No somos nosotros

s02e08

No esta nada bien la realidad. No digo nada nuevo. Pero cómo no hablar de lo que se ve en la calle en estos días. 

En las puertas de la Casa de la cultura de Paraná duerme una familia entera. Y no es una performance. Pasé a la mañana por ahí y los vi. En la cuadra que sigue también hay gente que vive en las antesalas de las instituciones públicas. 

La sociedad está rota. Quebrada. Partida en mil pedazos. Todos estamos hartos, podridos, al borde, caídos y cansados. No quiero aprender más nada. No quiero ver más el videito que me tira el algoritmo de Youtube y explica la realidad. Pero lo veo igual. Me lo pasan personas con las mismas inquietudes. Se lo envío a personas que piensan igual que yo. Nos sostenemos el mambo así. Los unos a los otros. Pero después seguimos. Continuamos con nuestra vida. Esperando quizás cuando nos toque a nosotros caer. De qué forma me voy a caer. Ya no sé si quiero seguir en pie. Perdón por el pesimismo. Pero seguir como si nada pasara, me hace sentir una verdadera porquería. 

Todo es metafórico porque lo escribo con palabras. No quiero caer pero a la vez quiero caer. Ese yin yang eterno Lao-Tsetiano que conduce mi vida por ningún camino posible a través del único camino posible. Que tendría que ser la felicidad. Y la tranquilidad de sentirse todavía vivo.

Pero Mami se pelea por política con sus vínculos más cercanos. Ella todavía cree en Milei, lo escucha con atención y dice que es muy inteligente y que lo entiende cuando habla. Que no es chorro. Me cuenta que conoce a varios del barrio que tuvieron que volver a sus trabajos en el estado. ¿ A vos te parece? ¿Gente que hace nueve años que cobraba sueldos y que no iba a trabajar? así me dice. Lo grita, lo dice de manera enojada, harta y podrida. 

Yo le quiero decir que esas personas tienen una estructura de vida de larguísimos años de humillación y explotación. Que no toda la gente nació para agachar la cabeza y tener un jefe y trabajar. Que fueron a trabajar al estado porque no tienen ninguna capacitación, ni nivel educativo o inquietud. Que la nación no supo dárselas. Que no lo tuvieron sus abuelos, que no lo tuvieron sus padres. Y qué obviamente no son todos, que esos casos que me cuenta no representa la totalidad del estado. Pero me callo, no le digo eso a Mami. No quiero terminar peleando. Pero termino ofuscado lo mismo. Porque no hablo, me quiero ir y no quiero escucharla. 

¿Por qué solo quiero escuchar a gente compatible? ¿Por qué quiero pensar igual que los que piensan como yo? ¿Por qué me gusta pasar el tiempo agradablemente? ¿Por qué no me banco sufrir? ¿Por qué no quiero ver más familias durmiendo en la puerta de la Casa de la cultura en Paraná? ¿Por qué quiero que todo este bien? Muchas preguntas y nada de respuestas. 

Mamá rezonga y está enojada. No puede defender al presidente delante de sus vínculos que se vuelven cada vez más peronistas. Mamá va quedando cada vez más sola. Igual no la voy a abandonar, pero tampoco puedo soportar demasiado a que hable así. Yo sé que no es ella. Que no somos nosotros. Es la sociedad en que vivimos, por donde pasan nuestras emociones que nos vuelve así, intolerables, intranquilos, indecisos y ansiosos. 

Estoy entre que no me gane la pudrición y evadirme como un naif asqueroso. En ese estado trato de soportar el equilibrio de la cuerda de slackline que es la vida argentina en este 2024.

Quiero saber el minuto a minuto de la realidad pero también quiero vaciar la cabeza mirando Policy Academy de 1984 ¿Sabían que se puede alquilar por Google a 300 pesos argentinos? No soy nada sin mi fanatismo por la cultura popular. 

No quiero escribir más, no sé qué podría más contarles. Y cuando uno no tiene nada más qué decir, mejor no seguir tecleando.

creo que hasta acá estuvo bien

nos vimos el próximo miércoles.