s04e14
Hoy es 2 de abril de 2025. Un nuevo aniversario de Malvinas. Me gusta decirle Malvinas a secas. Es hermoso el nombre Malvinas. ¿De dónde vendrá? Etimológicamente, digo. Gemini, como siempre, tendrá la respuesta:
La palabra “Malvinas” tiene su origen en el francés “Malouines”. Este término proviene de la ciudad de Saint-Malo, en Bretaña, Francia. Los navegantes y pescadores de Saint-Malo fueron algunos de los primeros en explorar y utilizar las islas como base en el siglo XVIII.
Aquí te presento un desglose de la etimología:
- Saint-Malo: Ciudad portuaria en la región de Bretaña, Francia.
- Malouins/Malouines: Gentilicio de los habitantes de Saint-Malo.
- Îles Malouines: Nombre dado originalmente por los franceses a las islas.
- Malvinas: Adaptación al español del término francés.
En resumen, el nombre “Malvinas” es un recordatorio de los primeros exploradores franceses que llegaron a las islas, procedentes de la ciudad de Saint-Malo.
Parece que hay un tercer país que aparece, según la IA de Google, en las Islas Malvinas.
Nací el 20 de junio de 1983. Día de la bandera. Muerte de Belgrano. De chico en la primaria para agrandarme decía, después de delatar la fecha de mi natalicio, que Manuel Belgrano había muerto hacía ciento sesenta y tres años y que luego vine yo a la Argentina. Mis viejos son entrerrianos, pero yo nací en el hospital Santojanni de Mataderos, Capital Federal. Papá me contó una vez que ese día tuvo que cogotear al parturiento porque no quería laburar un feriado. Mamá, después de que yo saliera de su cuerpo, gritaba y lloraba diciéndole que le traigan al recién nacido. Estaba asustada, había visto en la tele que todavía se robaban niños en esa Argentina del 83’.
Después de un par de WhatsApp, consigo el correo electrónico de mi escritora nacional favorita. Que no sé si nombrarla, capaz se enoja, si la delato (me dijo que le pase el capítulo de #diariodemiércoles cuando lo termine). Le mando un texto muy emotivo, con la mano caliente, digamos, pero a dos casillas de correo distintas. De mis influencias había conseguido dos emails y quería que llegase el correo. Pero el mail rebota. Una de las direcciones es incorrecta. Me la juego más por la que tiene su nombre. La anterior es de un servidor travesiasmedia.com que seguramente no usa más. Pero el error me salva. El correo era demasiado emocional y yo no sabía si mi escritora nacional favorita iba a contestar a un correo emocional de un desconocido. Entonces redacto un mail más formal.
Le cuento mi admiración por ella desde hace mucho tiempo. Que no suelo ser cholulo, no puse esta palabra, con las personas que admiro en la literatura. De hecho, a mí no me gusta cuando se me acercan personas de esa forma y eso que soy apenas un poeta no muy conocido. En fin. El mail que le envié es confuso, le cuento que llevo un diario todos los miércoles. Leí su libro sobre Malvinas. Que es lo más impresionante que yo haya leído sobre el tema y que quizás quiera hacerle unas preguntas. Le digo que Googleé el perfume que aparece en su crónica en Mercado Libre y me sorprendió lo barato que es. No hay nada más lindo para un escritor que demostrar que leíste detalladamente su obra.
Me pasó cuando lo conocí a Calveyra una noche en Paraná en la casa de Claudia Rosa y me robé su presencia cuando saqué de mi mochila toda su obra y le empecé a recitar versos de memoria. Me odiaron los demás escritores que participaron de aquella tertulia en ¿2007? No recuerdo el año.
Mi escritora favorita nacional me contesta el mail. Me dice que está de viaje. En dos renglones, me nombra a tres países distintos. Le agradezco mucho que se haya tomado semejante tiempo para contestar un correo a un joven poeta entrerriano admirador de su obra. Yo ya gané.
Obvio que empecé a alardear por mensaje con mis cumpas del gremio del arte con que la famosa escritora me había contestado un mail.
Ahora que lo pienso, solo necesitaba que me contestara el mail. Siempre busco una especie de bendición literaria.
Cuando fui a visitar a mi amigo y maestro Daniel Durand el año pasado en su casa del Once. Me cuenta que tiene un alumno en su taller de poesía que fue ex combatiente de Malvinas. Pero yo me había olvidado por completo de esa charla. Se me ocurre mandar un mensaje a Dani preguntándole si conoce a algún poeta de los 80’ que haya ido a Malvinas, que quiero escribir algo sobre el tema el dos de abril que justo cae miércoles para mi #diariodemiércoles. Me nombra a dos poetas y uno de ellos es Daniel Terzano alumno de su taller de poesía.
Me pasa unos poemas de Daniel Terzano y le pido el contacto para ver si le podía hacer unas preguntas y charlar con él. Le pregunta y me lo pasa de toque.
Cuando salgo de Farmacity, mi trabajo y centro de operaciones, voy al gimnasio. Día de piernas. Cuarenta minutos intensos. En los auriculares estoy escuchando a través de Speechify el libro de mi escritora nacional favorita. Yo ya lo había leído desde la web de El País de España cuando salió por primera vez. Al libro no lo tengo. Hago sentadillas con cien kilos mientras escucho como audiolibro los vericuetos increíbles sobre la guerra de las Malvinas de su investigación. En el Gym suena reggaetón.
¿Qué le podría preguntar yo a un ex combatiente de Malvinas? Me da miedo. No soy periodista. No sé preguntar. Y encima debutar en el tema con un ex combatiente es una banda. Dios les da sus mejores batallas a sus mejores soldados. Miedo y plata nunca tuve. Decido escribirle a Daniel Terzano un WhatsApp, pero antes necesitaba dormir una siestita y prepararme un mate. Así que eso fue exactamente lo que hice.
Empiezo medio balbuceando el primer audio con Daniel. Le cuento que acabo de leer por segunda vez el libro de mi escritora nacional favorita. Y que me gustaría hacerles unas preguntas sobre Malvinas. Le cuento más o menos el comienzo del libro. Del inglés que investiga y hace el informe de los caídos en combate en las islas para su gobierno. Que se da cuenta de que los soldados argentinos están sin cristiana sepultura. Del festival de huesos que arranca después de la guerra. De la leyenda del inglés sobre los cuerpos no identificados: “Soldado argentino solo conocido por Dios”. De la interna dentro de los mismos familiares de los caídos, de si repatriar o no los cuerpos. Le hablo como muy fanático del texto de mi escritora nacional favorita.
Me pasa lo mismo cuando me pongo en pedo, no paro de hablar. Me chupa un vino lo mismo que un gran libro. Necesito imperiosamente pudrirle la cabeza a alguien contándole sobre el libro que acabo de leer si me gusta demasiado. Claudia Rosa a esto le llamaba “tener alguien que te sostenga la cabeza”
Daniel Terzano me responde rápido, escribe una frase de Barthes. Claro, Daniel es psicólogo: me acordaba de Barthes: todo comienzo es imposible… Así que dale nomás por cualquier lado😁.
No soy periodista, tampoco me considero un escritor de no ficción, aunque el género me atrapó, debo confesar, hace unos años. Después, como todo, me aburrió bastante. Empecé a notar que se repetía y que las excesivas descripciones, que se daban dentro de esos libros, cansaban al mismo texto. Salvo rarísimas excepciones, creo yo, que ya había leído más o menos lo básico del género: todo Alarcón, Juan Pablo Meneses, el Libro de Meradi sobre los trabajos basura, La muerte joven o Morir joven de Sinay, El empapado Riquelme (que es espectacular), casi todo Fuguet (acá recomiendo Missing); Capote; Talese y Hunter Thompson; bueno seguro se me escapa algo. Pero como en todo género uno tiene la cabeza o la maestra, en este caso, la distinta, y esa es mi escritora nacional favorita, que me mantiene al tanto, en cada libro que saca, del género.
A qué viene esto, con el testimonio de Malvinas que mantuve con Daniel Terzano es que me encuentro en un embrollo terrible como cuando era chico e iba a pescar con mis amigos al Paraná y se me hacía una galleta como se dice cuando se enreda toda la línea o tanza (para que entiendan los porteños) al momento de repatriarla desde el fondo del río a la orilla.
Fueron más de diez audios con Dani y no sé cómo desglosar tanto. Entonces estoy en una disyuntiva. Como la conversación fue por WhatsApp me ahorra bastante el tema medio denso de describir su ropa, la casa en la que vive, el clima afuera de la casa en la que vive, etc. Y además, no tengo tiempo, quiero que salga editado para el miércoles dos de abril. Así que ya fue. Yo voy a cortar y pegar acá las respuestas de Daniel Terzano transcritas por la membresía que pago de Transcribe Audios de WhatsApp que lo hace muy bien, narrativamente hablando:
Para poner un poco en contexto, le pregunto sobre repatriar o no los caídos en combate:
Audio 1
Bueno mira, ya empezamos Julián. Mirá, después te voy a dar mi opinión sobre a qué estoy a favor, qué hacer con eso. Pero me parece que hay una cosa fundamental que es lo que se pone en juego acá, como casi por detrás de la política. Después la política entra a fondo y por supuesto en nuestro caso embarra todo. Yo creo que acá lo que se juega es qué predomina en esos muchachos, que siguen siendo muchachos por ese efecto terrible de la muerte joven, son hijos de sangre y de afecto de una familia o son hijos simbólicos de una patria. Esto es lo que está en juego acá. Es decir, qué predomina. Por supuesto, en realidad son las dos cosas y ahí es donde empieza el tironeo. Yo iba a esto cuando te decía al principio que te doy mi opinión. Yo creo que tienen que quedar allá. ¿Por qué? Yo no me fijo en la cuestión de la soberanía, yo creo que esta cuestión de plantar muertos para decir de esto somos dueños, no sé, hasta me desagrada. Yo creo que tienen que quedar allá porque yo creo que ahí sí fue un momento fundamental de la historia del país y de cada uno de ellos y creo que ahí sí hay que respetar el hecho de que había un destino y un destino donde los ligó a esa cosa simbólica de la patria, que después hay que cuestionar qué es y sobre todo qué era en ese momento, por supuesto, quién la encarnaba, pero bueno, pero es así. Y entonces me parece que tienen que quedar allá. Ahora, por supuesto, yo no soy un familiar de alguien que está allá y yo no me puedo imaginar lo que puede ser para un padre, para una madre, decir sí, todo fenómeno, vaya símbolo el de mi hijo ahí enterrado, pero resulta que lo tengo a 3.000 kilómetros y yo lo quiero acá, yo quiero llevarle unas flores, toda esta cuestión de la ritualidad que tiene que ver con el duelo y todo, que por supuesto, bueno, uno la puede entender absolutamente. Mi posición en ese sentido es, con mil comillas de cada lado, te diría más cómoda. Yo podría decir, mira, para mí tienen que estar ahí porque ahí les tocó un momento, a todos nos tocó un momento fundamental de la historia. De la historia lo hacemos todos los días, pero hay momentos en que hace foco, hace una diferencia, eso que podemos llamar un acontecimiento, aunque bastante largo, y ahí estuvimos y yo creo que los que cayeron ahí, yo creo que es el lugar. Después, si eso sirve para reivindicar algo, si eso sirve para encubrir otras cosas, es decir, que la genética muestre que un gran héroe que está ahí enterrado, en realidad había torturado mujeres embarazadas en la ESMA, bueno, ese es un lío nuestro, muy muy nuestro, pero como si fuera un anterior, algo anterior a eso, yo creo que está en juego eso, como te digo, sangre y afecto familiar o símbolo patrio. Creo que esa es una cosa medulante. Corto acá y te escucho.
Acá le pregunto sobre la dualidad en la historia argentina, comparando el nacionalismo y la reacción ante la guerra de Malvinas en aquel 1982 (esa plaza con consignas de paz, pan y trabajo y a los dos días victoriando un nacionalismo extremo a favor de ir a una guerra) con el presente donde la gente conmemora el pasado (los caídos de Malvinas que nunca olvidaremos, la famosa estrofa de la T y la M cuando ganamos el mundial en 2022, y al año apoya figuras con ideales opuestos (votan a Milei fan de la Dama de hierro Margaret Thatcher)
Audio 2
Sí, sí, es interesante lo que vos planteás en este paralelismo, no, este, porque realmente yo estaba tratando de recordar aquellas dos manifestaciones de Galtieri con, con saliendo al balcón y todo, creo que mediaron, no sé, tres días, viste, una cosa así, qué sé yo. O sea, efectivamente, y se puede comparar con este momento porque yo diría que en este momento también debe haber muchas personas que tienen un discurso nacionalista y votan a Milei, qué sé yo, hay una disociación, viste, yo soy psicólogo, somos una sociedad disociada, es decir, podemos pensar y sentir algo por un lado y los mismos piensan y sienten otras cosas de otro lado, pero las mismas personas, vamos a decir así, o los mismos grupos sociales, en alguna medida, no. La verdad que aquel momento interesante, claro, vos naciste con la democracia, con la vuelta de la democracia, ¿no? En el 83, y por ahí después decime qué fecha, porque también el 83 fue un año tan intenso que, que bueno, que por mes o por semana, este, pasaban cosas y eran, eran importantes, ¿no? Mirá, la verdad que yo recuerdo esos días del 82, antes de que me convocaran, yo estaba seguro que me iban a convocar, cuando me enteré que era la unidad en la cual yo estaba, el comando de la décima brigada de infantería, que iba a Malvinas, que de hecho fue además la brigada encargada de todas, de comandar las operaciones de tierra de Malvinas. Cuando yo supe que iba la brigada, yo ya estaba dado de baja, pero cuando supe, cuando me enteré por televisión que la décima brigada estaba convocando, estaba, dije, bueno, chau, acá en cualquier momento me llega el llamado, ¿viste? Y así fue. Yo te cuento que tenía 26 años en ese momento, yo había pedido la prórroga para terminar los estudios, ¿no es cierto? Yo de hecho cumplí años en Malvinas, yo cumplí los 27 años en Malvinas porque cumplo el 13 de mayo. Entonces, cuando yo escuché eso, dije, bueno, chau, acá me agarran de nuevo ¿no? Bueno, y así fue. Yo por ahí toda la vida me cuestionaré, bueno, por qué fui, pero la verdad es que ser un desertor, aunque supongamos que tuvieras éxito y lograbas escaparte, bueno, era nada más y nada menos que terminar con tu vida tal como la conocías por tiempo indeterminado, porque después con el diario del lunes todos supimos que la dictadura duró, qué sé yo, un año más, pero en ese momento no sabíamos si duraba un año más o 50 años más, ¿viste? Y vos seguro que no podías volver al país. Entonces, era muy difícil, era una cosa de, era una transgresión que llevaba a un desarraigo absoluto, vuelvo a repetir, todo esto si tenías éxito y lograbas pasar algún río, ¿viste?, para Uruguay, ¿no? Entonces, bueno, yo ahí fui directamente y bueno, y ahí empezó lo que fue un montón de tiempo, no tanto tiempo, pero sí de alta intensidad, ¿no? Te cuento que, por ahí algo que pocas veces se comenta, que el índice de muerte diario, ¿eh?, diario, de la Guerra Malvinas fue el mismo que el de la de Vietnam para Estados Unidos. Lo que pasa, por supuesto, los americanos estuvieron 10 años en Vietnam, entonces tienen 60.000 muertos, pero la intensidad de combate, es decir, que está dada por la cantidad de muertos por día, fue la misma. Bueno, ahí hay muchísimo para hablar. Yo lo que te diría, tranquilo, por ahí que pienses qué me querrías preguntar, porque yo, si me pongo a hablar de esto, por supuesto, te lleno la memoria del teléfono. Pero, a ver, no tengas problema en balbucear y en que vayamos medio erráticos buscando, ¿viste? Salvo que te complique a vos para el trabajo. Pero yo te diría, pensá ver algún detalle, algo más que te gustaría saber, alguna línea, y yo veo cómo la sigo y vamos ahí, tanteando entre los dos.
Acá le comento a Dani que nací el 20 de junio del 83’ en Buenos Aires. Reflexiono sobre la experiencia de enlistarse en el ejército a los 26 años, la incertidumbre de ir a la guerra y las diferencias entre las generaciones. Le pregunto cómo fueron sus comienzos en el ejército, yo pensaba que había estudiado la carrera dentro de la fuerza. Cabe destacar que yo no sabía prácticamente nada de la historia de la vida de Daniel. Y él me la explica.
Audio 3
Bueno, primer comentario. Vos naciste también con una marca simbólica, patria, importante, ¿no? Naciste el Día de la Bandera, justo. Mirá, el tema es el siguiente. No, yo no era ni voluntario, ni oficial, ni suboficial. No, en esa época, claro, por ahí para gente más joven se le pierde, porque felizmente hace mucho ya que desapareció el servicio militar. En esa época, el servicio militar, la popular colimba, si eras estudiante universitario podías pedir prórroga para terminar los estudios y hacerla después. Es decir, en esa época se hacía, no los 18 años, en la época en que yo tenía que hacerla, en el 75, se hacía a los 20 años. Entonces, ¿qué pasa? Yo a los 20 años estaba en la carrera, pedí la prórroga, terminé la carrera y bueno, la joda era que lo que ganabas por un lado, lo perdías por el otro, porque podías completar la carrera de una completa, pero después, en lugar de ir a laburar, tenías que ir a la colimba. Entonces, yo termino la carrera y bueno, tengo que presentarme como colimba, porque ya había vencido mi plazo. Entonces, ahí es donde me agarra justo el momento Malvinas, ¿no? Por eso yo voy a Malvinas con una edad, que además te comento que es muy importante en cuanto a por ahí, también como yo salí de Malvinas, porque mi edad era más o menos la edad promedio del ejército profesional inglés. En el ejército inglés había mucha gente también de 18 años, pero no estaban directamente en primera línea de combate. En cambio, el ejército, la parte más profesionalizada de la tropa inglesa, justamente estaba así, entre 26, 27, 28 años. Con lo cual, se ve que los tipos saben que a esa edad hay algo más armado así, ¿no? Bueno, es así como yo llego a Malvinas. O sea, no voluntario y mucho menos oficial. Llegó como colimba retrasado, vamos a decir así, ¿no? Después, ¿qué significa eso? Bueno, por supuesto, la primera parte, que es hacer la colimba, era algo horriblemente opresivo. Simplemente se cagaban en tu vida. O sea, vos perdías tu vida. Tenías que hacer lo que era, lo que había que hacer ¿no? Lo que ellos quisieran, ¿no? Yo no sé si vos sabes, pero el famoso nombre de colimba es de corre, limpia, barre, ¿no? O sea, eso es lo que era un soldado de la patria en esas condiciones. Corre, limpia, barre, colimba. A mí me pasa algo en lo personal muy interesante, que las pocas veces, felizmente muy pocas veces, que yo tengo alguna pesadilla que incluye al ejército, yo las tengo con respecto a la colimba y no a la guerra. O sea, me vuelvo a ver oprimido en la colimba, ¿viste, no? Manipulado, teniendo que hacer solamente lo que el otro quisiera. Después la guerra y el coraje y todo, mira, la verdad es que los actos heroicos suelen ser más actos como tipo casuales, ¿no? Como algo que pasa, a uno se le despierta algo y va al frente o hace algo extraordinario, pero no es como en las películas, ¿viste, no? Que el muchachito decide ser un héroe ¿no? Son cosas en las cuales, bueno, algo pasa y uno se la remanga. No es mi caso, ¿no? Yo no he tenido actos heroicos, pero el miedo, y sí, el miedo es muy grande, porque la verdad es que siempre, a diferencia además de una catástrofe natural, por ejemplo, uno puede tener miedo a un terremoto, pero es muy distinto que tengas que tenerle miedo a un otro humano que quiere matarte, ¿no? Esa es una diferencia. Esa es una diferencia, cuando el peligro es de otro humano que quiere asesinarte y vos tenés que asesinarlo a él, ¿no? Por eso, no sé bien qué es lo que circula en las redes que vos me comentabas hablo de este video que hay miles igual así tipo memes (Jóvenes de antes vs jóvenes de ahora) , pero la verdad que si alguien va con entusiasmo a la guerra, no tiene ni idea de lo que pasa ¿no? En la Primera Guerra Mundial se inscribían todos entusiastas, una guerra ultranacionalista, iban todos al frente con una alegría bárbara y fue probablemente la guerra más terrible de la historia, por las condiciones en que se libró, ¿no? Pero iban todos chochos, todos riendo e inscribiéndose voluntarios, ¿no? En la Primera Guerra Mundial. De modo que, ¿qué hace uno en la guerra? La verdad es lo que venga, lo que pase, ¿viste, no? Bueno, te escucho, sigamos, sigamos
Acá le hablo sobre la experiencia de la conscripción en Argentina, comparando la madurez entre diferentes edades, la guerra de Malvinas y el impacto emocional que tiene en quienes vivieron esas situaciones. Analizo también la diferencia en la percepción de la guerra y la importancia de la educación a la hora de ir a la misma. Y después le hablo sobre lo inhóspito del clima de la guerra. Las guerras son horribles, todas, pero la de Malvinas no puedo imaginarla luchando en un mar gélido y viento sonda, como en otras guerras en terrenos más de monte o selva.
Audio 4
Bueno, mira, empezando por el final de lo que planteaba usted recién, sí, uno diría hay una personalidad más armada, un psiquismo más integrado, fundamentalmente, como vos decías, sí, no es cuestión de inteligencia, sino de una integración personal podríamos decirlo, te lo voy a decir de una manera muy burla, muy poco profesional, las partes de la mente están más completas y mejor ensambladas, vamos a decirlo de esta manera, si me escucha algún colega por ahí me dice ¿qué estás diciendo? pero es bastante gráfico lo que estoy diciendo y bastante comprensible. Con respecto a todo lo demás, muy interesante lo que vos planteás con respecto a lo inhóspito, porque uno podría decir, como efectivamente de alguna manera vos lo decís, que en tanto por ahí uno libra cualquier guerra en el terreno de otro, en lugares desconocidos, cualquier guerra siempre es de alguna manera en un terreno inhóspito. Además hay una cuestión, como en general, sobre todo para soldados no profesionales, la guerra nunca ha sido experimentada ni imaginada, también hay algo de inhóspito, no solo en el terreno material, sino en el terreno mental, ¿viste? Uno entra a una guerra que hasta ahí no era nada, nada para el pensamiento de uno, y entonces se encuentra en un campo desconocido también, esa es otra forma de lo inhóspito. Ahora, con respecto a lo más concreto del clima y del paisaje, que es esencial para pensar la guerra de Malvinas, partamos de una base, mira, nosotros estamos charlando en momentos ya muy cercanos a cuando fue el comienzo de todo, el 2 de abril y todo, y me refiero entonces que tanto lo climático como la posición del sol, se acercan mucho. Entonces yo te podría decir esto, en este momento que nosotros estamos charlando, y en esta época, en Malvinas ya hace más o menos una hora y media que es noche cerrada, o sea, cuando nosotros estuvimos en Malvinas a partir del 2 de abril, alrededor de las 5 de la tarde ya era noche absoluta, y recién se hacía de día a las 9 de la mañana siguiente, estamos hablando de una noche de unas 16, 17 horas, o sea, la guerra de Malvinas fue, inevitablemente nocturna, no solo por razones tácticas, siempre tiene ventajas la noche para los ataques y todo, pero no solo por eso, sino porque era inevitablemente así, la noche de Malvinas era interminable, y después efectivamente el frío, la niebla, la niebla fue otra constante. Yo tengo cosas escritas, yo después te voy a mandar varias cosas que tengo escritas, no con el afán de publicación, sino que te voy a mandar, yo tengo una serie de poemas que se publicó el año pasado en el Centro Cultural Conti de la ESMA, la ex ESMA, que bueno, ahora por supuesto, diríamos irónicamente que lo hicieron desaparecer el centro también y la ESMA y todo, ya se desmanteló todo, pero en ese momento existía y un poeta que por ahí, no sé si lo conocés, Damián Lamana, que dirigía el centro, me pidió esos poemas, yo después te los voy a mandar, y alguna otra cosita, pero en ellos vas a ver, y en muchas cosas que he escrito, hay un predominio enorme del paisaje, porque el paisaje era eso, era noche y niebla, y la niebla de Malvinas, para cualquiera de nosotros, quiero decir, aún para vos en una zona más rural, era una niebla absoluta, es decir, literalmente vos te mirabas para abajo y no te veías el pie, imagínate esas condiciones, entonces efectivamente las condiciones eran muy duras, ahora menos para los ingleses, porque en realidad el paisaje de Malvinas es extraordinariamente semejante al paisaje costero inglés, es un paisaje de colinas muy leves, pasto muy ralo, muy poca vegetación, mucha turba, mucha humedad en el piso, yo siempre digo que para mí, cuando llegamos a Malvinas estábamos como en un pueblo costero inglés, pero efectivamente el tema climático y el tema ambiental fue una cosa fundamental, fue inhóspito en ese sentido, después lo otro inhóspito es lo que yo te decía antes, inhóspito para uno siempre es una guerra, cuando para uno era apenas alguna película o alguna serie de televisión, y de repente te encontrás con que tienes que computar en tu mente algo que tiene que entrar de golpe, porque si no te matan, y como sea, pero no hay nada preparado para recibirlo.
Acá le digo que la ansiedad me carcome por leer y publicar, sus relatos sobre la experiencia de ser un soldado en Malvinas y le pregunto de lo cotidiano en situaciones de guerra, como son bañarse y dormir.
Audio 5
Mirá, bueno, sí, después te voy a pasar esa serie de poemas, después te la paso y ahí, como te digo, ya te pasé un fragmento de otra cosa, pero donde está bien representado el tema paisajístico ¿no? Mirá, lo que vos planteás es muy importante. Yo siempre digo que, irónicamente, la experiencia de Malvinas fue una isla dentro nuestro, ¿no? Como una cosa aparte en la vida de uno, ¿no? Fue una isla también, porque realmente es así, o sea, uno llega… Mirá, te doy, por ejemplo, yo miraba el mar, ¿no? En Malvinas, y yo pensaba, es el mismo mar que el Mar del Plata. Suena muy tonto, pero vos lo entendés perfectamente, ¿no? Era un océano atlántico. Yo digo, pero este mar que estoy viendo es el de Mar del Plata, ¿no? Y ahí entraba todo este fenómeno de extrañamiento, de decir, pero ¿dónde estoy? ¿Qué es estos? Estoy en el mismo mar de la playa y de los castillitos de arena de la infancia, ¿no? Y ahora estoy acá en la guerra y vamos a ver lo que viene y si salgo. Efectivamente, por ejemplo, yo tuve una oportunidad, no me preguntes cómo porque sería largo de explicar y se ocuparía un tiempo, pero logré hablar por teléfono desde Malvinas con mis viejos, con mi casa, ¿no? Ya estaba, era la mitad más o menos de la guerra y logré, mediante una serie de volteretas que di, todo bueno, y logré una llamada telefónica, insólito. Pero ahí pasó algo, ahí pasó algo muy interesante con respecto a lo que vos planteás, Julián, que es yo hablé con mi vieja, tardamos unos cuantos segundos en que ella entendiera lo que estaba pasando, porque ella sabía que yo estaba en Malvinas, no sabía dónde, porque por secreto de inteligencia militar, teníamos totalmente prohibido decir dónde estábamos, pero ella sabía que estaba en Malvinas, o sea, lo que llamaríamos el culo del mundo, y en la guerra, y de repente se escucha al hijo hablando. Pero ahí pasó algo que también vos me vas a entender, esos detalles que son los detalles que hacen mucho a la poesía también. Y toda la conversación con mi vieja, estoy bien, pero de repente escucho que ladra mi perra de fondo, estaba ladrando, y ahí se me vino el mundo, no sé si abajo o arriba, porque me encontré con la lejanía de esa cotidianeidad. No era hablando con mi vieja, sino ese detalle de mi perra ladrando. Vaya saber a qué, nunca lo supe, ni nadie lo sabría, por supuesto, una pavada, pero no importa, pero vos entendés a qué me refiero. Esa escena te podría dar una idea de lo que uno puede vivir en una circunstancia así. De repente, como haciendo zoom a lo loco, a velocidad de vértigo, aparece toda tu vida en un perro que ladra, en tu perro que ladra, y vos no lo ves y sabes que probablemente, porque sabía por supuesto dónde estaba el teléfono, estaría al lado de mi vieja en el living. Sabías todo eso, pero estabas a 3.000 kilómetros de distancia y ni sabías si volvías. Acá paro este tramo.
Acá termina el día uno con audios de Daniel, le digo que la sigamos al otro día. Salgo rápido de casa, me espera mi novia en su casa. Pido un Uber y encaro para la zona del parque industrial. Mientras viajo, miro la noche de Paraná, voy a lo de Mari. Mari es Marina. No puede ser que Malvinas me sigue. Marina nació en octubre de 1982. Ella me contó que Beto, su papá, le cambió el nombre medio de prepo mientras iban a anotarla al registro civil. El nombre acordado con la madre era Julieta. Pero su papá le manda Marina de una. Es un hermoso nombre, le queda perfecto a la carita hermosa de ella, que a mí me puede. Intento imaginar por qué el padre le da ese, no acordado nombre, a su hija. Flasheo que ese nombre habrá sonado mucho en esa Argentina del 82’. A Marina el nombre no le gusta, me dice que se empezó a amigar con el pasar de los años. Que en la primaria la cargaban con una canción y que por eso lo odiaba. La canción es del italiano Rocco Granata, pero fue el remix que sufrió ese tema en los 90’, lo que llevó a Marina a padecer su propio nombre.
Escribo sobre esto en el trabajo. Me llega un mensaje de Daniel con un archivo de Word que se titula La guerra mágica:
Julián, anticipándome para que tengas esto que te voy a mandar cuando nos comuniquemos, te explico: poesía inédita no tengo más que Efectos. En poesia está también lo ya publicado el año pasado en la revista del Conti. Pero sí tengo inédito un relato muy interesante porque narro en él una experiencia paranormal que es gracias a la cuál podemos estar acá hablando, porque literalmente me salvó la vida. A ese relato pertenece el fragmento sobre el clima de Malvinas que te mandé. Yo te lo voy a mandar aunque no te sirva para la publicación (es narrativa y son cinco pags.) porque es una curiosidad del tipo de las que no he encontrado nada referido a Malvinas
Me pongo a pensar que Daniel Terzano no es solo un ex combatiente de Malvinas. Daniel es un escritor que fue a una guerra. Como los grandes escritores de antes Hemingway y Salinger. Y me pongo a pensar por qué no tiene la fama editorial de esos grandes escritores. En fin, sigo. O no sigo. Ahora estoy escribiendo a la madrugada en la casa de Marina, pero recuerdo que cuando me escribió Daniel, estaba en mi trabajo en Farmacity. Al lado mío estaba mi jefe, Ariel, y yo con el celu intentaba seguir el texto este, dándole masa al drive. Pero mis dedos gordos no son compatibles o no fueron pensados por los diseñadores de teclados digitales para celulares y tengo que volver mucho para atrás mientras escribo en el Samsung S24FE y largo la empresa de seguir escribiendo en el trabajo.
Hay un poco de descripción como la descripción promedio que se da en la no ficción y que más atrás en el texto, yo medio que le pegué, de chicaneador no más que soy, y de desconocido, las ventajas que me da ser un desconocido, alguien que no la pegó nunca en editoriales grandes, alguien que toda la vida literaria, casi veinte años, se autoeditó o se editó gracias a la amistad más que al entongue. Pero este texto no es sobre mí, sino sobre Daniel Terzano. Por qué entonces, me pregunto, le robo un poco de protagonismo, pero también me digo que esto es mi #diariodemiércoles; es el episodio catorce de la cuarta temporada. Es el texto número 101 desde aquel primer miércoles veintiséis de abril de 2023 que arranqué con la sección. Y que dio la casualidad que este miércoles justo caía el 2 de abril, el día en que se conmemora la guerra de Malvinas. En fin.
Mi escritora nacional favorita recibió un segundo mail mío. Pero ya no obtuve respuesta. Le escribí, ya no tan formal, la pifié, quizás, ahí, o no. Básicamente le contaba con emoción y excesiva confianza que había encontrado a un ex combatiente y que planeaba escribir sobre él y tratar de hacerle una entrevista, a pesar de que yo no soy periodista. Hasta le dije que posiblemente sería un libro que se llamaría: Otro libro sobre la otra guerra.
Le mando este audio a Daniel:
Bueno, Daniel, ¿cómo andas? Empezando así como, no sé si fuerte, pero desgravando y un poco ahí, como pasando los audios, me encuentro con, bueno, bastante coincidencia, en la bio esa que me mandas, ponés supuesto destino. Se me ocurre pensar si crees en el destino, como de alguna manera, con lo que te pasó. Más que nada y esa certeza, como vos la explicabas en la biografía tuya, de que siempre pensaste quizás que podrías ir a una guerra. Eso me llama la atención, debe ser por la generación. Naciste en el 55. A los 33 días tu mamá te oculta en un placar por miedo al bombardeo. Imagino esos años bastante violentos. Nada, a los 60, vos yendo al colegio, primaria, secundaria. A los 70, todo, bueno, Buenos Aires más que nada. Como el ambiente latente de lo militar, muy cercano. Obviamente yo no viví esa época, leí bastante, me interesa mucho siempre, pero imagino como un tiempo bastante oscuro. No sé, por eso nada, eso de que ese destino, supuesto destino, que una certeza, aparte lo puntualizas como en palabras, como certeza de que ibas a ir a una guerra. También pienso en la intuición del poeta, si te gusta escribir, si siempre te gustó escribir, ya desde esa época lo pienso, quizás me imagino una personalidad bastante… el poeta generalmente es intuitivo, se prepara a los acontecimientos de una manera intuitiva, por a través de una sensibilidad especial que lo hace. Bueno, nada y al margen yo también soy hijo único. Eso te quería preguntar, más que nada si venía por ahí al lado de la certeza de que ibas a ir a una guerra, de dónde viene eso, si viene desde esa Argentina bastante como esos años bastante como turbulentos, más que nada. Esa es una…
Audio 6
Bueno, Julián, sí, sí, empezamos, empezamos a buen ritmo. Mira, punto por punto, aunque por supuesto todo se hilvana, ¿no?, lo que vos estás planteando. ¿En qué creo yo? Yo creo en el jardín de senderos que se bifurcan, de Borges, ¿no? Creo en el destino, pero no en que haya uno solo. Creo que hay varias líneas de tiempo. Después, no me preguntes por qué puedo pensar que uno entra en una y no en otra, porque yo no tengo un saber armado, quiero decir, yo no soy un místico tipo New Age, ¿no? Viste que ellos tienen mucha certeza para responder a esto. Yo no las tengo, pero creo que hay varios destinos posibles y algo va orientando hacia uno de ellos, ¿no? Por un punto. Otro punto, la continuidad de la violencia en la que uno nació. Mira, cuando vos me decías esto recién, yo me acordaba que un segundo recuerdo que yo tengo, vago, pero al mismo tiempo muy intenso, es estar corriendo con mi vieja por Avenida de Mayo para volver rápido a casa. Ella había ido a visitar, o habíamos ido a visitar a una tía que trabajaba en lo que entonces se llamaban disquerías, ¿no?, las casas de venta de discos. El día, no recuerdo con exactitud, el día de la revolución contra Onganía, contra Illia, ¿no? Entonces, ese día me acuerdo que se vino el levantamiento, que lo derroca en el mismo día, y nosotros estábamos en la Avenida de Mayo a cuadritas no más de la Plaza de Mayo, por lo tanto de la Casa de Gobierno, y me acuerdo corriendo, no sé, eso no tengo la precisión, pero supongo que estaríamos yendo a buscar subte o a un colectivo o una cosa así. O sea que, en realidad, podemos seguir también cuando vos mencionás que por haber pedido la prórroga yo llego a Malvinas, y efectivamente es así, ¿no? Ahí habría una de las líneas del jardín que se bifurca que condujo directamente a eso. Ahora, si yo la hacía exactamente cuando correspondía, que era en 1975, yo te comenté ayer que hasta, no sé, ponerle, no sé si habrá sido el 78, una cosa así, hasta esa época se hacía a los 20 años. O sea, yo originalmente mi colimba era en 1975. Y por ahí me tocaba ir al Monte Tucumano, ¿viste? A una guerra sucia. Yo siempre digo que si me tocó la mala de una guerra, prefiero la que me tocó, porque ahí no hubo nada raro, tiro contra tiro, el que más sabía, el que más podía, ganó, y el otro perdió y nada más, ¿no? Pero no hubo oscuridades como conocemos. Entonces, a los 20 años podría haber terminado luchando contra el ERP en el Monte Tucumano, vaya a saber pasando qué y viendo qué, ¿no es cierto? Y si esperaba un par de añitos más, me tocaba la casi-guerra del 78 contra Chile. Con esto lo que quiero decir es que vos ves como se van hilvanando una serie de hechos, que en realidad son todos de violencia. Yo siempre me acuerdo el epígrafe que utiliza Osvaldo Soriano en No habrá más penas ni olvido, que dice, con amor o con odio, pero siempre con violencia. Esto es la Argentina, ¿viste? Por amor o por odio, pero siempre matamos o nos matan, ¿no? Después, ¿por qué esa sensación de que iba a haber una guerra? Y voy muy bien a lo que vos dijiste, la intuición. Por supuesto no había un cálculo racional de ningún tipo, pero había una sensación de que yo estaba destinado a algo bélico ¿no? Intuitivamente, pero con mucha angustia, con mucha fuerza. Yo siempre tuve esa sensación. Y te quiero contar, supongo que vos no has leído el redacto que te mandé, La guerra mágica, donde hay una premonición que a mí me salva en Malvinas. Yo concretamente estoy vivo porque le hice caso a una voz interior que me avisó de algo. No te spoileo para cuando vos lo leas. Pero en realidad, una vez que pasó eso y yo volví a Buenos Aires, volví a la vida cotidiana, me di cuenta que yo había tenido un aviso semejante con respecto a la guerra de Malvinas en sí misma. Un año antes, cuando nos estábamos yendo de donde habíamos tenido la instrucción, una de las instrucciones más largas de la historia del servicio militar, dos meses, ahí bien, en un campo, a mí, la que después me di cuenta que era la misma voz, me dijo esto. Me dijo, algún día todo esto va a ser verdad. Porque yo estaba viendo como una retirada de soldados ¿no? No te lo voy a contar acá porque es muy largo y tengo un texto que te puedo dar. Yo no lo reconozco muy publicable, pero te lo puedo pasar, donde cuento exactamente lo que pasa. Yo veo una cierta escena que me dice, y la voz me dice, algún día esto va a ser verdad. Y resulta que esa es la escena con que realmente termina Malvinas. Termina Malvinas con la retirada en largas filas de soldados. Esa es la escena que, en ficción o muy light, porque era simplemente la vuelta al cuartel después de esa larga instrucción. Pero esa voz me dice eso. Y si querés el colmo, como para entender que estamos bajo una red de destino, de energías, de vida que no entendemos, cuando yo publico mi libro, los que diagramaron la tapa, que no sabían nada, pero absolutamente nada de esto, eligieron como tapa y así quedó nada menos que la foto de esas columnas de soldados retirándose, que era lo que yo había visto como lo que venía ¿no? Bueno, acá paro y te escucho.
Claro, claro. Está bien eso que decís, claro. Te tocó dentro de las dos guerras la más patriótica. Dejame entender un poco, perdón la ignorancia, pero imagino vos tenés 26 años, imagino que hiciste la carrera en la UBA, te recibís de psicólogo, y vas a la colimba, te llama el ejército. Vos me decís que tuviste dos meses de preparación, es irónico lo de para una guerra, dos meses, es irónico lo que decís, no? Imagino que no sabías manejar un arma, no sé, imagino estudiando en la UBA, no sé, en esa Buenos Aires, no sé, imagino que… imagino una persona intelectual, de letras, no sé, quizás te cruzaste en el Bar La Paz con Viñas, no sé por qué flasheo eso, pero imagino que… o con toda esa intelectualidad porteña, y nada, más del psicoanálisis, y nada, eso me llama la atención. ¿Cómo procesás eso? Pensándote, porque aparte te pienso como un intelectual, también no quiero dejar de lado eso, que sos como un escritor de los grandes, escritores que fueron a las guerras, imagino casos Hemingway, Salinger, no sé, que no hay muchos en Argentina, encima pensándolo, nada, eso. ¿Cómo fue ese pasaje de intelectual a estar en un ámbito totalmente para nada compatibles? Como ese cambio de 360° que me imagino habrás sufrido, no sé, pienso en los compañeros de la colimba, nada, no sé, nada de eso, no me puedo imaginar esos dos mundos. Eso.
Audio 7
Mira, yo opté por un método que me está resultando bueno, que mientras te escucho voy punteando temas, ¿viste? Mira, primero, uno absolutamente, diríamos, técnico, ¿no?, de esa época. Los dos meses a los cuales yo me refiero fueron los de instrucción, después vinieron 10 meses más, es decir, en la colimba lo que se hacía era un primer mes o dos meses, por eso digo que la nuestra fue muy larga, muy larga, y eso me lleva a mí a intuir que tal vez ya había un plan de guerra y que nuestra unidad se hiciera cargo, ¿viste?, porque fue muy larga, incluso hicimos después 15 días de instrucción con infantería de marina, ¿viste?, lo que se llama combate en localidades, ¿no? Viste como en las películas donde entran, qué sé yo, a un edificio, ¿no?, y van, va yendo uno adelante despejado, va el otro despejado y van ahí avanzando, eso lo hicimos mucho de eso en infantería de marina, con lo cual yo rectifico algo, por lo menos dentro de la experiencia que yo tengo, nosotros fuimos bien instruidos en la clase 62, lo que pasa es que después parecería, no parece, se sabe que mandaron clase 63 que recién había entrado y que venía mucho más floja, en realidad nosotros llevamos un buen nivel de instrucción para hacer colimbas, ¿no?, no éramos comandos ultra especializados, pero se trataba de eso, no era que sólo tuvimos dos meses, sino que fueron los dos meses iniciales que siempre se hacían de instrucción, muy muy intensa y después se seguían X cantidad de meses, 10 más porque eran 12 meses, bueno, ahí sí, corriendo, limpiando y barriendo, como te expliqué que venía el tema colimba, mucho, pero además, bueno, seguían cosas de instrucción y todo, ¿no? Entonces, esa aclaración es importante, yo no registré una mala capacitación para llegar a Malvinas, eso es muy importante, ¿no? Vuelvo a repetir, mi clase, la 62, que fue la pura de Malvinas, después la siguiente fue otra historia. Después, segundo punto, vos mencionaste a Hemingway, bueno, Hemingway fue mi escritor favorito de adolescencia y ahí viene, con respecto a la escena que yo te conté antes, de cuando yo veía la retirada de nuestra, de San Miguel del Monte, ahí hicimos la colimba, cuando nos íbamos yendo y yo veía las líneas de soldados yéndose, entre las cuales estaba yo, por supuesto, parte de lo que pasó en ese momento es que a mí me evocó la retirada de Caporetto, que es el centro de la narración de Adiós a las Armas de Hemingway, yo asocié en ese mismo momento la retirada de Caporetto de Hemingway, o sea, de Adiós a las Armas, y ahí es donde esa voz me dice algún día esto va a ser verdad, ¿no? Otro punto, pero también muy interesante para la visión de la historia del país, yo no estudié, yo no terminé mi carrera de psicología, no hice mi carrera de psicología en la UBA, sino en la Universidad de Belgrano, ¿por qué? porque armé una especie de eso que se llamó exilio interno, yo pasé ahí a estudiar psicología, pero antes estudiaba letras, o sea, en el 73 y 74, la famosa llamada, bueno, entre otras cosas, la Universidad Montonera, ¿no? porque era una universidad de batalla toda, o sea, yo estudié junto con gente de montoneros y de que era compañero de trabajo, de estudios, ¿no? o no, pero venían a visitarnos para arengar a la tropa, de ellos, ¿no? Entonces, ¿qué pasa? en el año 74 se cierra toda la Universidad de Buenos Aires, eso lo hace un tipo que se llamó Ivanissevich, que fue nombrado por Perón e Isabelita como Ministro de Educación, que era directamente, virtualmente, un nacionalista de derecha tirando a nazi, entonces, como en la universidad había mucha izquierda, ya estaba ahí la pelea, no hay que olvidarse que el grande despelote que termina con la carnicería del proceso, en realidad empieza entre un año y un año antes, un año y medio antes, en una especie de guerra civil peronista ¿no? izquierdas y derechas peronistas, entonces, ¿qué pasa? cuando yo decido, además, que voy a cambiar de carrera y en ese momento se cierra la universidad, que al final estuvo cerrada por seis meses solamente, pero cuando la cerraron nadie sabía si eran seis meses o 60 años, yo ahí decido cambiar de carrera, además, y decido irme de la Universidad de Buenos Aires, primero porque estaba cerrada y además porque quería, yo no tenía militancia, pero era una época, tal vez vos hayas oído hablar, en la cual era temible estar en muchas agendas, ¿te das cuenta? decir, yo no era militante en absoluto, pero estaba en un montón de agendas de gente que toda mi vida me he preguntado qué fue de ellos, porque yo sabía que tenía militancia pesada, ¿te das cuenta? entonces dije, bueno, la universidad está cerrada, no sé hasta cuándo, yo ya quiero cambiar de carrera y además me parece conveniente que me retire un poco en las sombras, que me vaya un poco a las sombras, ahí un tiempito estuve tomando unas clases en lo que se llamó la Universidad de las Catacumbas, es decir, se siguieron dando clases en los alrededores de las facultades, por ahí en institutos de enseñanza privada y todo, se daban clases de la facultad, en realidad, de una manera clandestina, pero era una cosa muy tensa y se terminó diluyendo, y después, bueno, la reabrieron derechizada y listo, y así siguió y empeoró, por supuesto. Tercer punto de lo que vos me planteas, intelectualidad y guerra, a mí me sirvió mucho, me sirvió mucho ser ya psicólogo cuando llegué a Malvinas, porque me sirvió allá para entender muchos fenómenos que si no me hubiera angustiado mucho, fenómenos de actitudes de mis compañeros, la psicología del rumor, todo lo que pasaba, entonces a mí me sirvió realmente, como te decía, tenía otra edad y tenía otro nivel de instrucción, que era ya importante, efectivamente eran carreras muy intelectuales, yo no había estudiado matemática, por decir algo, entonces me sirvió a mí eso en Malvinas porque me sirvió para protegerme entendiendo ciertos fenómenos. Hasta acá llego yo.
Claro entiendo se me mezclan un poco como las fechas y claro las épocas y las claro entiendo perfecto e interesante eso lo de la guerra civil peronista claro ahí vos vas a la Belgrano y estudias psicología entiendo y ahora llega el 82 ponele y vas a Malvinas bueno claro dos años de instrucción en la colima y 10 ya decís que ellos iban a entrar en guerra por toda esa preparación previa que son 12 un año 12 meses llega a Malvinas y qué onda estar ahí tipo vos muy formado intelectualmente todo nada más allá de la niebla y el clima que ya me lo comentaste ayer qué haces y nombraste lo naval y me dijiste ayer que por tu edad no como que no ibas al frente qué era lo que hacías ahí como esa división de clase 62 que nombras no entiendo nada de los rangos militares ni nada no sé cómo cómo es él parafraseando lo del colimba lo de mano se me olvida correr, limpiar y barrer cómo es eso se traslada a una guerra que cuál era la cotidianeidad en Malvinas cómo se traslada a esa colimba ese ejercicio de esas tres acciones bastante sumisas, se podría decir, nada eso si querés contar cómo, por qué se reemplazan esas tres acciones estando en batalla, en guerra.
Audio 8
Bueno, mirá, cómo pasaron los días o las noches. Fundamentalmente, para donde yo estuve, que fue en ese perímetro, como te decía, de unos 300 metros alrededor del viejo cuartel para no quedarme en blanco tan fácil, el problema que nosotros tuvimos es que ahí estaba justo ubicada la base de helicópteros, la base de salida de helicópteros. Después ahí, la historia se sigue cruzando porque era la base de helicópteros de la cual salían los comandos de las compañías 601 y 602, que probablemente no te diga nada si te los nombro así, pero sí te diga mucho si te digo que después, cinco años después, fueron los famosos Carapintadas con Aldo Rico y todo. Yo estuve con él, sí, sí, sustancialmente, pero no formaba parte de eso, pero estaban ahí. Entonces, ¿qué pasó? ¿Qué quiero decir con esto? ¿Qué pasó concretamente? Al ser nosotros la base de helicópteros, nos tiraban mucho para destruir todo lo que se podía. Entonces nosotros teníamos, te diría, entre tres y cinco horas todas las noches, pero todas las noches, eso dependía del clima, del clima en el mar. Nosotros teníamos entre tres y cinco horas de cañoneo permanente inglés. Nos tiraban todo el tiempo. Cuando digo que dependía del mar, porque cuando el mar se ponía muy muy mal y ellos ya no podían apuntar bien por el movimiento de los barcos, bueno, se acortaba el plazo, ¿no? Nosotros dependíamos mucho de eso, de que el mar se encrespara y sabíamos que teníamos menos fuego. Pero lo que yo viví de la guerra en cuanto a mayor peligrosidad fue continuamente el bombardeo, continuamente el bombardeo por cañoneo, bueno, como todo bombardeo en realidad tiene el problema de que uno nunca sabe dónde caen las bombas, ¿no es cierto? Entonces, cuando, te cuento que las bombas, las balas de cañón de calibre alto, importante, o sea, gruesas, cuando pasan por encima de uno, literalmente se escuchan como jets, se las escucha, ¿no? Tipo, una cosa así. Eran siempre tandas de tres, porque las torres de cañón de barco son triples, entonces vos escuchabas a lo lejos, porque nosotros llegábamos a escuchar la salida, porque las detonaciones de los cañones de barco son muy fuertes, son cañones muy poderosos, entonces nosotros escuchábamos muy a lo lejos en el mar, tum tum tum, ¿no? Y unos segundos después escuchamos por arriba de nuestras cabezas, vum, vum, vum, como tres jets que pasaban, esas eran las balas de cañón. Era mejor escucharlas así, porque eso significa que iban a caer más lejos de uno. Ahora, cuando uno no las escuchaba es porque estaban viniendo hacia las posiciones de uno, y ahí la cosa se ponía brava, ¿no? Ahí dependía literalmente de lo que quieras decir, la suerte, Dios, el destino, porque en realidad era un puñado de bombas tiradas al azar, no estaban apuntando. Ellos hacían lo que se llama batir zona. Se llama batir zona en ejército, en toda forma de ejército, cuando vos no le estás tirando un blanco exacto. Un blanco exacto sería, como yo te decía, el viejo cuartel de los Royal Marines, bueno, se puede saber perfectamente dónde está, arreglar los cañones, y vos le tiras, batís un blanco. Cuando se habla de batir zona es que no hay un blanco definido, se bate una zona, ¿no? Es como si dijéramos, donde vos estás en este momento hablando conmigo, si te tiran al lugar donde estás, a tu casa, si es que estás allí, bueno, estar haciendo blanco directo. Pero si no saben dónde vos estás, pueden tirar a las manzanas que te rodean, ¿se entiende, no? Es decir, bueno, cuatro o cinco manzanas, esa sería zona. Batir zona es eso. Nosotros teníamos entonces ese tema, batían zonas sobre nosotros todo el tiempo para buscar los helicópteros y todo, ¿no? Encima estábamos rodeados de tambores de combustible, de helicópteros. Felizmente, increíblemente, nunca pegaron en ninguno, porque si no hubiera sido, hubiéramos muerto quemados directamente, no por explosión. Entonces nuestro tiempo fue así, hasta que nos tuvimos que ir, hasta que tuvimos que abandonarlo ya en la noche del 11 de junio, la noche posterior a lo que yo cuento en la guerra mágica, que transcurre el 11 de junio a las tres y media de la tarde. Bueno, horas después nosotros dejamos esa zona porque ya era insostenible, ya los ingleses venían directamente arrasando, y ahí se produjo algo que fue muy bravo, que fue que se desbandó, se desbandó por completo. Es decir, nosotros volvimos a Puerto Argentino retirándonos a la zona de los cerros que rodeaban Puerto Argentino desbandados. Es decir, lo que se llama desbandado significa íbamos todos divididos, no volvimos organizados como tropa, como una unidad. Y eso fue peor todavía cuando ya en el amanecer del 14 de junio, que iba a conducir a la rendición, ya ahí tuvimos que dejar esos mismos cerros y directamente ir hacia Puerto Argentino. Bueno, ahí, a ver, para que te des una idea, yo llegué solo a Puerto Argentino. Es decir, estábamos tan desorganizados, tan desbandados, que yo llegué solo a Puerto Argentino, con algunos compañeros que corrían al lado mío, pero al lado mío significa en paralelo a mí, a 100 metros, otro a 50, otro para atrás, qué sé yo. Y llegamos corriendo de frente a nuestros cañones que tiraban contra los cañones ingleses. Nosotros, la formación de cañones nuestras que estaba defendiendo Puerto Argentino, nosotros para llegar a Puerto Argentino íbamos corriendo de frente a esos cañones. Entonces, como ellos nos veían y sabían que éramos tropa argentina de ellos, nos gritaban, avisándonos cuando tiraban, cuando iban a tirar para que nos tiráramos al piso. Entonces, nosotros nos avisaban, nos tirábamos al piso, ellos cañoneaban, pasaban por arriba nuestros las balas nuestras y después venía la respuesta inglesa, que yo creo, yo tengo la impresión de que nos perdonaron la vida, porque nosotros íbamos corriendo y yo me daba vuelta y veía que las bombas inglesas caían siempre ponele a 100 metros atrás. O sea, que me da la impresión de que nos iban arreando, que no querían matarnos, sino que iban tirando siempre 100 metros atrás. Yo tengo esa impresión porque estábamos a descampado absoluto, podrían habernos matado a todos sin lugar a dudas. Me parece que los ingleses dijeron, bueno, estos boludos que lleguen a Puerto Argentino, ahí se rinde y se terminó todo. Bueno, hasta ahí llego con esta parte del relato. Te cuento que por ahí no puedo seguir mucho tiempo más porque tengo que responderle a otro entrerriano que es mi yerno, como te conté, que dentro de un rato ya vamos a ir para la casa de ellos a comer un asado que, por supuesto, hace él. Pero tenemos un ratito todavía.
Dale, dale, si, no te quiero robar más tiempo, nada, el final no más, más que nada me interesa como es ahí llegar a, bueno, como decir, les perdonan la vida, qué loco, y cómo, bueno, cómo es el regreso, cómo es un final de una guerra que se pierde, entregar las armas, te dejan, la guerra se termina, volvés a Argentina, a Argentina, qué fallo, qué lapsus, volvés a Buenos Aires, imagino que vuelven en avión o en, sí, en avión obviamente, o en tren, no sé, o en tren, no, nada, y eso no más, y ya no te robo más tiempo, nada, quería agradecerte por el testimonio y, bueno, nada, después hablamos algunas cosas técnicas de la edición que sale mañana, y obviamente que voy a comprar tu libro y voy a leer todos los textos estos que me pasas mañana, seguramente, y bueno, nada, publicaremos este de lo inédito y seguramente después te vamos a publicar más textos, bueno, nada, y agradecerte y eso, y que pases un buen asado con tu yerno y eso, nada, eso.
Bueno, el asado está garantizado, vuelvo a repetirte. O sea, si él hace asado y mate, vos te imaginas que tiene procedencia garantizada. Mira, gran pregunta, ¿no? ¿Cómo es el final de una guerra que se pierde? Vamos a la cuestión del estado de ánimo. Después pasamos al objetivo, a qué pasó. El estado de ánimo es muy raro porque es una mezcla de alegría porque uno sobrevivió y de tristeza porque no hay, yo lo digo en el libro, creo que lo digo así, no hay derrota feliz, ¿no? Aunque uno no sea Rambo ni nada por el estilo, ni un súper patriota, pero fue una mezcla muy grande de tristeza y alegría, ¿no? Alegría porque estábamos vivos, bueno, nada más y nada menos, no hay que explicar mucho de eso, y tristeza porque, bueno, porque las derrotas son siempre tristes, ¿no? El documento para la historia que se firmó fue, si yo no recuerdo mal, a las 7.59 de la tarde del 14 de junio. Esa es la fecha y hora oficial del final de Malvinas. Pero en realidad, para los que estábamos allá, todo terminó algunas horas antes. Y yo te voy a contar una anécdota que es, nosotros habíamos llegado al pueblo en las condiciones en que te comentaba, ¿no? Desbandado por completo, yo llegué solo, preguntando por las calles del pueblo a ver dónde estaba la compañía mía ¿viste? Para unirme, ni sabía bien dónde estaba. Y me encontré con ellos, bueno, y estábamos ahí en el patio, en los fondos de una casa. La casa estaba toda protegida, las ventanas y todo con bolsas de arena, ¿no? Clásica protección contra el fuego enemigo, aunque te vuelvo a repetir, ahí nunca cayó nada, pero bueno, había que proteger. Entonces, si vos me preguntás a mí, ¿cuándo para mí y para todos los que estábamos ahí terminó la guerra de Malvinas? Fue en un acto muy simple, nada protocolar y sin ninguna información. Apareció un sargento encima de otra compañía que nosotros ni lo conocíamos y nos dice, a ver muchachos, a dar una mano para sacar las bolsas. Bueno, ahí dijimos, esto se terminó. O sea, si viene alguien y nos dice, tenemos que sacar las bolsas de arena de protección, es porque se terminó. Así nos enteramos, el grupo con el cual yo estaba, parte de mi compañía y yo mismo, así supimos que la guerra de Malvinas había terminado. Después de eso, estuvimos dos días más hasta embarcar en un transatlántico, el Canberra, que ellos habían utilizado para llevar tropas propias a Malvinas y lo utilizaron para sacar prisioneros. Te cuento que la versión que nosotros teníamos entre tantas mentiras de guerra era que el Canberra había sido hundido. O sea que nosotros nos encontramos con que llegamos al puerto de Puerto Argentino para hacer todas las operaciones de embarque y todo, que mucho tiempo tardó. Bueno, no tanto, fueron muy eficaces los ingleses. Creo que en un par de días subimos 5.000 hombres al barco. De ahí viene el título de mi libro. El libro se llama 5.000 Adioses porque tiene que ver con los 5.000 que volvimos como prisioneros de guerra en el Canberra. Bueno, nos revisan a todos una serie de cosas y subimos al barco, al Canberra. Ahí hay una anécdota interesante. A mí me hicieron un interrogatorio aparte. Todos subían sin problema, pero a mí me hizo uno un interrogatorio. Me apartaron y me preguntaron cosas. Después me enteré que eso tenía que ver con que vieron que yo era algo mayor y me sondearon un poco los ingleses a ver quién era porque sabían que había oficiales y suboficiales argentinos, o sea, de mi edad, que se sacaban las identificaciones de grado para poder irse. Porque los oficiales y suboficiales iban a quedar un tiempo más prisioneros. Entonces estaban buscando camuflarse como soldados comunes. Yo después me enteré que por eso a mí me habían parado y me habían hecho unas preguntas. ¿De dónde venís? Para sondearme. Me pasaron un rumor de que el tipo que me preguntaba cosas era un psicólogo inglés. Pero bueno, eso nunca lo pude confirmar. Subimos al Canberra. Y ahí tardamos un día y medio dando vueltas alrededor de las islas. La pregunta que se pone es ¿por qué? ¿Por qué carajo dábamos vueltas alrededor de las islas? Custodiado por fragatas de guerra y todo, inglesas, que no querían que haya ningún error y bombardearan al Canberra y nos mataran a nosotros. Un despelote de primera. Bueno, estuvimos un día y medio porque Galtieri, entre whisky y whisky se ve, lo tuvieron que convencer para que un barco de bandera inglesa, el Canberra era un barco inglés, atracara en un puerto argentino. Porque no lo aceptaba, por una cuestión de orgullo nacional. Ahora, el asunto es que ese barco inglés llevaba a 5.000 argentinos de vuelta. Se entiende la locura. Bueno, finalmente se ve que le habrán dado alguna cosa para salir de la resaca y autorizaron. Y ahí llegamos a Puerto Madryn. Lo de Puerto Madryn fue extraordinariamente emotivo. Hay un día que se conmemora en Puerto Madryn. Hay todo un trabajo periodístico escrito que se llama El día en que Madryn se quedó sin pan. Es muy emocionante. A mí, mira, te lo cuento y la verdad me tiembla la voz. Porque eso fue el símbolo de Madryn llevándonos comida. Llevándonos comida a todos nosotros. En primera línea el pan, por supuesto. Bueno. Nosotros nos vamos de Madryn a Río Gallegos. Y ahí… Sí, no, a Comodoro Rivadavia, perdón, no a Río Gallegos. Y ahí tomamos aviones. Llevan aviones de Aerolíneas y de Austral. Que en ese momento existía y era una segunda línea de aérea de Aerolíneas. Otro detalle tremendamente emocionante que también me conmueve cuando lo cuento. Aunque llevo 40 años contándolo. Es que nos suben los aviones y el gobierno había dado orden de no darnos nada. No darnos nada. Y entonces lo que hizo el personal de Aerolíneas fue hacer una colecta entre ellos. Y sirvieron lo que pudieron. O sea, quesito, lo mínimo posible. No lo mínimo posible. Lo mínimo posible para ellos, no para su intención. Seguramente si hubiera podido nos hubieran dado una buena cena. Pero bueno, eso fue el comienzo de nuestra vuelta. Con el personal de Aerolíneas, que nunca olvidaré, y de Austral. Sirviéndonos lo que ellos pudieron juntar. Llegamos a Buenos Aires, al Palomar. Nos suben en micros con las ventanillas tapadas. Nosotros no lo respetamos, fuimos abriéndonos. Y te doy una anécdota que no me olvido nunca. Llegamos a un paso a nivel. Nos cortan el paso porque iba a pasar un tren. Y había tacheros, había una línea de taxis esperando ahí. Y resulta que nos ven. Una escena surrealista. Nos ven y nos dicen, pero muchachos, ¿ustedes de dónde vienen? Y nosotros contándoles que estábamos viniendo de Malvinas. O sea, una barrera suburbana baja. Un conjunto de taxistas que estaban esperando clientes, como en cualquier lugar y cualquier noche de su vida. Y resulta que ven las caravanas de micros de soldados que volvíamos de Malvinas. Una locura. Vamos a Campo de Mayo. Y ahí nos meten una buena cantidad de tiempo. Un par de días, querían más, pero fueron un par de días. Para literalmente engordarnos. Como veníamos muy flacos. Y en Campo de Mayo está lo que se llama la Escuela de Apoyo de Combate. Que incluye a los cocineros. Bueno, estuvimos dos días meta comer media lunas. Y de ahí volvemos a La Plata. Estaba en La Plata el cuartel. Yo era de Buenos Aires, pero hice la colima en La Plata. Y ahí se produce un hecho que te lo cuento. Porque es como un punto de comienzo de la caída de la dictadura. Porque a nosotros nos llevan al cuartel de La Plata. Y para dejarnos ahí querían dejarnos una semana más. Para después darnos la baja. Y ahí pasa algo. Ahí irrumpen el cuartel de La Plata. Del mando de la décima brigada y del regimiento 7. Irrumpen las familias. Nada menos, ¿no? En un cuartel. Irrumpen las familias de los soldados. Y nos llevan. Directamente. En nuestro caso, un coronel que yo no tenía ni idea quién era. Se sube a un jeep para hablar desde arriba. Y dice, bueno, vayan. Vuelvan dentro de una semana que les damos la baja. Pero ahora váyase. O sea que ahí es una escena fundamental. Porque ahí uno puede situar un punto en el cual uno dice. Bueno, estos perdieron. Pero perdieron no solo en Malvinas. Perdieron en todo el territorio argentino. La dictadura se cayó. Porque en otro momento hubieran podido matar a cualquiera, que entraba en un cuartel. En ese caso directamente irrumpieron familias y amigos de gente y nos llevaron. O sea que yo volví a mi casa literalmente con el uniforme de combate con el cual había salido de Malvinas. Bueno, y ese es el final.
Bueno, y ese es el final.
Hasta acá estuvo Malvinero. Nos vimos el próximo miércoles.