El Desagradecido habla desde el barro de la costa, en La Paz, y no desde la altura lejana de la ciudad. Y eso es lo que más me gusta. Por lo general, mucho del arte tiene una mirada dulzona sobre el río. Una mirada lírica con una energía muerta.
Entonces en vez de remansos y blabla hay acá una mujer que tira al agua una bolsa con la cría de una gata. Los gatitos se van ahogando, se les ven las cabecitas mientras se hunden. Y es algo verdadero, porque el río es un paisaje hermoso, pero también, abajo, es todo negro.
En El Desagradecido no hay condescendencia ni moral. Las cosas se muestran como son. Está la iglesia, la virgen y una fiesta popular. Una plaza y una terminal. La política y la policía. El sexo siempre, salvaje y hermoso. Mondongo y olor a tripa de pescado. Hechicería, cartas y lengua chaná. Pobres y ricos (los de abajo y los de arriba). Madres y abuelas. El puto al que mandan a una institución. La palabra hermosa “cacal”. Y un personaje, La Noya, con un final bellísimo y a la altura de su nobleza.
“El Desagradecido salió después de una muestra que hice en La Paz. Llegamos con las travestis y leí un texto breve que acompañaba las obras. Fue muy emocionante. Entonces me dieron ganas de escribir más y, en un taller, Estefanía Santiago me aconsejó juntar esos retazos que me acordaba en una historia más larga”, cuenta César por audio de whatsapp a mal.ar.
“Yo no soy escritor”, dice César, que hace unas pinturas y esculturas geniales y capaz por eso escribe así, como pintando con palabras. Pero además vivió ahí en la costa. Entonces nadie le tiene que contar nada. Es él quien tiene algo para contar, con un monólogo que siempre va para adelante, sin guiones en los diálogos ni otras convenciones, sin una “forma” literaria matando la energía oral de la historia.
“La Noya se mete al río de remera y con el short bien cavado. Tiene los pelos teñidos con agua oxigenada que encontró en el baño de mi casa. ¡Puto!, le gritan algunos, pero ni le importa porque ya está acostumbrada. Nadamos para el lado del lanchón hundido…”.
“En la entrada de la bajada, bien cerquita de la cruz, están todos de fiesta. Hay mucha gente, humo y olor a comida. Están haciendo la vaquilla que trajo un diputado y le dan un pedazo de asado con cuero a cada pescador pa´ que comparta con su familia en el rancho. Estoy en la fila con un plato…”.
Es un libro más de Azogue. Una editorial de Paraná con un trabajo recontra valioso que agrupa el rescate necesario de poetas entrerrianxs del pasado, con lo contemporáneo. Y también libros distintos, frescos, de, como César, gente que no es “escritora”, pero que escribe.
*Pueden ver y comprar el catálogo de Azogue en www.azogue.com.ar
*César Bernardi nació en La Paz. Pinta, hace esculturas, participa en muestras, talleres y ha ganado distintos premios adquisición. Escribe relatos queer a partir de recuerdos de su infancia. El Desagradecido es su primera publicación.