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El Movimiento Peronista: Un Cuerpo en Constante Evolución
“El movimiento peronista es de todos los que lo formamos y defendemos“. La voz del general, colgada en YouTube del film Perón, actualización política y doctrina para la toma del poder de Solanas y Gelino de 1971, irrumpe en la cacofonía digital del presente. Un presente donde la posverdad baila sobre un bit de megalomanía, donde la extrema derecha, con sus manitos sucias de Dj de turno, tomá el control de la cabina de la desinformación del presente. En este after de realidades distorsionadas, el peronismo es un refugio nostálgico de personas, que los sábados a la noche ya no salen, la nueva actualización de la resistencia es acariar a un gato en soledad mientras te bajás un tubo de tinto scrolleando de historia en historia. Pero eso puede cambiar.
Un movimiento que, como bien dijo su líder, “tiene enemigos de afuera y enemigos de adentro“.
Imaginemos el peronismo como un cuerpo vibrante, un organismo que respira y lucha. Los microbios de antaño han mutado, se han infiltrado en la red neuronal de la sociedad. Son los trolls venenosos, los bots autómatas, los influencers que venden espejismos. Son los “logreros”, esos que cambian ideales por poder, que convierten la política en un mercado persa de ambiciones. Como advirtió Perón, en 1971 “es la Hora de los Logreros“, y esa hora parece extenderse indefinidamente en este presente líquido.
Don Bife Berardi nos alerta sobre la psicodictadura, un control invisible que se ejerce a través de la sobrecarga informativa y la manipulación emocional. Somos gambeteados por la cabra de los view, atrapados en burbujas ideológicas que refuerzan nuestros prejuicios. Chomsky nos recuerda el poder del lenguaje: las palabras son armas, construyen realidades, distorsionan la verdad. La gramática, en manos de la extrema derecha, se convierte en un instrumento de opresión, un mecanismo para deshumanizar al otro, que a esta altura ya parece no sembrar sino literalmente pavimentar asentando el bleque del odio y la división.
Los más optimistas aún rezan por el peronismo, como esa ave fénix, que eternamente renace de sus cenizas. Perón nos enseñó que la libertad, incluso la libertad para errar, es la savia que alimenta el movimiento. Las autodefensas se activan, los anticuerpos emergen de las entrañas del pueblo. Son los militantes que no se rinden, los que luchan por la justicia social, los que defienden la diversidad, los que resisten a la manipulación. Como afirmó Perón, “el movimiento peronista ha sido creado y conducido en forma que desarrolle sus propias autodefensas“.
En este delirio de androides y criptoestafas, donde el consumo se convierte en religión y la deuda en esclavitud, ¿Cómo recuperamos nuestra humanidad? ¿Cómo damos vuelta la tortilla? La respuesta resuena en el YouTube de Perón: “Para un peronista no puede ni debe haber nada mejor que otro peronista“. La solidaridad, la comunidad, la lucha colectiva son nuestros fierros. Debemos organizar la esperanza. Colta.
El panorama político global se encuentra en un punto de inflexión. La extrema derecha, envalentonada por el auge de los Césares tecnócratas de la nueva Roma avanza a paso colosal y autómata, erosionando las democracias. Y encima el deo Axel se separa de la dinastía K llamando a su nuevo movimiento Derecho al futuro 🤦🏾 ¿Derecho? Daleeee enserio, ni Menem se animó a tanto. Confiemos en la famosa metáfora del peronismo de la bolsa de gatos. Cuando parece que se están peleando, se están reproduciendo. En fin.
En este contexto, la figura del Papa Francisco se erige como un bastión de resistencia, un líder espiritual que aboga por la justicia social, la paz y el diálogo.
Sin embargo, la fragilidad de la vida humana nos obliga a contemplar un escenario sombrío: la posible partida de Jorgito Bergoglio, que el diegote no lo permita. Su ausencia terrenal nos dejaría un vacío inmenso, un espacio que la extrema derecha podría intentar llenar con literatura barata de Ayn Rand y estoicismo.
Yo por las dudas, empecé por persignarme por cada construcción monumental del siglo diecinueve que paso, donde se lavan los pecados. En este contexto al toque me olvido de las cruzadas, la inquisición, los abusos y demás atrocidades que se hicieron en nombre de yesus. Uno ya no sabe para dónde disparar. Dicen por ahí que las Iglesias se están llenando. Que es el único lugar donde te podes pasar una hora del día sin que te saquen un mango. En estos tiempos horribles algunos vuelven a agarrarse de la última cuerda que parece quedar, esa cuerda de más de dos mil años de antigüedad, que resulta, al menos la más segura, la famosa fe.
Como en sus principios el movimiento peronista, quizás saca las patas chorreadas de la fuente y las conduce hacia un repliegue táctico al catolicismo.
Aunque parezca un chiste, con la entrega de la casaca firmada por Messi a Milei, la figura de Juan Román Riquelme se impone como ícono popular arraigado en el sentir del pueblo argentino, emergente de un posible faro de esperanza. Su liderazgo carismático, su conexión con las bases populares y su discurso en defensa de los valores de lo colectivo y la no entrega de todas las banderas sanmartinianas, lo convierten en un referente capaz de movilizar, al menos desde el fútbol, al corazón de las masas.
Como señaló Perón, “el movimiento se defiende por sí, porque los movimientos o los partidos políticos o las organizaciones institucionales que no tienen sus autodefensas desaparecen“. En este escenario de incertidumbre y polarización, la activación de las autodefensas peronistas se vuelve crucial. Estas autodefensas no son solo la militancia tradicional, sino también la capacidad de adaptación a los nuevos tiempos, la utilización de las herramientas digitales para difundir el mensaje peronista, la creación de redes de solidaridad y apoyo mutuo.
Debemos recuperar el lenguaje, desenmascarar las mentiras, narrar nuestras propias historias. Convertirnos en barberos de la resistencia, en traperos de la justicia social, en rappitenderos de un futuro donde la dignidad humana sea la única moneda de cambio.
Perón lo sabía: “El futuro pertenece a los pueblos que saben defenderlo“. Despertemos las autodefensas, convoquemos a los amigues, marchemos juntos hacia la victoria. Que el peronismo, como un río caudaloso, arrastre consigo la injusticia y la opresión. Que la sinfonía de autodefensas resuene en cada rincón de la patria, anunciando el amanecer de un nuevo tiempo.
Sueno oldy y triste y melancólico y hasta con olor a naftalina. Parezco Gerardo Gonzáles, el último peronista que camina solitario los barrios de la ciudad de Paraná. Que ya primerió el muralismo político 2025 que se asoman por abajo de los puentes sobre Av. Almafuerte.
Es interesante la palabra que usa Juan Domingo en este viejo video que miro por YouTube “logreros” que se refiere a aquellos peronistas bien alimentados de los setentas, esos montos pequebus dueños de una inteligenzia que se aislaba cada vez más del pueblo. Hoy esos “logreros” son los progres. Con buenas o malas intensiones, restan más que suman.
A pesar de los nubarrones que cabecean sobre el horizonte, y los posibles meteoritos que se avecinan para el 2032. Me tomo un zumo de esperanza de autor con notas de un futuro que huelen a la justicia social, igualdad y la solidaridad para nuestra sociedad. Total la esperanza es lo último que se pierde.
“Que todos sean artífices del destino común, pero ninguno instrumento de la ambición de nadie“. Que estas palabras de Perón nos sensibilicen en la construcción de un porvenir donde la dignidad humana sea la única criptomoneda de cambio.
Hasta acá estuvo re choripanero
nos vimos el miércoles que viene.