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Otra vez resulta que pasó algo con el agua en la ciudad. La city paisaje que duerme en el aire húmedo, al límite de un inmenso sueño fresco y marrón, está vez tuvo que permanecer alerta, sin bañarse y con un poco de sed.
El pasado viernes Paraná se quedó sin agua. Los brazos mecánicos de las canillas extendían un bostezo crocante hacia el despertar de unos días distintos.
No había una gota de agua para el mate, ni para lavar la ropa, ni tirar la cadena, ni limpiarse. Se generó un corte en el suministro tras colocar válvulas inteligentes en las oscuras cañerías de Rondeau y Darwin y en la planta de Echeverría.
La inteligencia artificial está de moda y en este caso le tocó a las bombas, su cuota de modernización. Pero a la hora de reiniciar el sistema se detectó un nuevo inconveniente. Lo que demoró un día más de lo previsto, en volver todo a la normalidad, con el tema de las tareas potabilizadoras y posterior distribución del recurso natural.
Provocó distintas situaciones particulares. Novios que no se querían ver por cuestiones de aseo, empleados que amagaron con dejar sus puestos de trabajos y hasta se pudo ver a gente que recurrió a técnicas felinas, lambetear sus propios brazos, para limpiarse la cara. El problema finalmente llegó a su fin y los jabones y detergentes comenzaron su rutina deslizante sobre las muchas texturas.
También se destrabaron inconvenientes de fluidos, de índoles económicos, con un viaje a China de Massa y Pesce para cerrar un tratado por unos Swap por diez mil millones de dólares. Dicho intercambio financiero en donde las dos partes se comprometen a pagar de forma periódica flujos, que a su vez van recibiendo de los flujos iniciales.
Para que se entienda, te doy plata para que la muevas y me das la ganancia de lo que recibís. Te negreo, trabajás para mí, pero sin mi dinero estarías quieto, así que no te quejés.
Y Argentina le sirve porque necesita que su economía interna se ejercite, que vaya al gym al menos tres veces a la semana. Nada intranquiliza más que quedarse quieto. Es mejor moverse ante el avance de la neurótica inacción, aunque a los intereses que genere ese movimiento, se lo lleven otros.
Por lo menos hasta salir de este pozo, en donde lo único que parece generar espacios profundos, es una cuchilla filosa de incertidumbre y desazón.
Entonces las válvulas inteligentes ahora funcionan en las oscuras cañerías y un poco de respiro hay con nuevas inyecciones de fluidez económica para el país. Así que entro al baño pero antes tecleo sobre la lupita del Spotify y unos vientos mejicanos acompañan un “sigo aquí/ando varias noches sin dormir/estoy pedo no te voy a mentir…”
Hasta el próximo miércoles.