Foto: Fede Inchauspe

Preparación y presentación de “Rapsodia de Primavera en frágil retirada”

Por invitación a la lectura de cierre de la Fotogalería Municipal, se me ocurrió primero mezclar en uno solo tres libros inéditos, invitando a Ángeles Ramírez y a Santi Candioti, piezas claves del Instituto, para leer juntos ese libro provisorio, armado para la ocasión. Después se me ocurrió hacer una película sobre la preparación de esa lectura y sobre su ejecución, cuyo resultado es justamente Preparación y presentación de “Rapsodia de Primavera en frágil retirada”, que aquí se presenta. Uno de aquellos libros es RTH, del que aquí se se transcriben diez de sus 55 fragmentos.

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  1. Visité las tres ciudades y sentí que todas ellas eran una en mí, o que yo era su continente: Resaca, Tortícolis, Hemorroides.
  2. Sos como tu tiempo interior. Como percibís el tiempo, así sos. Sos aquello que sofrena la mera duración, lo que inhibe la segmentación de tu vida en épocas, y en otras porciones mensurables como días, horas y minutos. Sos eterno: sos lo que te introduce en un tiempo aparte, aparte del presente, el pasado y el futuro. Aparte de la Resaca, la Tortícolis, las Hemorroides.
  3. Igual que Napoleón, me autocoroné el artista más grande de la Argentina, y como la Argentina está por encima de muchos países en este plano, y porque el arte no conoce de fronteras, quizá haya pasado a ser yo el artista más grande del mundo. Contribuyen con esta consagración mía mi propia genialidad, pero también la extrema pobreza actual en lo que a artistas refiere. Es cierto, me comparo con lo que está a la vista, que quizá sea el modo más injusto de hacerlo: lo visible en el arte es generalmente una mierda. En cualquier caso, fue, la de mi consagración, una ceremonia íntima, casi secreta y algo triste, de la que participaron Resaca, Tortícolis y Hemorroides.
  4. Probar una birome supone una escritura como cualquier otra. Se empieza por una raya y, si la tinta no responde, en general se pasa al rulo. Una vez que la tinta se hace presente, el rulo se detiene, dejando tras de sí la raya sin trazo, puro surco en la hoja. Si la tinta no baja, el rulo puede volverse insistente, incluso, dependiendo de la necesidad del escritor, puede volverse aniquiladora, y transpasar la hoja. Ahora, ¿alguien siguió adelante con los rulos una vez que la tinta compareció sobre la hoja? ¿Se continuarán los rulos indefinidamente o se declinará hacia una marca significante? ¿No serán la primeras palabras en ser escritas, luego del balbuceo anterior a la escritura, Resaca, Tortícolis, Hemorroides? ¿No nos llevará hasta ahí todo recomienzo?
  5. ¿Qué será de este mundo sin mi deseo? ¿Contará con suficientes recursos para sustituirlo? ¿No debería yo mismo generar el espacio para la sobrevida de mi deseo? ¿Será suficiente con libros, con películas, con poemas? ¿No será más perdurable lo que se dice al viento, circundado por la familia, los amigos, los discípulos?
    Preguntas, preguntas, preguntas
    Resaca, Tortícolis, Hemorroides.
  6. Mientras acercaba su jarro de la forja militar a un fuego trasnochado, que ya se extinguía, dijo A:
    —La historia de una vida es la historia de una lucha.
    Dijo B, igual de escaldado, con las pupilas hundidas en el mismo fuego agonizante:
    —Y la vida de la historia radica en la lucha.
    Dijo A, luego de un instante en que sopló un viento bárbaro:
    —No sé. ¿No te parece un poco prematuro hablar de historia, cubiertos de pieles como estamos e ignorantes de lo que un territorio depara en la siguiente vuelta del camino?
    Dijo B:
    —¿Y no te parece a vos que estamos ya en condiciones de hablar de Historia, educados como fuimos en la tradición de los conflictos egipcios, asirios, mesopotámicos en general? No parece haber un pasado que no sea el de las guerras.
    Dijo A:
    —Digo solamente que quizá haya otra manera de mover la Historia que no sea la guerra.
    Dijo B:
    —Si vamos a inventar la Historia, que es lo que creo que estamos haciendo en este momento, deberíamos renunciar a toda esperanza.
    Dijo C, que ya ensillaba su caballo:
    —Basta de cháchara. Somos soldados, no estamos acá para pensar.
    Digo A, B y C pero podría decir Resaca, Tortícolis, Hemorroides.
  7. Supongamos que caemos en un sueño profundo del que despertamos dentro de diez años. Increíblemente, a pesar del largo tiempo reposado, estamos repuestos al cabo de media hora, como si hubiéramos dormido una siesta. Lo que el mundo del futuro tiene guardado para nosotros nos devuelve sin embargo al atontamiento: imposible calcular la forma del mundo desde acá, pero el experimento de la Historia enseña que cualquier cosa es posible siempre que esa cosa se presente un poco más siniestra. Y por siniestra quiero decir imprevisible.
    En cuanto a nosotros, a nuestra vida, el cambio, si es que lo hay, se ve, si es que se ve, más impreciso. Ahí, en nosotros, radica el verdadero enigma. Un modo de preverlo consiste en recordar quiénes éramos hace diez años y hacer la resta: el ejercicio mostrará la diferencia, poniendo en evidencia cierta orientación. Ahora, si hacemos lo mismo restando otros diez años, ¿no arrojará el cálculo una tendencia completamente distinta? ¿No nos mostrará tan perdidos como ahora?
  8. A un lado y al otro, la gente asume posiciones definitivas y nunca se pone de acuerdo.

Son planteos tan elementales que me cuesta recordar lo que dice cada uno.

Pensé en el poeta Hsi K´ang, con fama de talentoso pero también de poco sabio. Y su tontería tenía que ver justamente con sostener una posición, hecho que lo obligaba a repetir a los demás sus constantes divisas, olvidando de decírselas a sí mismo.

En cuanto a mí, mi tesoro es el olvido, y en ese único sentido soy rico.

Lo que no puedo olvidar pero tampoco recordar me lo señalan la Resaca, la Tortícolis, las Hemorroides.

  1. Un texto cualquiera, y este texto está comprendido en esa generalidad, se hace al alejarse de él. No sólo hablo del ejercicio de interrumpirlo, para lo cual el hecho de tener hijos supone una ventaja considerable; hablo también de su preparación, es decir, de su virtual inexistencia, de un alejamiento radical del texto en su anterioridad. Es al llevarlo en nosotros, quizá durante años, que el texto prolifera silenciosamente hasta que un buen día transmuta en palabras, actualizando la larga espera. De este tiempo invertido dio buenas muestras Proust con la idea de tiempo recobrado. Del tiempo que se lleva adentro sin nunca manifestarse, sin transmutar en otra cosa, dan cuenta Resaca, Tortícolis y Hemorroides.
  2. También un texto está pensado como un rompecabezas donde cada pieza es continuidad y engarce con lo anterior y lo posterior. Se diría que cada pieza no existe en sí misma salvo como aquel espacio en disputa donde lo anterior da paso a lo que sigue. Ahora, en ese rompecabezas faltan siempre tres piezas. En realidad, no es que las piezas falten; las piezas están pero no encajan. A diferencia de las otras, estas tres son piezas, no fluidas, sino duras, autosuficientes pero incompletas, monadas sin puertas ni ventanas. Resaca, Tortícolis, Hemorroides.