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Estoy en Mar del Plata. Vine de invitado a participar del 16° Festival De Poesía de Acá.
Llegué al mediodía a La Feliz. Me reciben de diez, Rocio y Francisco. Paro en su depto frente al Hotel Provincial. Comemos los tres. Charlamos sobre política en la sobremesa. Increíblemente no nos conocemos y vivo de prestado en su casa frente al mar. Por este tipo de cosas o en estos momentos es cuando me enorgullece ser poeta.
O haber elegido escribir poesía cuando tenía 20 años.
Este diario iba a ir de otra cosa. Pero la coyuntura política lo hace reescribir todo de nuevo, ya siendo miércoles pasados los primeros minutos de la madrugada.
¿Qué puedo decir de política? Más de lo que leo en los portales o lo que escucho de los audios de amigos que me mandan por Whatsapp. Puedo decir algo pero también puedo equivocarme al decir. Porque a toda esa data que recibo externamente se le suma toda la bibliografía interna que leí con pasión. Y entre esa batalla que se desata dentro mío sale un pensamiento, que no es mío, o el error es mío, mejor dicho, el acierto es siempre del otro. No hay remate.
La figura que resurge es la de Pichetto. Que abandonó el peronismo. Me pregunto si se fue él o el peronismo de la época no le gustó y por eso cae en el Pro. También pienso en la figura de Duhalde (volví a ver diciembre 2001 por segunda vez la semana pasada) y le sumé entrevistas por Youtube. Quiero entender. Y es obvio que volvió a mí Moreno y su resurgir streamero 24/7.
Carlos me dijo en diciembre en una movida de poesía a la madrugada “yo soy peronista de Duhalde” era la primera vez que escuchaba decir eso. Me costó unos meses entender a qué se refería. Se trataba de unidad de consenso. De que si vas por todo andá por todo, esto sería Chavez con Venezuela o el Che en Cuba en el 59’. Pero si no te da la nafta para ir por todo, no vayas por todo. Obvio que ahí entra el bonapartismo. Y a la Argentina le gusta más tener una figura paterna o materna que hacer la revolución. La revolución es muy desgastante en materia energética a largo plazo, o es un proceso que ya vivimos en el siglo diecinueve.
A lo que iba con la figura de la unidad. Medio que lo recordé ayer. Y es la figura que resalta el colorado Ramos con Julio Argentino Roca en el tomo 2 (sino me falla la memoria) en Revolución y Contrarrevolución en la Argentina. Un poco, no del todo, lo baja del caballo como el que toma la decisión de la campaña al desierto, que lo fue obvio. Pero también descubre en él una figura como de superhéroe cordobés que reorganiza la nación y deja un piso o asfalta para la llegada de Hipólito Yrigoyen, que ya no viene en caballo sino que en auto a nafta con combustibles nacionales YPF. Inconsciente o no, digo, lo de hace Roca. Ordena, se va, vuelve a presidente unos años después, ordena y se vuelve a ir. La llegada de Hipólito se produjo unos años después. Pero me pregunto ¿Hubiera llegado una figura como la de Yrigoyen sin el orden roquista y posteriores desbarajuste oligárquicos de ese mismo orden de sus predecesores?
También no quería dejar de mencionar una frase que me dijo Schonfeld “Urquiza se dio cuenta que sin Buenos Aires no se puede, tienen una posición geográfica que los favorece históricamente: el puerto con salida al océano” en noviembre de 2023 mientras mirábamos el segundo piso del museo Martiniano Leguizamon en Paraná, donde se muestra todo el proceso de guerra civil del 19. Hoy entiendo más que nunca su famosa frase después de la batalla (entrega-traición?) contra Mitre “Ni vencedores ni vencidos”.
Mientras más viejo me pongo más cabeza de dirigente me vuelvo. Se despelleja cada vez más mi cuero adolescente-seudo-militante.
En este sentido pienso en la figura de Pichetto, Scioli o Urquiza en el XIX ¿Todos traidores? Ya sé que es un montón compararlos. Pero desde las sociedades sumergen los nombres propios que saben destacarse en cada momento histórico. Además tengo siempre una visión derrotista con el futuro. Y lo que venga después quizás sea peor a esto. Entonces mejor vivir el presente. Y disfrutar o entender a estos apellidos que surgen ahora. No vaya a ser que en los libros de historia del futuro Scioli, Francos o Pichetto tengan su lugarcito recordando este verano 2024.
Antes de salir a cenar. Intento consensuar conmigo mismo esta idea de unidad. No digo que Pichetto vaya a ser el próximo presidente del PJ, en traición y en contra-respuesta, a una posible presidencia de Macri en el Pro. Sería demasiada ficción para ser realidad. Pero en Argentina podés levantarte al otro día y que el presidente sea Mickey Mouse.
Ahora sí salgo a cenar
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Me siento en Ruderico pido media pizza ? y me tomo dos birras artesanales. Me alimento mientras hago la digestión de este martes vertiginoso, de esta panzada coyuntural.
A la tarde anduve por la Perla, me senté en un conjunto de rocas frente al mar enorme y después volví caminando por donde había arrancado al principio.
La ciudad me recibe con lluvia, un típico paisaje de la costa. No para de haber agua por todos lados. Todos mis mambos se parecen nada ante la cantidad de agua que tengo de frente.
Veo la construcción enorme del Hotel Provincial, pienso en qué año se habrá levantado semejante armatoste. Más para allá el edificio con un cartel enorme en la punta, iluminado, que dice Havanna.
Es de noche, de madrugada, sopla el viento que viene desde el mar. De todo ese montón de agua. La inmensidad de agua me hace pensar en Dios. Debe ser que estoy demasiado a flor de piel y se me sale el espíritu del cuerpo después de demasiada agua que tengo en la fotografía más próxima. Que golpea y golpea constantemente piedras enormes con ruido y sal. Escribo piedras porque creo que más arriba ya escribí rocas. Y no sé vale repetir según mandamientos estructurales y aburridos de la propia producción literaria.
Roca Roca Roca Roca Roca
Piedra Piedra Piedra Piedra
Rosca Roca
Piedra Preside
Roca Preside
Preside Rosca
Preside Rosca
Piedra Roca Preside
Rosca Preside Roca
Creo que hasta acá estuvo bien
nos vimos el próximo miércoles.