El frente está pintado de verde y verde es el color del sentimiento por este club de Paraná (pero podría ser cualquier color y cualquier club).
Hay una cantina donde siempre tienen puesto El Once.
Hay un salón de fiestas y a veces se hacen peñas.
Hay obras, rifas y venta de pizzas listas para meter al horno.
Un mensaje en IG dice “La familia, el club, el lugar de encuentro”.
Todo el tiempo hay alguien picando una pelota de básquet.
En un entrenamiento, en la cancha de afuera, hay mellizos en equipos distintos que piden la pelota a la vez.
Las gurisas pasan para vóley, que es adentro.
También hay bochas, futsal y patín.
Un pibe que hace dos años no sabía picar ni tirar al aro, ahora pica sin mirar la pelota y emboca 7 de 10 libres, mínimo.
Otro que antes no hablaba con nadie ahora llega y saluda con el código de chocar las manos al derecho y al revés. Y hacen una ronda.
Lxs más chicxs van al kiosco y vuelven con un alfajor. Cuando hay partidos se meten a jugar en los entretiempos.
Hay una escuelita de iniciación deportiva donde las profes, al final de cada clase, reparten la gurisada por nombre entre los padres y las madres que esperamos afuera tomando mate y fumando un pucho.
Un equipo que tiene la mejor de las ondas festeja cuando alguien emboca o desbloquea un nuevo nivel. Y una vez que el profe mostró un ejercicio y se le cayó la pelota, le dijeron “¿hay que hacerlo así, mal?”. Y se rieron todos (y el profe también).
Hay dos que juegan a hacer esa prueba de confianza en el que uno se tira de espaldas y el otro tiene que agarrarlo.
Hay varias camisetas de Lebron James pero el 99,9% tiene puesto algo de la indumentaria verde del club.