Mourane Saulnier
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El amarillo puede entrar en el amarillo
Reinos más dulces se mueven en el corazón
del Boli, del bolita asesinado junto a la ventana
a través de la cual vio en los vidrios su cabeza
que la golpeaban una y otra vez después un
cuerpo muerto en la helada la cabeza unida al
cuello y más atrás la vereda por cual vuelvo a donde vivo
lloviendo toda la noche las baldosas calientes en verano
me impresiona lo que conozco petardos perros tumberitos
estudiantes los primeros ríos bañados de luz blanca el luto
de la viuda del marido muerto en un accidente
ella puso un techo rojo y el viento que sopla
del gran mar no la refresca no la consuela una nueva
armonía antes de despertar solo la recibe el rojo del
techo hecho caucho cemento cielo de marzo creo que
estoy enamorado de las estrellas del hipódromo tal vez
nunca descubra el abrigo azul o si es verdad que corría
por el África de los corredores negros que se hacen
famosos en Inglaterra sonrisas de dientes blancos
mirando el arco de la tarde el color rojo trazado en
el cielo el color rojo del techo de la viuda era tan hermosa
la campesina maldita una luz muy blanca explota en
el viento que trae el mar profundo es bastante terrenal
puso un techo rojo en su corazón campos verdes en
el África de los corredores quiero decir creo que estoy
corriendo por África de campos verdes que también
son blancos tan diferentes del lugar a donde vuelvo
a pensar en la armonía que necesitan las palabras
de este poema
2
Eso que ya no existe causa dolor en los dientes en las articulaciones en la mano con la que escribo, en los caminos del Cerro casas de los pobres, transportes, veredas, campos planos color café, los monos el Zoo vivos entre el resto de los animales incinerados, los monos saltando la tela metálica, la montaña, hombres con cortes de pelo estilo militar de manos pesadas municipales de la Capital hacen pensar en el itinerario de viaje para la clase obrera, una descripción, una relación de palabras donde ubicar la voz, los movimientos del cuerpo del pibe que usa botas texanas, su acto de movimiento cuando sube al colectivo, lo que cambia de lugar cambia el lenguaje, cambia las texanas por los zapatos de trabajo cuando entra a la Constructora CSB, el estacionamiento para sus camiones, una torre distribuye agua, un cielo azul muy claro, una moto que pasó por los caminos secundarios del Cerro, un corredor, en la noche muerden pedazos de gallina, procedimientos alusivos, finas sugestiones, un escritor romántico escribe sobre lo espacial, externo, sobrenatural, porque el atractivo escenográfico vive, en la flora la fauna, agrega algo de extraterrestre, una íntima esencia de valor documental, compartido y operante como el falso optimismo de un Estado Benefactor, para descubrirme he ejercido una indigencia subordinada a la evolución de vivisecciones, el tiempo de observar si es mal utilizado define, el peso de su negación ahoga, conmover el derecho clásico, la prosa del Estado Benefactor, la prosa del Estado pacificador, la prosa que describe la sonrisa de Stalin a bordo de un barco, la prosa del lugar necesario para sentarse a pensar y escribir, leer, alguien que escribe necesita una casa, la sombra del Mourane no alcanza, hace falta una casa hace falta una casa para escribir sobre la Montaña?
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Otro con texanas
La política gremial del Estado ocupa mis palabras,
el perímetro de la constructora CBS determina la idea
de la propiedad privada en la cabeza del trabajador que
usa botas texanas hasta que entra a trabajar y las deja
por rústicos zapatos de punta de acero, con los dedos
lustra el cuero de sus botas en la parada del 200,
entretenido en su calzado, hace gestos dejar de lustrar
para mirar el celular, no tiene más gestos.
Es lo que lo rodea, no se es operario antes llegar
a la perforadora a kilómetros de su gremio
es un afiliado nuevo le hacen salir himno tras himno
a quien está mirando su postura y los costados dorados
de sus botas texanas.