¡Ojalá los celulares sean zapatos!

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El finde oversize que pasó estiró sus mangas casi llegando al codo. El viernes hice las siete iglesias solo mientras escuchaba música aleatoria en You Tube Music. No llevé botellita de agua ni me puse repelente.

Nunca voy a misa pero cada tanto me gusta entrar y quedarme ahí mirando todo el show de la iglesia. Esquivo mentalmente toda esa simbología para llegar a lo real: hablar con Diosito en silencio.

Cuando me desperté el viernes santo para ir a laburar vi gente que caminaba en montoncitos. Estaba medio dormido, no sabía qué estaban haciendo, primero imaginé algún evento. Pero caí que se trataba del compromiso de la fe cristiana. Entonces me dio ganas de hacerlo pero a la noche. No tenía ningún plan. Mis amigos más cercanos se habían ido de viaje y otro que me dijo que iba a venir a visitarme desde Buenos Aires al final no pudo viajar por el tema del dengue.

Me veo caminando solo yendo de una iglesia a la otra. Entrando haciéndome la señal de la cruz, sentarme en esos bancos de madera, no arrodillado y estar ahí un toque. Una vez una psiquiatra me dijo que la poesía era otra forma de la liturgia y me pareció una definición de esas que dan en el centro del tiro al blanco con un dardo vestido de plumas.

Lituegia: es la forma con que se llevan a cabo las ceremonias en una religión o en alguna otra organización similar, es decir, al conjunto de actos que forman parte de su culto público y oficial. En particular, alude al conjunto de actos rituales de la misa católica y de otros actos solemnes no religiosos.

Quizás recorrí las sieste iglesias porque no estoy escribiendo poesía. Hace poco descubrí que no puedo hacer ninguna actividad tipo yoga o reiki u otras variantes New Age. Porque ya tengo hasta el tope de New Age en el espíritu: la poesía.

Cuando leo soy yo, cuando escribo ya no soy yo. Pero como todo lo que nos hace feliz no se puede hacer todo el tiempo. No hay energía que soporte la animosidad continua. Por eso no podría escribir tres veces a la semana de manera rutinaria como si fuera una clase de yoga o meditación. Me gusta estar mucho al pedo y ser un vago. Quedarme tirado en la cama mirando el techo. Una vez leí que Williams Burroughs podía mirar un zapato tirado en el piso durante ocho horas seguidas. Ningún escritor en la actualidad podría lograr esa increíble proeza. Hoy solo estamos atentos al gorilla glass ¡Ojalá los celulares sean zapatos!

Las cosas se detienen. Más allá hay una escalera arrecostada a la pared en un balcón. Un escobillón y un secador de piso charlan sobre el triunfo de Boca sobre San Lorenzo debajo de un aparato de aire acondicionado. Zenón no es menos que Zidane dice un Tiktoker que sigo y baila contento. Una rata con alas vuela mientras alguien estornuda. Alguien que tiene que pagar una tarifa de luz sobrepreciada se ceba un mate mientras un colectivo toca una bocina. Otro auto que no distingo acelera, alguien toca el timbre. Un compañero del trabajo perdió mil dólares a la madrugada jugando al BlackJack, unos gendarmes se suben al Etacer y piden DNI.

Escucho el canto de esas ratas con alas y me acuerdo del poema de Juanele y lo rezo para adentro “una paloma se queja angustia del anhelo/ primaveral. La luz de la mano con las/ hojas nuevas se va hacia un país más pleno./ Pero este canto da al cielo un pensamiento/ grave: melancolía de la tierra ilusión./ El paisaje ligero, infantil, casi alado/ se vuelve hacia su sueño musical, infinito”

Si empecé a escribir poesía pasados los veinte años fue justamente para lograr un estado espiritual que me lleve a escribir algo como ese verso final de Ortiz que nunca pude entender de lo hermoso que es.

“El paisaje ligero, infantil, casi alado se vuelve hacia su sueño musical, infinito”

Le pedí al cosmos solo esa postura de yoga lingüística, al que solo se llega a través de la lúdica trabajación del lenguaje. Ese otro idioma. Equilibro, Beldad e incomprensión.

La realidad política andá a saber cómo anda. Me pasa que quiero vaciar un poco la cabeza a veces. Ese a veces está mal puesto al final. A veces me pasa dejar pasar que todo pase, que no pase lo que tenga que pasar todo, por dónde pasa todo mientras todo pasa, pasará primero el todo antes de que pase el pase, god no juega a los dados.

No me gustan esas frases hechas, me gustar romper las frases procesadas por todos. Como en el comienzo de la canción Un ángel para tu soledad, El indio escribe lo que nadie se espera que escriba “Ya sufriste cosas mejores que éstas”. Todos esperábamos un peores después del sufriste, pero Solari mete, maravillosamente, un paso de baile aprendido en la calle, un mejores ¿Se entiende? Bueno, no tanto. Entonces es amor digo, poesía.

Manuscrito orignial de la letra de la canción Un angél para tu soledad de Patricio rey y sus redonditos de ricota.

Creo que hasta acá estuvo bien

nos vimos el próximo miércoles