Reseña fanzines de Anaclara Pugliese

Hará un mes, Anaclara dejó dos fanzines en la librería El juguete rabioso a mi nombre. No nos conocíamos personalmente. Sí de vista, de eventos, de lugares y amistades en común, de hola y chau, de historias de Instagram, de fotos de poemas o fotos de fragmentos de poemas publicados en esa red social, de mensajitos esporádicos sobre esas fotos de poemas: ¿de quién es ese?, que lindo poema, ¿es tuyo?, sí, muy bueno, felicitaciones, no, no es mío, ah, ¿de quién es?, bueno, gracias, un beso.

A los días, busqué el sobre, salí de la librería, caminé y me senté, con un café al paso en vasito de telgopor y un cigarrillo suelto marca Philip Morris, en un banco de la Barranca de las Ceibas (Rioja y Primero de Mayo). En ese reparo, cuidándome del primer calor del verano sobre mi piel, refugiado bajo la sombra de un árbol de copa frondosa, leí los dos fanzines en un tirón: primero Suma de intensidades, después Nieves.

Pasaron las semanas y un viernes de enero, quedamos con Anaclara en desayunar en el Juguete Rabioso para descontinuar la virtualidad. Llevamos chipás y medialunas. Blas, uno de los libreros, hizo los mates más ricos y provincianos del mundo. También se sumó una chica que no conocíamos pero que estaba ahí comprando unos Seminarios de Lacan y unos libros de Anne Dufourmantelle. Charlamos y mateamos dos horas. De poesía, de libros, de amor, de mudanzas, de analistas.

A la semana, con el calor del encuentro encima, volví a buscar los fanzines que había acomodado en la pila de fanzines de la biblioteca. Tenía un breve recuerdo: Suma de intensidades era una serie de poemas sobre una poeta que está buscando algo y Nieves era una serie de poemas sobre lo que hace una poeta cuando encuentra lo que busca.

Volví a leerlos, otra vez, y así nació este texto.

Suma de intensidades es un fanzine que se mueve. Un péndulo. Un poema y un tema, otro poema y otro tema. También, a veces, dos o tres temas por poema. Un ida y vuelta entre el adentro y el afuera, entre el pasado y el presente, un fanzine con la pregunta por el futuro a cuestas. Y los versos van, de una poeta que fantasea la vida con una hija que le diga: “ma, no sos vieja” porque “tener una hija sería un motivo serio para decir que no tengo tiempo” hasta la búsqueda de la detención del tiempo que solo sucede cuando la poeta convierte el desastre en poema, y la estrella aparece de nuevo y si está triste se consuela pensando en cosas simples.

Y los versos siguen pero la madre ficticia desaparece por la madre real y entonces la poeta se transforma en hija para describir, desde el ritmo fotográfico, un viaje de a dos donde “parece que la guerra hubiera terminado hace ya mucho tiempo”. Después del viaje, la poeta vuelve a Rosario, un treinta de diciembre, a comer una pizza y tomar una cerveza con una amiga, a esperar en la puerta del cine, a imaginarse todo como una película, a intentar pensar un poco menos en el fin y apreciar una noche donde “todo posa cansado y hermoso”.

Y en ese movimiento pendular, entre emociones que se contraponen, la pasión melancólica aflora en “esa peli que dejás andando mientras te quedás dormida”, porque aunque para la poeta la guerra haya terminado hace ya mucho tiempo “la historia de las pastillas tiene su nudo” y el “0800-ANA-CLARA línea directa/con la vida y entonces yo/para vos, ¿qué soy?”, porque la pregunta por la “yo poeta”, la pregunta por el “yo”, por quien narra lo que narra, está en el corazón de cada poema. Con las amigas, con la madre, con el kiosquero, con sus libros, con ella misma, es esa la pregunta que hace latir a este fanzine, es eso lo que distribuye la sangre por los versos, un gesto folk que distribuye la pregunta existencial de una poeta que se empeña en vivir para no envejecer.

Y para no envejecer, la poeta revive en la simpleza, porque recuerda que las mujeres mean en cuclillas y pueden transformar ese gesto en poema y decir: “hay una relación entre hacer pis y mirar las estrellas/Debe ser algo de los brillos. Y decir ahhhhhhhhh y sentirse aliviada”.

Y en ese derrotero, cuando un poema deja el gusto dulce del final de su lectura, el fanzine vuelve a preguntarse por lo que falta, por los fantasmas, por las ausencias, por el humo de dos cigarrillos sueltos que se fuman con culpa y placer, porque la combustión del tabaco, la química bendiciendo los pulmones, la nicotina distribuyendo pequeñas dosis de bajan la presión, hacen que una poeta que fuma “pueda estar ausente de sí misma” porque la poeta dice que dicen que cada cigarrillo quita siete minutos de vida y que eso, aunque no esté comprobado, es una verdad “porque esos siete minutos que una está mirando la nada/adónde van?”.

Y un día, a la poeta le llega la noche y sale, porque una poeta no puede olvidar que si todo el tiempo está afuera las cosas nunca terminan de suceder, pero si todo el tiempo está adentro las cosas no suceden nunca. Para distanciarse de ella, de su mundo acuático, de ese útero en el que estuvo nueve meses y todavía la persigue, va a un recital, vuelve a dormir, y a la mañana siguiente escribe que “anoche un viejo punk cantó/en un bar de paredes negras/hey little girl I wanna be your boyfriend/y algo se me iluminó adentro/Adiviná qué?/Sentí que me hablaban a mí”.

La pregunta final es ¿por qué escribe una poeta?, una poeta escribe porque está sola, para que la desolación no la aplaste, para que la suma de las soledades no la hagan una,para volver a la infancia, porque un poeta puede escribir sólo lo que pasó desde que nació hasta los seis años y con eso bastaría, porque “algunas noches hago como que me quedándomela en el sillón/y a la madrugada un poco a tientas/me llevo a la cama”.

Entonces Suma de intensidades es un viaje, un oxímoron, una hermosa contradicción, la contradicción de una poeta que quiere ser amada pero que también ama un montón, aunque no lo sabe, y por eso escribe, porque al final, aunque ella diga que ya no sabe como hacer para clavar flechas en el corazón del lenguaje, es el lenguaje del corazón flechado el que le permite persistir en el vicio de escribir cualquier cosita para que la amen, porque detrás de cada poema hay una necesidad, una falta sin asidero, un derecho de nacimiento, un verbo en imperativo: ámenme.

Volvemos a recordar, si Suma de intensidades son una serie de poemas sobre una poeta que está buscando algo Nieves son una serie de poemas sobre lo que hace una poeta cuando encuentra lo que busca, ¿y qué es lo que encuentra una poeta cuando encuentra a una amiga?, encuentra alguien que la ame, alguien a quien amar.

Porque Nieves tiene forma de performance, de larga carta de amor, de una poeta iluminada por una luz tenue sentada en una banqueta con un micrófono en la mano, en un bar de birra barata con poca gente, una poeta que lee y mira sólo hacia un punto fijo, donde está Nieves. Porque la poeta dice: “yo sé que estoy apuntando a vos/pero en el fondo quiero dar en mí misma”, porque la poeta sabe que de la única forma en la que se puede conocer a ella es con la mirada de otra, porque su amiga es más inteligente (porque no hay amiga que no sea más inteligente que una), entonces una tarde van al parque a ver un show de grúas danzantes y Nieves le regala una enseñanza en forma de cita que dice: “serás amada/allí donde/tu debilidad/no genere fortaleza”.

Cuando la poeta encuentra lo que ama sólo necesita profundizar pero también dar distancia, porque a una amiga no se la mira a los ojos todo el tiempo, porque a una amiga a la que se quiere también se lo deja libre para que sea lo que ella quiera, porque la amistad es un cupido lento dice la poeta, porque para cultivar una amistad “yo también tengo que borrar un poco/lo que ya definí”.

Una amistad es una fantasía, un terreno sagrado, un lugar donde se inventan cosas, donde Nieves puede pasar a llamarse Snow B, donde una amistad puede transformarse en “una Asignación Universal/de Belleza y de Fuerza”. Y la poeta es una amiga que sueña e invita a otros dos amigos al sueño, y en el sueño les toca salvar gente pero tal vez no haya otra definición de amistad que esa: una amiga es alguien que a aparece en un sueño y te deja que la salves, aunque al final te está salvando a vos.

Nieves, el fanzine y Nieves la amiga en la que se inspira, son dos objetos que no hacen uno, porque el fanzine utiliza a la amiga para existir al mismo tiempo que el fanzine inventa una amiga nueva, un paisaje para ellas, porque una amiga también son los paisajes que se construyen a su alrededor: “los gajos de plantas/las caminatas por la feria retro/el delivery en la cama”, y si una amiga es un paisaje para la poeta ese paisaje es una aventura, una fórmula: paisaje + amiga = aventura, y por eso Nieves, la amiga y Nieves, el fanzine, le piden a la poeta que no se melancolice, que sea contemporánea, que fluya en la posmodernidad, que no se obnubile, que construya un socialismo astral, porque la poeta, a pesar de querer congelar el cuadro, de querer mantener intacto lo que pasa a su alrededor, en un rapto de lucidez despliega su entrega y dice: “acá estoy, futuro, llevame con vos”.