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Milei sigue. Fenómeno barrial, viva la libertad carajo, sigue, se agranda, esta en su prime, continua, avanza y persiste. Ayer leo un X de Lamberti que escribió “Lamento avisarles que este gobierno viene ganando todas las batallas”.
No me deprimo porque soy fuerte. Mis antepasados fueron moros y también fueron árabes. Talibanes de opiniones y acciones. También en mi sangre corre algo chaná. Creo mucho en el ADN y toda esa cruza de civilización bardera que viene conmigo adentro. Así que tristeza no tengo y miedo tampoco, a esto, al modelo. Sé que esta derrota de alto porcentaje hexagonal de excesos en dañino contenido sálvese quién pueda, propio de un sistema neoliberal, no tiene que deprimirme. Esto va a pasar.
No sé si volverá lo de antes, exactamente como todos de alguna manera lo imaginamos. Peronismo. La historia nunca se repite de la misma manera. También es verdad y confio, como dijo Fontevecchia el carmeliado, que ningún presidente tiene el poder de cambiar la cultura de un pueblo.
En su última entrevista con José Natason, Jorge Fontevecchia, me dio un poco de esperanza cuando lo escuché decir esto
“Por lo tanto yo creo que el problema es la polarización y Milei es el paroxismo de la polarización. Yo creo que Milei no es el comienzo de lo nuevo sino que podríamos decir la hipérbole de lo viejo, como decía muy bien en su momento Borges, los argentinos sufrimos la hipérbole. Entonces yo me ilusiono con que la sociedad llama a una persona como Milei para cerrar el ciclo de la polarización extremándolo, como esos fuegos artificiales que brillan mucho más un instante antes de morir”
Jorgito corre con felicidad sobre la línea de cal gramsciana del claroscuro de un viejo mundo que está muriendo y uno nuevo que tarda en aparecer. Porque sabe que la monstruosidad solo es lo momentáneo hacia el amanecer despertar de lo nuevo.
No olvidemos nunca quizás el verso más emocional de Solari, en su himno del rock Juguetes perdidos, que a raíz de eso no pierde calidad estética “cuando la noche es más oscura/se viene el día en tu corazón”.
Entonces. La batalla cultural no la esta ganando Milei, el libertarismo solo brilla antes de morir como uno imagina la muerte de una estrella cuando explota en supernova.
Puede existir un cambio radical en la sociedad que vivimos, de hecho lo estamos viviendo todos y es normal. De trabajos solitarios con jefes virtuales, nuevas situaciones y experiencias de vida y comunicación que nos lleva a estar 24/7 mirando fijo un gorilla glass vertical. Ese mundo está y es ahora. Todo eso nos tajió la piel social. El individualismo no solo se desparrama en materia racional, sino también en cuestiones del corazón.
Donde uno ve más empatía con un perro salchicha que con tirarle mil pesos a un trapito.
Cobramos, hablamos, amamos, deseamos, bardeamos, sufrimos, reímos, etc delante de un soporte tecnológico. Esta es la primera vez que sucede algo así en la humanidad. Que haya una especie de soporte material frente al deseo en todas sus dimensiones. Ahora el deseo tiene una atajo material, tangible. Y eso no es gratis. Loquisimo.
El virtualiberalismo es forma y sentimiento. Como un arte nuevo.
¿Qué hacemos? diría Lenin. Por lo pronto sepamos envejecer. Hay que saber envejecer. Permanecer, zafar, volverse pillo. Ayudar lo más que se pueda al que no le va tan bien. Darle una mano. Rescatar y no tanto a los animales. Cuando uno actúa de esta manera, uno se siente bien y eso es saber envejecer, estar bien de la cabeza para hacerla corta es saber envejecer.
Es un cliché re noni noni pero “tantas veces me mataron/tantas veces me morí/ sin embargo estoy aquí/ resucitando/ gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal/ por que me mató tan mal”.
Escucho un Podcast titulado Los monstruos andan sueltos en un episodio la antropóloga mexicana Rossana Reguillo cuenta esto analizando el tema de nuestra relación con las redes.
“Creo que ahí hay cambios importantes, que son bueno no perderlos de vista, y también al mismo tiempo algo que a mí me emociona, o sea que esta es la parte luminosa que veo del proceso, es cómo esta dimensión tecnodigital ha venido a ampliar los horizontes de la experiencia en la resistencia, en los procesos de resistencia, ¿no? Por ejemplo, en mis tiempos uno iba a la marcha, protestaba, te reunías con la gente con la que tenías cierta empatía, etcétera, pero regresabas a tu casa y ese momento, esa alegría epistemológica, profunda que tú sentías por formar parte, ser parte y participar, acababa. Con estos cambios tecnológicos, digitales, etcétera, ese momento de la alegría, esa pasión alegre se prolonga, porque tú llegas, ahora la gente llega a su casa y pone las fotos de la marcha y se pone abrazada con una compañera del 8M, y entonces es un momento que permite justamente el crecimiento de estas pasiones alegres, en detrimento de las pasiones tristes, que son las que promueve, digamos, el poder. Esto me parece uno de los grandes cambios, ¿no? Porque eso contribuye a construir o a cambiar el clima, y esta idea del clima, a mí me gusta, el clima político como metáfora, digamos, de las formas de sentir y de actuar, me emociona profundamente.
Aunque también Rossana contrapone una parte un poco negativa en cuanto a nuestra relación con las redes
“Lo que llamo atención menguada es porque cuando tú habitas ese espacio digital son demasiados los frentes que estás atendiendo simultáneamente. Estás revisando X, estás atendiendo un post de Instagram, estás con un podcast a medio a escuchar, estás con un whatsapp de tu mamá que te dice que se siente mal. Entonces esa atención fragmentada lo que hace es bajar tus defensas cognitivas, tus alertas cognitivas. Entonces por ejemplo eso es lo que yo llamo tecnologías de proximidad como el whatsapp que puede ser tan benéfico pero resulta tan peligroso y que lo mostró claramente Bolsonaro como primer ejemplo en el Brasil. Entonces, ¿qué es esta tecnología de proximidad? Tú entras a whatsapp y es donde hablas con tu mamá, con tu hermana, con tu tío, con tu compañero del trabajo, con tu mejor amiga, con tu sobrina, tienes tu grupo para planear el fin de semana. Entonces cuando tú entras a whatsapp entras flojita y cooperando como dice el dicho mexicano, o sea entras suavecita y entonces no hay alertas cognitivas, por lo tanto te pueden meter un bulo con la mano en la cintura, ¿no? Milei arresta a Cristina y la mete presa en la mazmorra número 35 mil de la ESMA y entonces estás flojo y dices ¡órale! y tú replicas esa información y replicas esa información y replicas esa información. ¿Y por qué pasa eso? No porque la gente sea perversa sino justamente porque estos controles cognitivos se aflojan frente a ciertas plataformas.”
Soy hegeliano. Creo en las contradicciones. En esa pelea de no entregarme al primer pensamiento que leo o escucho, a dudarlo. A desconfiar. A primero creer que me están vendiendo un buzón. Y me pasa con grandes autores, quizás indiscutidos. Entonces además de Hegeliano soy también un poco taoísta y como me gusta la teoría de tesis, antítesis y síntesis, le contrapongo todo lo oriental que puede llegar a tener ese pensamiento conquistador. Y pienso en el Tao te king de Lao tse donde no hay ni un gramo de síntesis, solo un camino sin lados ni lugar donde llegar. Como el Zaratustra de Nietzsche. Aprender a perderse más que tratar de entender como funciona la cosa. Es tan necesario en este mundo replicante de filosofía monetizada en 4g. Donde todos enseñan alguna disciplina de manera ignorantemente segura.
A la fragmentación social entonces le contrapongo la esperanza de una consolidación que en el futuro vendrá.
Separado se escribe todo junto y todo junto se escribe separado.
A pesar del individual emprender con que el sistema nos hacen poner la mesa, a esa mesa se sientan humanos. Y si algo nos hizo ser lo que somos es lo colectivo y político de disfrutar de un buen momento de charla y discusión mientras comemos algo en ronda contándonos una historia que nos une.
Creo que hasta acá estuvo bien
nos vimos el próximo miércoles.