Los muebles son los usos que les damos. Tienen vida, cambian. En el programa “La recicladora de muebles”, por ejemplo, del canal Más Chic, los muebles mueren y reencarnan. O también un escritorio tapado de cosas deja de ser un escritorio, en el sentido de que ya no se puede escribir en él y solo “sirve” como mesa o estante. (La palabra “escritorio” viene del latín scriptorium y significa “mueble para escribir”).
Una cama, por ejemplo, sirve para dormir y coger, o también se puede trabajar y comer en la cama. Y una mesa es donde se juegan juegos de mesa, pero también es donde la gente se reúne y se sirve la comida o un cuerpo desnudo en una bandeja de plata, llena de frutas.
En la nota ¿Sabías que tu casa influye en tu cerebro y emociones?, de la web elmueble.com, dicen que “decorar es algo más que crear ambientes bonitos” y aconsejan: “Trata de cambiar algún mueble de sitio o pon nuevos complementos (cojines, sábanas…) cada temporada”, porque “la sorpresa es un factor muy estimulante”.
Y yo también cada tanto cambio las cosas de lugar, para no aburrirme. Aunque después me aburro igual. O pasa como hace unos meses, cuando pintamos una pieza y dejé el escritorio tapado y empecé a amontonar cosas ahí. Y al final, en vez de ordenar y recuperar el escritorio, me terminé yendo a otro lugar de la casa.
Hacemos a los lugares pero también los lugares nos hacen a nosotros, pienso. Y también en las costumbres, pienso, nos acostumbramos a los espacios. ¿Cuánto tiempo dejamos sin abrir las cajas en las mudanzas? Formando pasillos de cajas. Igual escuché por ahí que el desorden es solo desorden para los ordenados.
Y así, ya mudado con la compu a la mesa del comedor (y ahora que está de moda lo alemán) me reencontré con la alucinante canción de Kraftwerk, Computer Love. En especial, con la versión remasterizada del 2009, de más de 7 minutos. Y después encontré ese vinilo por internet y ahora lo acabo de comprar. Datos digitales viajaron a un alias de MP, desde Colonia Ensayo a Pompeya, para volver por Correo Argentino como un objeto físico material.
Computer Love (Computer Liebe, en alemán) es la primera canción del lado B del disco Computer World, de Kraftwerk, publicado en 1981. Otra canción matemática y sistemática de los K, pero de amor. Dice: Mirando la pantalla del televisor, / No tengo nada que hacer esta noche, / Necesito una cita / Marco el número / Gritar texto en pantalla / No tengo nada que hacer esta noche / Necesito una cita / Amor por la computadora / Amor por la computadora.
Empieza con una melodía que se repite y juega con la voz, se completan, y atrás hay un teclado de base y una base que es como un loop, y al final de cada estrofa la armonía abre a la belleza total, pero todo es re simple, y cuando vuelve a cerrar la voz canta “computer love” ya en una suerte de estribillo de tres notas. Y a los 3’20 la canción se queda andando sola como una máquina (se escuchan las poleas, los mecanismos, los circuitos), y las partes que se fueron sumando aparecen y desaparecen hasta el final.
Le escribo a amigo Pablo y me dice por audio de IG que el concepto de Kraftwerk era “traducir de forma sintética su entorno”. Y me parece un resumen brillante.
Me quedo con esa canción unos días y me acuerdo de Talk, de Coldplay, armada a partir de la melodía (ostinato!) de Computer Love. Dice: ¿Estás perdido o incompleto? / ¿Te sientes como un rompecabezas y no encuentras la pieza que te falta? / ¿Dime cómo te sientes? / Bueno, siento que están hablando en un idioma que yo no hablo. / Realmente nada tiene sentido, hablemos. /Hablemos, hablemos, hablemos.
Y podría decir que “odio” a Coldplay (¿pero quién soy yo y para qué me sirve? ¿y por qué debería sumar sentimientos oscuros a esta época oscura? Quiero ser luz! Soy luz!) Pero no es eso, es que detesto ese mensaje de armonía trucha y millonaria. Y además al final del video me emociono un poco, cuando rescatan al robot perdido y Chris Martin le dice “let’s talk”, llevándose los dedos a la oreja, simulando un teléfono.
Y ahora casi no escribo esta nota; googleo, miro videos. Paso la mañana así, frente a la pantalla de 15 pulgadas de una computadora CX con procesador Intel Core I7 blabla. Pensando en las cosas inútiles que guardo en el frágil diskette de mi memoria: Una nota donde Leo García dice que la palabra Rascacielos, con la que había nombrado a un dúo electrónico, le causaba gracia. “Es como si a una silla le dijéramos apoyaculos”.
Pienso en el disco Tecno, de Melero, “grabado íntegramente en una computadora personal, con software obtenido gratuitamente vía Internet”. Fuimos cuando lo presentó en La Plata y apenas habíamos soltado las máquinas de escribir en la Facultad de Periodismo. Melero tocaba solo, con una Mac de carcaza verde. Y nos aburrimos bastante, era como ver a alguien en un cyber, pajeándose en público. En Tecno está Expreso Moreno, que es como una versión argentina conurbana de Trans-Europe Express de Kraftwerk. Con Pablo teníamos un dúo electrónico y tirábamos las bases con una Pentium.
Salgo, corro las cosas del banco que tenemos en la galería y me siento a mirar el cielo, la gran pantalla azul. Hoy Colonia Ensayo amaneció con sol pero estamos esperando que llueva. Hermi dice que está granizando en Paraná, amigxs subieron fotos con pedazos de hielo en las manos. Ponemos ElOnce y se escuchan los piedrazos en el techo del canal mientras los conductores hablan. Caen piedras en Casa de Gobierno. Y pienso que hay algoritmos en todos lados, reales. Todo el tiempo. La poesía pasa todo el tiempo en todos lados.
Vuelvo al escritorio. Todavía tengo que sacar todo y pasar un trapo. O capaz cambiar el escritorio de lugar. O cambiarme yo. Ponerme sábanas y cojines. “El origen etimológico de la palabra ‘mueble’ viene del latín ‘mobĭlis’, cuyo significado literal era ‘movible/que se puede mover’, ya que esos enseres eran considerados como bienes que podían ser movidos (trasladados de un lugar a otro)”.