Perfiles breves de personas. Amor, trabajo, arte, deseo, amistad, sueños, viajes, política, guerras, religión, drama, lo alto, lo bajo, vida y muerte.
Fabián
Hasta lo último manejó un viejo Renault 12 azul.
Parecía un personaje de El gran Gatsby en Paraná. Fue el hijo del gobernador de Entre Ríos que construyó el túnel subfluvial en los 60. Hizo del culto a Racing un culto al ingenio y a la chicana futbolera fina. Dispersaba frases de comedia cuando el día se ponía espeso en la oficina de prensa municipal.
Tenía momentos donde parecía uno más de la novela La conjura de los necios.
Los consejos que daba en la oficina de la Secretaría de Justicia provincial iban siempre al ángulo.
Los asados no arrancaban de verdad hasta que no llegaba. De grande, estudió Ciencias Políticas y se dedicó al periodismo web cuando recién arrancaban los sitios digitales en Paraná.
Unas semanas después de morir, Racing salió campeón.
Dora
Llamaba por teléfono una vez por semana para que sus nietos le dijeran un número de la quiniela. Mandaba por encomienda tortas negras, galletas de la panadería Guercovich y dulce de leche de campo. Miraba todo el día Crónica y se amargaba. Le gustaba los tangos de Julio Sosa.
Pasados los ochenta años, harta de vivir, repetía que para morir le iban a tener que pegar un balazo.
Durante décadas tuvo una mercería en la calle principal de Gualeguay. Cuando cerró el negocio, había por toda la casa cajas con cancanes, hilos, medias, bombachas, corpiños.
Ya jubilada, vivió en dos casas. Para poder pagar el alquiler tenía pensionistas: estudiantes de maestra jardinera o profesorado de educación física. Un tiempo tuvo como pensionista un trabajador del frigorífico Soychú.
Dora vivió y cuidó durante años una hermana con pérdida de memoria. Una vez al mes, en la década del 90, buscaba el bolsón de alimentos del gobierno nacional.
Tuvo un hijo, Nicolás, y a los pocos meses enviudó. Se volvió a casar. Fue radical alfonsinista. Usaba palabras en italiano para describir personalidades. Se pedía en los bares fernet puro. Nació en Gualeguay en 1912 y murió en La Paz en el 2003.
Jeremías
“Mis primeros recuerdos son las extensas calles horizontales, el sol que no da tregua ni en la sombra de una lila, el frío seco, los terrenos baldíos, los puentes internacionales, las casas de cambio y los monstruos cuadrados en donde laboran millones de obreros en la Frontera”, dice Jeremías.
Nació en Torreón, estado de Coahuila, en el norte de México. Vivió en Guanajuato, en el centro de México, donde estudió filosofía. Vive en Ciudad Juárez, en la frontera con El Paso, Texas, Estados Unidos.
Dibuja sobre papel de servilleta ovnis y figuras a las que llama “seres de extramundo”. Pinta en bares, escribe en bares y hace música en bares. Se dedicó a fabricar chocolates para vender en la feria del “Monu”, una plaza gigante en el centro histórico de Ciudad Juárez.
Una vez pasó caminando desde la Franja de Gaza hasta Israel.
De los géneros musicales, los últimos años eligió hacer ruidismo. Sentado abajo de una pérgola, en una casa de campo en el noreste de Entre Ríos, se pone eufórico cuando se entera de la existencia de la banda Reynols. Su mente explota en mil pedazos cuando conoce que el líder de la formación experimental, Miguel Tomasín, es una persona con síndrome de down. Durante semanas en sus vacaciones en Argentina estuvo obsesionado.
Hizo un viaje en bicicleta desde el desierto del Juárez hasta Baja California, en la costa del Pacífico.
Es hincha de Chacarita y se hizo hincha de Deportivo Morón después de pasar unos días en Morón y ver un gallo en el escudo.