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Sobre Ociosidades. De Nicolás Bassi, Florencia Palacios y Eugenia Suarez

Juguemos a la comidita, hagamos como si masticamos, ñam ñam ñam. ¿Qué les parece? Recortemos círculos de cartón e imaginemos que son rodajas de salame, si estamos con ganas de colorear pintamos de rojo y encima anaranjado y encima lapiz blanco chupado para que marque más. A veces podemos apelar a la haraganería y a la mentira: cortando cuadrados sin mucho cuidado total nadie nos va a contradecir, decir que son queso. Triangulitos hechos con bandejas de telgopor podrían ser porciones de pizza. Con bolitas de paraíso hagamos aceitunas o arvejas. Envolvamos en celofán cualquier cosa y que sean caramelos. Con lana hacemos unos tallarines, que rico! La comida más rica es la que imaginamos, o la que recordamos.

Ir a ver una muestra el día de la visita guiada por lxs artistas es riesgoso. Riesgoso porque tal vez sus palabras puedan interferir, en la manera que vemos y que sentimos. No lo digo en términos positivos o negativos. Solo que ahí está, que es una condición. Y que no podemos taparnos los oídos y andar por la sala así como así. Cada espacio expositivo sugiere su recorrido, y cada visitante entabla con el espacio su propio vínculo, su propia danza.

En mi caso soy de meter diagonales, zig zags desde el medio de la sala a diestra y siniestra. Reboto como bocha de pool de una pieza a la otra.
De fondo hay una pared pintada de rosa con un plotteado que dice Ociosidades. Las obras de Nico Bassi me reciben. En el caso de su obra conozco ya el mecanismo. En el montaje hay algo que invita a la interacción. Veo unas colillas de cigarrillo en un cenicero y un encendedor bic amarillo. Quiero jugar a la comidita, jugar como un niño a arrancar una hoja de cuaderno, enrrollarla, pintarle una punta con fibrón amarillo, simular cigarrillos y con los dos dedos en V hacer volutas de humo estirando el hocico. En este caso no hace falta, tengo mis Chester convertibles. Saco uno y presto voy a encenderlo, pero el encendedor está adherido a la mesa. Los tiros de Nicolas son efectivos.

Cuando se termina una fiesta, ¿Qué queda? Ahí están los sanguchitos resecos, los chorizos sin pan, los centros de mesa, empanadas mordidas y abandonadas porque no nos gustaban el relleno, vasos de plásticos con marcas de pintura de labios.

Las obras de Eugenia, de tono pastel sobre la pared, en sus palabras, remiten a los colores de las golosinas. O esos colores la inspiran. “Pero no son brillantes como los del Candy Crush” me dice Kevin con quien fuimos a ver la muestra. Y es cierto, pero le digo que cuando dijo que se inspiraba en los envoltorios de golosinas (que si bien fue un comentario revelador, y hasta provocador) se refería, pienso yo, no a los envoltorios satinados de las actuales sino a unas más vintage.

A los caramelos Sugus, a los palitos de la selva, a los Flin Paf, a los chocolates Jack, a los heladitos de azúcar. Tal vez hay algo generacional. Ya cuando era chico nos decían que no hay que aceptar comida ni caramelos de extraños. Ahora, para los niños, el extraño escondido en un perfil falso está en las pantallas vestido de león rubio delante del Congreso y con un traje lustroso todo hecho con Inteligencia Artificial. Una golosina virtual glaseada que endulza a grandes y chicos.

Al final de la sala hay un almohadón en el piso, unos auriculares y un video proyectado en un tele de 49 pulgadas. Por lo acotado del cable y por el tamaño de la pantalla, es necesaria la cercanía. Los autores en la presentación leen un fragmento del libro Con el sudor de tu frente de Osvaldo Baigorria, y recuerdo que ese libro compila algunos pasajes del Libro de la almohada de Sei Yonagòn.

Para dormir, primero hay que hacer como que dormimos, y cada uno lo hace a su manera. Antes de dormir, en su video Contar ovejas, Florencia practica el zuihitsu. Ensaya fugaz y huidizamente una crìtica generacional utilizando esas imágenes que reverberan en sus pupilas cuando cierra los ojos antes de dormir. Entre diario nocturno y memoria aparecen mezclas de memes y shitpost, Isabelle Huppert cantando en la película 8 mujeres, un campo de girasoles, ella misma abriendo o cerrando los ojos, y otras que no pude retener.

“Quedensé hasta el final que hay comida” dice Eugenia Suarez y en el reflejo del vidrio que da a la peatonal, al frente del Museo Sor Josefa hay un stand de La libertad avanza. Se me viene a la mente la frase que dice el líder: infame: “Si la gente no llegara a fin de mes, se estaría muriendo en la calle y eso es falso”. La muestra colectiva Ociosidades va contra el hambre, y desde el hambre, a dar batalla.

Retomo ya en casa vía wasap la charla con Kevin, me dice le parece sugerente la posibilidad de acercar la muestra a una idea de fin de fiesta, “Pienso en seguida en los discursos oficiales y mediáticos respecto a cómo pagar la fiesta y lo que se hace cuando la fiesta acabó.” Se pregunta si tuvimos una fiesta, si sentimos que terminó “¿Cómo la pasamos estos años? ¿Qué lujos disfrutamos? ¿A dónde nos invitaron? ¿Qué nos regalaron?”. Le respondo con cualquier cosa pero me deja pensando y le digo que esta buena la analogía.

 “Rubí de mi espalda, Zafiro de mis ojos, cubierta de oro… désela a los niños que no tienen para comer” le dice el principie a la golondrina en el cuento El príncipe feliz de Oscar Wilde. Hay niños que lloran pidiendo comida.

—Museo Municipal de Artes Visuales “Sor Josefa Díaz y Clucellas” muestras “Ociosidades” de Nicolás Bassi, Mauge Suárez y Florencia Palacios. San Martin 2068. Santa Fe.