de turno. Como si yotuve fuera el paraíso de la moral, la economía y la libertad. Me reí un montón hace poco cuando el hijo de Grobocopatel entrevistó a Pepe Rosemblat y los dos se jactaban de ser empresarios nacionales de medios, trabajan para YT, nabos, dense cuenta ah re, re enojado.
El estado no sólo son los bizcochos y el mate o el empleado del Anses que atiende con cara de pocos amigos. Porque esas licencias también suceden en las empresas privadas. El estado también son los yuyales altos al costado de la ruta, que nadie corta, y que tapan los carteles de señalización de tránsito. Un accidente de ese tipo, por cartelería que no se ve, termina en un hospital público, en el mejor de los casos.
¿Vieron lo alto que están los pastos al costado de la 168?
Hasta que no entendamos que el estado no es ese amigo plaga que nadie soporta. Nos va a pasar lo mismo, cuando asome la cabeza un liberal o un neoliberal en el horizonte con la motosierra y no con una bordeadora entre los yuyos.
Fue la batalla cultural que no se pudo hacer en el siglo XIX mientras pasaba a sablazo limpio la guerra civil. Esa Argentina unitaria que triunfó. Esa patría rentista que se impuso a sangre y barro contra la idea productora-cooperativista del trabajo federalista. Esa Buenos Aires portuaria y contrabandista que ganó como idea de nación. Creemos que hicimos un país y solo fundamos Buenos Aires.
Hasta acá creo que estuvo bien
nos vimos el próximo miércoles.