Ahí donde la avenida General Paz se convierte en Marcial Candioti al 4100 cruzada por Juan del Campillo, funcionan el kiosco y el carribar de ‘los 4 vientos’, ambos interconectados por los pedidos que van de un lado al otro todo el tiempo. Le va muy bien por las noches. Funciona así: el kiosquero te vende la bebida y toma la orden, de ahí cada tanto un enviado viene del carribar para llevarse todos los pedidos anotados. Hace poco que lo apropié como parada obligatoria para demorar la vuelta a casa, o si salgo a caminar me detengo y ahí se termina la breve salida. Una pausa necesaria. Si estás cerca podes pedir sus alucinantes promociones al teléfono 452-9600.
Hoy viernes 19hs vengo de un largo deambular por barrio Guadalupe, su vecino el barrio 7 Jefes, y ahora llego al lugar donde vivo. Pido una lata y un sándwich (JyQ) y me siento en una de las mesitas rojas, le doy pausa a la música, robo wifi a la municipalidad y ellos roban mis datos. Es una esquina de mucho tránsito, ahí para el colectivo 8, taxis negros y remises verdes sin cesar y a todo volumen, gente, bicis, fletes, y la gente con lo que me identifico, los de a pie.
Todo ese ruido no me impide escuchar las frases de canciones desconocidas que el dueño del kiosco entona cuando sale del mostrador y va hasta el carrito de comidas. Son como un obsequio suave para el viento. Como no puedo saber, me imagino que el trayecto, que el kiosquero recorre todos los días, se hace más liviano con ese fragmento de música, recitando esas palabras con tanta soltura. Una soltura propia de un sentimiento espontáneo. La melodía es un pasaje, le permite volver a ocuparse de sus asuntos. Capaz el dueño anda enamorado.
Uno no puede preguntar “¿qué estás cantando?” por la inexistencia del vínculo personal con el otro, la relación es de cliente-vendedor. Esa volatibilidad anula cualquier inquietud e intervenir. Lo único que pude averigurar es que los pebetes los arma él, pero eso lo vi mientras esperaba que me atendiera, cosa que me encantó. Cualquier cosa que salga de mi boca lo arruinaría todo. Si bien a veces la torpeza construye confianza, la pregunta aquí viene a interrumpir la cadena del canto, perdiéndose así la frescura del momento. ¿De dónde viene la canción? Es como una marca de época. Para mí ese gesto solo puede expresar amor.
Una cosa parecida pasa con el silbido. La otra vez con un amigo recitamos un poema inventado sobre la marcha, habla de la música en el aire. Está incompleto por que cada vez que nos encontramos olvidamos lo último que hablamos. Dice así:
Se reconoce a un viejo por el bolsillo de su camisa
abierta en el botón superior
del lado izquierdo
arriba del corazón
Se reconoce a un viejo por su silbido
un canto de adentro hacia afuera
simulando el vuelo de los pájaros
con el corazón hacia arriba.
*Santiago Candioti vive en Santa Fe. Músico y gran animador de pistas y recitales, comparte sus textos en el blog perdidadelarisa.blogspot.com Publicó hace poco El Rodeo, Una promesa mejor y La fiesta colectiva. Aproximaciones a Screamadelica.