s02e24
Creo que vuelvo a la falta seguido. Ahora que me falta eso que no está, lo extraño. Pero no lo extraño sino que me hace falta. Cuando estaba no me daba cuenta que algo me faltaba. Que algo me faltaba, por extrañar no me daba cuenta, de la falta.
Lo extraño que se vuelve la falta. La falta me vuelve extraño. La extraño y eso es todo. Es la falta.
Camino por Paraná con la falta aunque la extrañe. Mi canguro no nota la falta que hay dentro de mí cabeza. Mis pasos lentos y pensativos por Urquiza mientras la falta en mí mente de lo que extraño. Pero qué extraño y qué me falta mientras gastó mi energía en el aire de la ciudad.
Me aburro y escribo y borro y vuelvo con lo mismo, con algo que me falta. Que hace que mis días sean todos iguales. Me paro al lado mío y noto la falta. Que algo me falte me torna extraño. Como un tornillo dando vueltas en el remolino de un tornado.
Los remitos de la empresa solar del circuito luminoso. Las partículas políticas de la luna plateada mientras la falta que me hace volverme ausente a mí mismo. Puedo imaginar cualquiera.
No voy al encuentro conmigo mismo y me olvido, porque algo me falta y me siento extraño.
Me hago de esa imposibilidad entonces me voy imaginariamente un ratito al recuerdo. Y me quedo ahí piola y quietito con la cabeza pensando giladas vestido con mi alma vieja. Pero casi nunca logro nada con pensar. Y no me encuentro sino es con pura frustración. La falta es una sombra.
Gasto energía pensando para adelantarme sin movimiento. De manera ficticia. Una novela. Por eso voy lento cuando camino. Porque voy ennovelado.
La falta me lleva al arrepentimiento. El arrepentimiento me traslada donde no estoy. Donde no estoy, o sea donde no hago falta.
Yo también soy la falta. El que cometió la infracción. Eso. La falta es una infracción. Un suceso inesperado que debilita la acción. Algo que todo lo detiene para siempre.
Arrepentido de estar donde está la falta, nos sentir el calor. No soy ahí donde estoy. Es compleja la manera en que intento conectar con mí vida.
Donde falta no hay un espacio. Y donde no hay espacio no existe el tiempo. La falta, como bien me doy cuenta, duele porque justamente no está donde debería, aunque invisible, estar. Estoy donde estoy. Estoy donde soy. Domado por el estoy es por donde ando, por ahí tirando la falta o facha.
Por la facha soy. Soy facha. Todo por lo que la facha soy, paso en falso. La falta es lo que más me pesa. Pero era falta, Juliancho no facha. Vos no tenés facha, a vos te falta. Hay un error ahí.
Pero todo es inútil y no gano absolutamente nada con seguir con la rosca profunda de lo extraño dando vueltas en la falta, atornilladamente.
El destino es una útil inversión de los hombres.
¿Qué habría pasado si algunos hechos hubieran sido distintos? Ocurrió lo que debería ocurrir.
Aunque sea la inutilidad más grande pensar y pensar y volver con lo mismo de siempre. Es la única herramienta que tengo para seguir. Una manera de cansar a la cabeza hasta llegar al final. Creo que era así como se hacía. Hasta que la falta se vuelva un extraño olvido. Como me pasó no hace mucho, cuando me olvidé la bici en el gimnasio por una semana sin darme cuenta.
En la generación del factos yo no vengo a tirar ninguna. Yo solo hablo de mí. Que cada uno encuentre sus propias facturas. Sus factos.
Me parece idiota llevar una vida reglamentada por lo que te dice otro. Para mí tampoco tengo razón. No quiero seguir a nadie, ni a mí mismo. Siempre que intento ordenarme con una frase termino haciendo todo lo contrario ¿Ustedes cómo hacen?
Las frases motivadoras de los buenos días al despertar me dan náuseas. Admiro a los que pueden quedarse tranquilos con eso. El único factos que conozco que encima no es del todo eso, es el de Pessoa en El libro del desasosiego: yo no soy pesimista, soy triste. Y yo lo recuerdo siempre.
Me hice falta solo. Fue full. Ya pasó, chauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu. Mmm
Creo que hasta acá estuvo bien
nos vimos el próximo miércoles.