Somos más que tres

Le conté a René que esa tarde se haría una marcha para pedir una Ley de Humedales, para visibilizar qué pasa y por qué urge. Charlamos sobre qué son los humedales, la manera en que se los arrasa hoy día, la necesidad de cuidarlos y protegerlos. Le pregunté si quería que vayamos a la marcha. “Tenemos que ir”, respondió.

Hicimos carteles. Con acuarelas, pintó cursos de agua y exuberante vegetación. Mientras lo hacía, emocionado, me contaba cada detalle. Arriba, con su letra de primer grado, agregó “sin humedales no hay primavera”. La consigna propuesta por la multisectorial es tan real que duele. También tan clara que nos compromete a cuidar y a luchar por cuidados que escapan de nuestras manos.

Mientras nos aprontamos para salir dice “cuando lleguemos quiero ver a cuánta gente le importan los humedales… espero que no seamos tres”. Casi una hora lleva nuestro viaje en colectivo hasta Casa de Gobierno, desde donde arrancaría la marcha. Por suerte solo fueron cuatro. “¿Ya llegamos?”

Una vez ahí, me encuentro con una convocatoria diez veces menor a la que esperaba. René está conforme. “Somos bastantes”, dice, como si hubiera escuchado mi pensamiento y quisiera apaciguarlo. Su mirada del vaso medio lleno me recuerda la vehemencia con la que cantidad de veces he estado entre poca gente, menifestándonos por algo que creemos fundamental para todes.

Hace un par de años dejé de encontrar sentido a la lucha en la calle. Sin embargo, ayer mi hijo me confirmó que ese era el mejor lugar donde podíamos estar en ese momento. Que salvarnos en casa, mientras el resto arde, no es felicidad para nosotres.

Inicia la marcha. Vamos y venimos entre la gente, mostrando los carteles a quienes cruzamos. Hasta que encuentra su lugar y ya no lo saco de ahí: al frente. Alineado con las tres personas que sostienen la pancarta de la multisectorial, esa enorme y hermosa con el lema LEY DE HUMEDALES rodeado de flora y fauna de esta tierra, de esta agua. Dos por tres se adelanta, está encantado, convencido de que estamos consiguiendo lo que anhelamos.

Llegamos a la costanera. En una gran ronda, se alinean las banderas representativas de la causa. René se olvida de mamá, se acomoda entre esas banderas, él también trae un cartel importante. Mi corazón se acelera al verlo de lejos. Está tan comprometido, se lo toma tan en serio y a la vez con alegría y entusiasmo.

Luego de unas palabras, anuncian que queda el micrófono abierto. No lo duda, ni me consulta: se para y va derecho a decir “los humedales son importantes para la naturaleza”. Entendiendo por naturaleza la vida toda. Ahora sí se acuerda de mamá, luego de esa adrenalina y de los aplausos que recibe, corre a mis brazos que son su refugio, donde confirma que sus palabras y su presencia son más que importantes.

La costanera tapizada de cemento no nos gusta. Nos da calor, nos marea luego de un rato. Queremos ir a la playa. Nos apartamos y llegamos a destino: arena, sol y río. Luego se acercan también algunxs integrantes de la multi. Entre conversaciones varias, alguien menciona algo de lo que dijo Rita Segato hace unos días, que anduvo por Paraná. Conversatorio al que me quedé con ganas de ir, por sostener nuestra rutina de días de escuela.

Cuentan sobre lo que dijo del maternar. Que va mas allá de ser madre, que es acompañar con conciencia de la moral y valores que dejamos a esas crianzas. Esto es algo que me atraviesa desde el embarazo: ¿en qué mundo estoy dejando a mi gurí? Y ¿qué gurí le estoy dejando al mundo? Amor, respeto, cuidado, empatía, son constantes en René. No le damos clases, no le evaluamos, le acompañamos y, cada día más, aprendemos de él.