Perdido

s05e01

Empecé a ver Lost en una casa y la terminé en otra. Durante ese tiempo, mientras miraba la serie, me sucedieron miles de cosas, desde conocer Salta hasta visitar el Hospital Escuela de Salud Mental de Paraná y pernoctar ahí más de un fin de semana. Y acá estamos de nuevo, volviendo a escribir. No sé qué pasa en política, porque hace mucho que no miro ni leo nada. Todo parece estancado en esa rama del árbol, como si la economía no bajara del árbol a la calle. Hasta los índices de los picoteos de los pichones disminuyeron con respecto a los años anteriores; ni siquiera algunas migajas se alojan en las calles.

Si te duele una muela, vas a un dentista, pero si la mente empieza a trastabillar o el estrés avanza y no te deja dormir, vas a un psiquiatra. Y empecé a caerme, con la cabeza entre las manos. Pero había que levantarse y seguir, porque si no, el mundo te come, y fue más o menos lo que pasó. Pero no quiero aburrirte con esto. Empezar este diario es como empezar de nuevo, y eso que lo dejé de escribir apenas hace unos dos meses, si no me falla el barullo.

Lloré con el final de Lost, pero como bien explica la serie, no podemos volver el tiempo atrás ni tampoco adelantarlo; solamente hay que vivir y listo, ¿como si eso fuera tan fácil, no? No se puede volver a escribir un diario sin contar más o menos lo que sucedió en el medio. En el medio me caí, me caí feo. Como se caen los feos, pero de a poco me voy levantando. Un viejo amigo me dijo que aguanté demasiado, casi cuarenta años, y que la receta para él es no desear. Descubrió que no desear es el remedio para todo.

Tuve un ataque maníaco, aunque la recuperación fue tan rápida que no convence del todo a mi psiquiatra, quien prefiere que no lo llame así, ya que lo maníaco no se reflexiona internamente ni se culpabiliza como me pasa a mí. Pero necesito ponerle nombre a las cosas. Entonces llamémoslo “Episodio Bejarano”.

Durante el episodio Bejarano entonces me creí millonario y creía que era autista; y que había una sociedad de autistas secreta como una logia y que por eso mucha gente estudia psicología para detectar autismo, algo no muy difícil de imaginar. Y que los autistas son millonarios porque están exentos de deudas, no le tienen miedo a las cosas, no tienen culpa porque saben que Dios no existe, que lo único que existe es el dinero.

Un amigo que me salvó, me sacó de ese trance, me dijo que yo era millonario por los amigos que tenía. Y la verdad es que tiene razón. Pero yo seguía sumergido en la isla de Lost.

Después quise montar un negocio de ropa y crucé ilegalmente a Bolivia a comprar mercadería. Después llevé a Mami a mirar el último partido de Messi en el Monumental. En el medio cumplí cuarenta y dos años y después también me mudé.

El trabajo me sigue aburriendo como siempre, y en el amor no funciono porque soy una bomba de tiempo. ¿Esto es la vida de un escritor?¿Llevar puesto un conjunto deportivo Nike y escribir en una MacBook Pro que sos un fracasado en el amor?

Mientras estuve internado en el hospital me habían robado unas Nike Air Max 97 azules hermosas, y me la pasé internado con unas Crocs que aún conservo como un lindo recuerdo. A las horas me tuve que poner pillo porque si no, la iba a pasar mal.

Estar internado es horrible. Te dejan usar el celular dos horas a la mañana y dos horas a la tarde. Comer, tomar pastillas, dormir y que alguien te visite durante la tarde, si es que alguien lo hace. En mi caso lo hacía mucha gente y por eso quizás salí rápido y me dieron el alta definitiva. Es decir, que no podría volver ni aunque quisiera. Y miren si no lo pensé. Te dan comida, una cama y hasta te podés hacer amigos. Pero al tercer o cuarto día ya empecé a pensar que ese lugar no era para mí y por suerte pude mejorar y salir.

Un amigo me dijo que me había recibido de escritor después de la estadía en el Hospital escuela pero la verdad es que en Bermejo cuando le pagué a un pasero para que me llevara la ropa al hombro que había comprado, me creí un poco Rimbaud, y cuando pasé unos días internado en el HESM, un poco demasiado exagerado, me creí Pound.

A mí no sé lo que me pasó. Quizás un poco de todo junto mezclado. Un trabajo que no me gusta pero en el que gano bien y el que no puedo dejar por el momento. Una sociedad en la que me rompo junto con todos sus piezas de dominos caídas. Creérmela un poco con que podía hacer una empresa rentable cuando descubrí que las leyes actuales permiten que como monotributista seas dueño de una compañía. Un amor fracasado. No parar de escribir. Dormir poco o mirar Lost y un poco entrar en su enredo del Dharma, anda a saber qué me pasó.

Quizás un poco de culpa y no poder soportar esa culpa, como bien explica la serie. De todas maneras, terminan todos felices y riendo dentro de una iglesia y una puerta se abre hacia la luz eterna. Y esa misma luz es la que busco.

Nos vemos el próximo miércoles.